Conil vive uno de los momentos más críticos de su historia pesquera. Las ventas en la lonja del municipio gaditano han descendido un 26,4% en el primer semestre de 2025 respecto al mismo periodo del año anterior, arrastrando a la baja tanto el volumen como el valor de las capturas. Entre enero y julio del año pasado se desembarcaron 230.814 kilos de pescado por valor de 2,39 millones de euros. Este año, la cifra se ha desplomado hasta los 181.948 kilos, valorados en 1,76 millones, una pérdida que golpea de lleno a la flota artesanal.
El sector denuncia que esta alarmante caída no es casual, sino el reflejo de problemas estructurales que se agravan con el paso de los años y que ponen en jaque la viabilidad de la pesca tradicional en la zona. A la falta de respuesta institucional se suma el avance de amenazas que arrasan los caladeros y erosionan el medio marino.
El tren de bolos arrasa los caladeros
Uno de los principales factores señalados es el uso del arrastre con tren de bolos, una técnica pesquera agresiva que, aunque no está autorizada en las aguas de Conil, sigue presente en zonas cercanas. Esta práctica, que implica el arrastre de cadenas metálicas por el fondo marino, destruye hábitats clave para la reproducción de especies. El sector exige al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que apruebe de una vez la reserva marina de interés pesquero que lleva más de 15 años pendiente, para prohibir y sancionar ejemplarmente estas prácticas destructivas.
El segundo gran frente abierto es la pesca furtiva, cada vez más descontrolada. Mientras los pescadores profesionales cumplen con vedas y tallas mínimas, los furtivos actúan con total impunidad, comercializando pescado sin trazabilidad y generando una competencia desleal que amenaza la sostenibilidad del sector. Además, denuncian la ausencia de controles efectivos en puntos clave como la rampa del puerto de Conil.
El alga invasora, la gran olvidada del plan estratégico
El tercer y creciente problema es la expansión del alga asiática Rugulopteryx okamurae, que está modificando los fondos marinos y desplazando a la fauna autóctona. A pesar del impacto devastador sobre la pesca artesanal, los pescadores de Conil han sido excluidos del plan estratégico diseñado por las administraciones. Reclaman formar parte activa de la estrategia contra esta amenaza y recibir compensaciones económicas por las pérdidas sufridas.
La suma de estos tres factores está dejando a la pesca artesanal conileña al borde de la extinción. Cada año se reducen las posibilidades de pesca, disminuye el número de embarcaciones y caen los ingresos de las familias que viven del mar. La situación se vuelve cada vez más insostenible.
El sector exige medidas urgentes y eficaces, consensuadas con los propios pescadores, que llevan años luchando por un modelo sostenible. Sin un cambio real, alertan, el pescador artesanal podría convertirse en una especie en peligro de extinción.
Por ello, hacen un llamamiento a todas las administraciones para que se actúe con determinación: prohibir de forma efectiva el tren de bolos, reforzar la vigilancia contra la pesca ilegal y contar con el sector en la lucha contra el alga invasora. “Es ahora o nunca”, insisten desde la flota artesanal de Conil.



