El Ateneo de El Cuervo rescata la inmensa obra de un escritor nacido en su estación de ferrocarril y al que casi nadie conoce

Miembros del Ateneo Arbonaida digitalizan más de 3.000 páginas de Cristóbal Vega Álvarez, un poeta, novelista y articulista que se pasó la vida luchando contra el fascismo cada vez que salía de una cárcel

30 de noviembre de 2025 a las 17:15h
Cristóbal Vega Álvarez, un escritor nacido en El Cuervo que tiene incluso una calle en Villafranca de Córdoba.
Cristóbal Vega Álvarez, un escritor nacido en El Cuervo que tiene incluso una calle en Villafranca de Córdoba.

En su permanente compromiso con la memoria histórica, el Ateneo Arbonaida de El Cuervo de Sevilla aúna esfuerzos en este final de año para el rescate de una figura literaria con la que bien podría hacerse una película: Cristóbal Vega Álvarez, quien si bien murió en Villafranca de Córdoba con 93 años cumplidos, tuvo muchísimas oportunidades a lo largo de su azarosa vida de haberla terminado antes, de un tiro o pudriéndose en una de las muchas cárceles que sufrió.

En El Cuervo, al margen de algunos miembros de su Ateneo como los que se plantaron ayer en Villafranca de Córdoba para que la hija del escritor fallecido en 2007 les facilitara lo que queda de su obra para poder digitalizarla, más de 3.000 páginas en total, casi nadie tiene conocimiento ni de la vida ni de la obra de un escritor que nació en la estación de ferrocarril situada en este municipio sevillano perteneciente administrativamente a Jerez de la Frontera.

Ateneístas de El Cuervo digitalizando, en Villafranca de Córdoba, parte de la obra de Cristóbal Vega Álvarez.
Ateneístas de El Cuervo digitalizando, en Villafranca de Córdoba, parte de la obra de Cristóbal Vega Álvarez.

La intención del Ateneo Arbonaida es rescatar del olvido al personaje, como ya hizo, por ejemplo, con el cantaor Juaniquín al conseguir organizar incluso un festival flamenco llamado La Choza de Juaniquín que se convirtió durante casi una década en una referencia de la provincia, aunque hoy se ha perdido. Lo primero es poner en limpio la obra del escritor, que no fue corta ni careció de valor.

Para ello se trasladaron este sábado ateneístas como Antonio Amarillo, Águeda Sánchez y Javier Luengo al domicilio de la única hija que tuvo Vega Álvarez y que guarda el legado de su padre en el municipio cordobés. “Falta bastante, especialmente de lo que publicó en periódicos anarquistas, porque se quemó mucho cuando el golpe del 36, pero lo que queda de su obra es interesantísimo”, ha subrayado este último.

Anarquista e hijo de un ferroviario

A Cristóbal Vega  Álvarez lo conocían también como Veguita, según el profesor y escritor Francisco José Cuevas Noa, una de las voces más autorizadas sobre el olvidado autor nacido un 4 de abril de 1914 en la estación de ferrocarril de El Cuervo, en el seno de la familia con nueve hijos que formaron Cristóbal Vega Arcas y Ana Álvarez Organvídez. El futuro poeta trabajó como telegrafista desde bien temprano en la misma estación en la que estaba empleado su padre. El niño rellenaba hojas de entrada y salida de los paquetes postales y alternaba aquella tarea rutinaria con sus primeros versos.

Veguita no tardó formar parte de los grupos anarquistas de Jerez y, ya en los años 30, apenas un adolescente, fue miembro del Comité Provincial Anarquista de Cádiz. Colaboró asiduamente en aquellos años convulsos en el seminario satírico Ráfagas y en diversas publicaciones libertarias como CNT, La Protesta o La Voz del Campesino, de cuyas páginas llegó a ser director en su última etapa, próxima a la guerra civil.

obra de veguita
Detalle de algunas publicaciones del escritor de El Cuervo que pretende rescatarse.

Fue detenido y encarcelado en el penal de El Puerto de Santa María por primera vez por su participación en una protesta contra la represión en Casas Viejas, en 1933, pero terminó amnistiado pocos meses después. También volvió a ingresar en prisión (en Jerez y otra vez en El Puerto) y a ser amnistiado entre 1934 y 1936. El golpe que dio origen a la guerra civil lo sorprendió en Utrera, de donde huyó debido a su pacifismo y fue declarado prófugo.

