Hace apenas unos días, el hallazgo de una araña asiática en las minas romanas de Carmona abría la puerta a un universo biológico desconocido bajo nuestros pies. Ahora, mientras los más de 30.000 habitantes de la ciudad celebran su Feria de Mayo, un nuevo descubrimiento sacude el ámbito científico internacional: una especie completamente nueva de isópodo terrestre ha sido identificada por primera vez en este mismo enclave. Su nombre: Baeticoniscus carmonaensis. Y hasta ahora, nadie sabía que existía.
Este minúsculo crustáceo, de apenas 2,5 milímetros de longitud y carente de pigmentación, ha sido localizado en la llamada mina de San Antón, un complejo de galerías subterráneas construido por los romanos que aún conserva corrientes de agua activas. El animal habita exclusivamente en zonas elevadas, oculto entre madera podrida caída desde antiguos pozos, lo que ha permitido que evolucione de forma aislada durante milenios. La especie no ha sido localizada en ningún otro lugar del planeta.
Este crustáceo es un ejemplo extraordinario de biodiversidad urbana ignorada
El hallazgo —publicado por un grupo de investigadores españoles, formado por Álvaro Luna, Enrique Peña y Julio Cifuentes— constituye uno de los poquísimos casos documentados en todo el mundo en los que una nueva especie ha sido descrita dentro de una infraestructura humana de época romana. En palabras de sus descubridores, se trata de un ejemplo extraordinario de biodiversidad urbana ignorada y de la enorme riqueza biológica que puede esconderse bajo ciudades con historia milenaria como Carmona.
Este descubrimiento vuelve a situar a la ciudad sevillana en el mapa internacional de la ciencia. Y lo hace apenas días después de que lavozdelsur.es recogiera el hallazgo de la exótica araña asiática Howaia mogera, también en las profundidades de estas galerías. Ambos hallazgos apuntan a que esta joya bajo los pies de los carmonenses alberga un ecosistema insólito, donde conviven especies autóctonas, relictas y otras llegadas desde lugares remotos.
“Evidentemente, especies se descubren muchas cada día en cualquier parte del mundo. La gracia del asunto es que no es normal describir una especie nueva en un entorno urbano, y menos aún en la zona subterránea de un entorno urbano... y menos aún —sonríe— en un entorno arqueológico”, explica Álvaro Luna, doctor de la Universidad Europea de Madrid y uno de los autores del estudio. “Porque uno va al Amazonas a descubrir especies... pero no se mete debajo de Carmona”.
Aunque su especialidad no es la espeleología ni el estudio de cuevas, Luna se ha interesado por este hallazgo precisamente porque desafía las rutas habituales de investigación. “Yo no soy espeleólogo ni trabajo en cuevas. Soy ecólogo urbano, y mi vinculación con esto es más por el interés en los ecosistemas subterráneos urbanos. Y ahí sí que hay muchos menos casos de especies descritas. Si juntas todo eso —entorno urbano, subsuelo y valor arqueológico—, pueden ocurrir estas cosas”, insiste.
Baeticoniscus carmonaensis ha sido descrita a partir de ejemplares recogidos en 2021 y 2022, y todo apunta a que podría encontrarse en grave peligro de extinción: apenas se han observado entre 150 y 200 individuos, todos ellos en un único punto del sistema de galerías. Cualquier cambio ambiental, alteración de las condiciones del agua o actividad arqueológica podría afectar de forma irreversible a esta especie, que ha permanecido invisible —y viva— desde la época de Julio César.
"Ya para siempre quedará que se ha descrito en Carmona, y de ahí salen los individuos que valen para definirla"
“Por ahora, esta es la única población conocida. Yo no creo que sea la única que existe —ya sería raro—, pero como los ecosistemas subterráneos son tan difíciles de explorar... Ya para siempre quedará que se ha descrito en Carmona, y de ahí salen los individuos que valen para definirla. Esa es la importancia capital del descubrimiento”.
Más allá del impacto académico, Luna destaca el valor simbólico y cultural del hallazgo: “Aunque es un pequeño ejemplar que no parece muy llamativo, va a llevar el nombre de la ciudad, y eso ya va a quedar para siempre”.
De hecho, los investigadores ya planean continuar con las prospecciones en la zona: “La idea es seguir haciendo exploraciones, seguir documentando especies y ver si encontramos algunas nuevas para la ciencia. Ya Enrique Peña —coautor del trabajo y miembro de la Asociación Andaluza de Exploraciones Subterráneas— ha documentado serpientes y otros invertebrados allí. Pero, por ahora, yo diría que esta es la especie más emblemática que hemos documentado. No solo por su rareza, sino por todo lo que representa”.
Así, Carmona, ciudad de historia milenaria, se confirma también como una reserva inesperada de vida oculta. Bajo sus calles, entre piedras romanas y corrientes fósiles de agua, laten formas de vida que el mundo aún no ha terminado de descubrir.
