Emilio y Nieves llevan casi dos décadas, desde 2001, residiendo junto a la ermita de San Benito de la localidad sevillana de Castilblanco de los Arroyos. Ambos son santeros, es decir, las personas que se encargan del mantenimiento de la ermita, que gestiona la hermandad de San Benito Abad del municipio. Ahora, tras 20 años de trabajo y dedicación, se han denunciado mutuamente ambas partes. Emilio está contratado por la hermandad desde que comenzó su labor, pero su mejor no, y después de 19 años, estuvo a punto de conseguirlo, pero no se ponen de acuerdo en las condiciones.
El pasado 27 de septiembre, la hermandad emitió un comunicado en el que informaba del cierre del bar situado junto a la ermita, gestionado por el matrimonio de santeros, que conseguía así un plus de ingresos, ya que el sueldo de Emilio apenas roza el salario mínimo. "La junta de gobierno, de acuerdo con nuestro hermano Emilio Borrallo, santero, ha decidido cerrar definitivamente el bar de la ermita a partir de hoy, servicio éste que no le reportaba beneficio alguno a la hermandad e incompatible con las funciones propias de la santería”, reseñaba la congregación.
Emilio, en conversación con lavozdelsur.es, desmiente lo comunicado por la hermandad, y asegura que estuvo de acuerdo con el cierre del bar a cambio de que aseguraran a su mujer, hasta entonces sin contrato. "Si lo dejo tenéis que compensarme", les dijo. "El hermano mayor le ofertó darle de alta, pero cuando vienen a hablar con nosotros nos dicen que solo cuatro horas a la semana, cuando trabajamos diez y doce horas al día", reseña el santero. José Manuel Álvarez, hermano mayor de la hermandad, cuenta a lavozdelsur.es que el contrato ofrecido es de 40 horas semanales. "No lo acepta", asegura. "Quiere que le reconozcamos cuatro años de antigüedad, cuando ha estado ayudando al marido".
El asunto está en vías de judicializarse, porque ambas partes no se ponen de acuerdo en los términos. "Su abogado tiene el contrato para darle de alta en cuanto firme, pero no está conforme con las horas", reseña Álvarez. La santera quiere un "contrato en condiciones", y no uno de "aprendiz", como asegura que le ofertan. "El bar cerró y no cumplen su parte", se queja Emilio. El matrimonio, desde entonces, ha reducido a la mitad sus ingresos. Nieves se ha dedicado durante los últimos 19 años a la sala de ventas que la hermandad tiene en la ermita, situada a doce kilómetros de Castilblanco, por lo que cobraba una comisión del 5%, que también ha perdido.
"Llevan un año entero machacándome, diciendo que la ermita está abandonada porque me dedico al bar, y es mentira", expresa Emilio. "Hasta le han cambiado la cerradura a la sala de ventas para que no entrara, porque no quieren reconocer a mi mujer como trabajadora", agrega. El matrimonio ha iniciado una recogida de firmas en Castiblancos y las localidades de alrededor para presionar a la hermandad. "Están intentando hacerme la vida imposible para que me vaya", asegura. "Después de tantos que te den una patada así...".
José Manuel Álvarez, hermano mayor de la hermandad de San Benito Abad, explica que "el bar se ha cerrado porque Emilio me lo pidió, decía que no podía atender las obligaciones del bar y las de santero. A cambio, como era una especie de compensación a su sueldo, me pidió que diera de alta a su mujer". "No pagaba nada de luz, ni agua —agrega—, y ya le exigimos que el bar tenía que estar dado de alta". "La hermandad les ha dejado una casa, no pagan nada... Ella ha estado vendiendo en la sala de ventas, algo que no quiere hacer Emilio, por lo que mientras se resuelve todo se hace cargo la hermandad", asegura Álvarez. "En los juzgados se aclarará".
Así, la hermandad ha dejado de contar con los servicios de Nieves. El pasado sábado 21 de noviembre se le notificó el "despido" —aunque no existe relación laboral entre ambas partes—. "Lo voy a denunciar", confirma Emilio. "Aunque no haya contrato, es un despido improcedente", asegura. "Me quieren despedir a mí también", sostiene el santero, "quieren hacerme la vida imposible, estoy pasando un calvario". El hermano mayor justifica el cierre del bar por las quejas recibidas por parte de peregrinos que se han encontrado la ermita cerrada en varias ocasiones porque Emilio y Nieves estaban atendiendo el establecimiento, algo que ellos niegan. "Es un buen santero, de los mejores que ha tenido San Benito, pero últimamente no sé quien lo está aconsejando", lamenta Álvarez.
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