Periplo francés

Veguita fue detenido y enseguida encarcelado por las tropas franquistas en Ávila, apenas tres semanas antes de que terminara la guerra civil española. Pasó por el penal de Zegama, en Guipúzcoa, y, cuando fue puesto en libertad condicional en 1943, cruzó los Pirineos para participar en la llamada Resistencia desde ciudades francesas como Paz o Toulouse. Finalmente fue detenido una vez más en Navarra, infiltrado en un grupo que participaba en la operación “Reconquista de España”. Le cayeron 30 años de prisión y pasó por cárceles de toda España, como Astorga o San Sebastián, aunque terminó en El Puerto, donde le cayeron ocho años más de prisión por editar clandestinamente, junto a otros compañeros, hasta 15 números de aquel boletín caligrafiado de la CNT que llevaba por título Combate.

La intercesión del Nobel Albert Camus

El escritor nacido en El Cuervo, que ya a mediados de siglo había publicado títulos como La dos locuras de España o Surcos de luz y sombra (ambos en 1949), Ruta de estrellas (1950), Sendas de Quijotes. Año lírico (1951), García Lorca. Glosas del Romancero gitano (1954), Psiquis y el camino (1955), Mensaje poético (1956), Sed. Cien poemas de otoño (1959) o El barco varado (1960), entre otras muchas, fue puesto en libertad después de una intensa campaña de apoyo liderada por la prensa libertaria del exilio y en la que se implicó incluso el Premio Nobel de 1957 Albert Camus, además de la recién creada entonces Amnistía Internacional.

Casado con otra poeta

Vega Álvarez se casó en 1964 con la también poeta (además de fotógrafa) Antonia Burgos Béjar, de Villafranca de Córdoba, otro caso de figura literaria en el olvido. Juntos tuvieron a su hija Ana, que fue quien recibió este fin de semana a los ateneístas de El Cuervo.

Portada de una de las novelas policíacas de Veguita.
Portada de una de las novelas policíacas de Veguita.

Durante esa larga época del tardofranquismo español, Veguita publicó numerosas novelas policíacas o del oeste para sobrevivir, y lo hizo bajo el extraño seudónimo de C. Wheg Zheravla. En rigor, la C era la inicial de su nombre; Wheg no era sino el probable sonido onomatopéyico de Vega en otro idioma; y Zheravla, su segundo apellido escrito al revés y con una h intercalada para darle más aire extranjerizante. Fue la editorial madrileña Rollán la que le fue publicando numerosas novelitas de este corte mientras la familia no solo vivía en Villafranca de Córdoba o Sevilla, sino incluso en Calella (Barcelona) o en Niebla (Huelva). En este último pueblo trabajó en la fábrica de Cementos del Sur al tiempo que compatibilizaba su labor de obrero con una intensa labor literaria tanto en prosa como en poesía.

La muerte de su esposa y su ceguera lo sumieron en una depresión importante durante la última década de su vida, durante la cual alcanzó cierto reconocimiento en otras latitudes españolas pero no precisamente en su pueblo natal. Colaborador de casi todos los periódicos españoles de su época, entre los títulos de su obra literaria también se pueden citar Por las riberas del Tinto (1969), Armas de fuego (1979), Secuestro en Chicago (1980), El diablo de las doce cuerdas (1983), Andalucía paso a paso (1984), Madre, el número bendito (1996), Comentario sobre Historia de un pueblo andaluz: Lebrija (1998), La lira olvidada (2002) o Cómo se va la vida (2006).

Manos a la obra con su rescate

“La figura de Cristóbal Vega Álvarez es mucho más conocida fuera de El Cuervo que entre sus calles”, advierte Antonio Amarillo, “pero esperamos que este trabajo sea el primer paso para que eso cambie para siempre”. Los ateneístas de El Cuervo han agradecido a Ana, la hija del escritor, “que nos haya recibido con los brazos abiertos” y han puesto en valor que “precisamente los proyectos que no cuenta con financiación de ninguna entidad sean tantas veces los más bellos”.

Sobre el autor

Álvaro Romero Bernal.

Álvaro Romero

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