La vida da muchas vueltas, dicen. Pero de muchas vueltas que da, algunas han ido a parar a Bioalverde. Un rincón de integración, de solidaridad y de productos ecológicos. Un lugar donde desarrollar una nueva labor profesional dedicada al cultivo en un vasto espacio en Montequinto, junto a la parada de metro de Olivar de Quintos. Con el impulso imprescindible de la iglesia, a través de Cáritas Sevilla, pero que ha pasado a ser una empresa de inserción sociolaboral autosostenida.
Fernando Rodríguez es el director de BioAlverde. "Somos economía social", explica. "Utilizamos el empleo como herramienta de transformación para personas en situación muy vulnerable, ofreciendo un contrato laboral desde el primer momento", señala. Las labores son las propias de un campo, desde cultivo hasta recogida y clasificación. "Nuestro objetivo es ser un trampolín", por lo que cada cierto tiempo entran y salen empleados. "La segunda fase es ayudar a la búsqueda activa de empleo y acompañamiento en ese proceso, para que encuentren un trabajo fuera de BioAlverde.
El periodo de estos trabajadores va de uno a tres años, lo máximo que establece la ley para estas empresas de inserción sociolaboral, "aunque depende del itinerario personalizado de cada persona. La media son dos años". La ley recoge desde hace más de una década las funciones de este tipo de empresas y de los perfiles que se contratan, que van desde personas que han sufrido maltrato u otras muchas casuísticas. "Nuestra misión, por eso, es social".
BioAlverde ha logrado encontrar su propia identidad en este sector con la producción ecológica. "Este proyecto se autofinancia y no dependemos de que una financiación externa para unos años. Y además optamos por hacerlo apostando por la sostenibilidad medioambiental". Entre sus clientes, desde compradores particulares que pueden acudir al campo ubicado en Dos Hermanas, a una pequeña tienda donde se vende lo producido prácticamente al día, o en otras tiendas en la capital. Además, hay para hostelería que apuesta por el producto de cercanía, "y una tercera pata de recogida, clasificación y venta de textil de los contenedores de Cáritas para su tienda de segunda mano".
Detrás de la apuesta por el producto ecológico hay una reivindicación de la producción. "Sabemos que, según la UE, alrededor del 30 o incluso el 40% de los alimentos se destruyen y no se consumen. Es una barbaridad. Todo por tener modelos de producción mecanizada, algo que es lógico porque la agricultura es muy sufrida, pero como andaluces queremos reivindicar nuestra producción". Aquí no se desecha, se trabaja a mano con mimo. En parcelas distribuidas por este campo, hay multicultivos y rotaciones de coles, brócolis, lechugas, hinojos, acelgas, espinacas y hasta fruta. "Además, investigamos con universidades para mejorar el riego, ya que la realidad es que cada vez va a haber menos agua". Un trabajo que, resume, "de sentido común".
Mari es una empleada de BioAlverde que lleva dos años como peón agrícola. "Gracias a este proyecto, tenemos una oportunidad las personas vulnerables. En mi situación, con la edad que tengo, me cuesta encontrar empleo". Se dedica a trasplantar, a evitar que plantas competitivas crezcan cerca, o que los cultivos sean atacados por insectos. "Los cogemos si hace falta con la mano. Date cuenta de que aquí todo es ecológico". Además de recolección, también realiza labores de apoyo en almacenes, empaquetado...
Un proyecto con el apoyo del arquitecto Santiago Cirugeda y de Kiko Veneno
Donde se mueven cosas, allí, a veces, está Santiago Cirugeda. Responsable con su equipo de las llamadas 'Recetas urbanas', apuesta por una arquitectura dedicada a la gente, y donde es la gente quien participa en la construcción. Para este trabajo, se han realizado cuatro contrataciones con el mismo carácter social que el que respira BioAlverde. Un cartel avisa de que está "permitido" el acceso "a toda persona ajena a la obra". Lo que se viene a llamar una declaración de intenciones. Entre sus muchos proyectos, por toda España y el mundo, decidió apoyar a BioAlverde con la construcción de una nueva nave en este campo, que incluirá oficinas y el producto recolectado.
Y, como es tradición en las obras de Cirugeda, "hicimos una fiesta para elevar a mano parte de la estructura y realizar la puesta de bandera", el momento en el que las constructoras finalizan el forjado. Porque, sí, Cirugeda no es solo arquitecto sino que también se implica, como uno más, en esa construcción. A esa puesta de bandera acudió Kiko Veneno, "y fue un día mágico", recuerda Cirugeda. Cantó para los voluntarios que elevaron la parte superior de la estructura de la nave, de 4.000 kilos, entre todos.
Esa relación con el voluntariado y todo lo que rodea a BioAlverde fue una de las cosas que le convenció para implicarse. "Sabámos que necesitaban la nave y, después de viajar mucho, también quiero que en Sevilla, donde por edad ya tengo una familia, se realicen estas 'Recetas Urbanas'. Y sus trabajadores también encuentran un trampolín. "Piensa que trabajar aquí significa demostrar que has estado en una obra compleja, bien hecha", con un estilo de construcción tradicional.
Todo lo que rodea a BioAlverde tiene ese aroma de solidaridad. Y buen aroma, el que desprenden su tienda de Nervión, en la plaza Pintor Amalio García del Moral, o en su huerta de Montequinto, el olor a tierra en la verdura explica todo.