La asociación La Carpa, que lleva una década ayudando a personas sin hogar de Sevilla y a temporeros que malviven en asentamientos chabolistas de la provincia de Huelva, se disuelve.
El 11 de septiembre presentó ante la delegación territorial de Justicia, Administración Local y Función Pública en la provincia sevillana las actas de disolución. "Se ha procedido a cerrar la cuenta bancaria. Hasta el 31 de diciembre quedamos en periodo de liquidación, para hacer frente a los pagos pendientes (alquiler, seguros...)", explica la entidad.
La asociación alude a la "imposibilidad" de conseguir los objetivos para lo que se creó como el motivo de su triste final. "Tras diez años desde su constitución no hemos conseguido ni un pequeño gesto que nos diera esperanzas de soluciones para las personas sin hogar por parte de los Ayuntamientos de Sevilla, Lucena del Puerto, Moguer, Palos de la Frontera y Lepe", explica.
"3.000 inmigrantes siguen al raso en los campos de fresas"
"Tras 200 expediciones nos hemos sentido en ocasiones como meros guías turísticos para fotógrafos, periodistas, curiosos y políticos locales, autonómicos y centrales", se quejan desde La Carpa, que da otros datos: "1.000 personas siguen durmiendo en las calles de Sevilla y 3.000 inmigrantes al raso en los campos de fresas, ya que sus chabolas han sido destruidas en la provincia de Huelva".
"Todas las iniciativas de anteriores gobiernos y actuales han ido encaminadas a privatizar las ayudas a los pobres. Privatizaciones de albergues que en materia social deben ser de gestión pública. El lucro está reñido con la pobreza", señala Alfonso Romera, hasta ahora presidente de La Carpa, en una carta publicada en sus redes sociales.
Desde la asociación se muestran "cansados de ver el constante negocio con la pobreza y también con la enfermedad de los pobres, nos vamos apenados de abandonar nuestro proyecto Espacios de transición con estructuras efímeras: autogestionados, autofinanciados, inclusivos y de proximidad".
"Si no llegan acciones políticas, llegarán por la calle"
"Nos vamos con la esperanza de que el inmenso corredor solidario generado por muchos ciudadanos buenos no habrá sido estéril", dice Romera. Detrás queda "un historial de cientos de toneladas transportadas, cientos de puntos calientes, mercadillos, manifestaciones, complicidades con más de 50 entidades defensoras de derechos humanos".
La solución a estos problemas, están convencidos, será política: "Si no llegan las acciones políticas, las acciones estarán tarde o temprano en la calle. Y estaremos en la calle, so pena de que nos llamen chusma. No sirve de nada volver a sentarnos disciplinadamente frente a los que como única solución proponen negociar con los pobres".


