En la provincia de Cádiz, abrir el grifo y que salga agua potable no es solo un acto cotidiano: es el resultado de un complejo y milimetrado engranaje técnico y administrativo que funciona, muchas veces, sin que la ciudadanía sepa quién está detrás. Uno de los protagonistas clave en esta historia es el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana (CAZG), una entidad pública que gestiona el ciclo integral del agua para más de una veintena de municipios gaditanos.
Pero, ¿qué hace exactamente el CAZG y cómo ha llegado a convertirse en el gran garante del abastecimiento de agua en la zona? Te lo explicamos.
Un poco de historia (y mucha sed)
Hasta bien entrado el siglo XX, muchas localidades gaditanas apenas contaban con agua suficiente. Cádiz, San Fernando o El Puerto compartían un sistema deficiente. Jerez dependía del manantial de Tempul, que en verano no daba abasto. Otros municipios como Rota o Sanlúcar tiraban de pozos privados o incluso compraban cántaras.
Era evidente que la solución superaba las posibilidades económicas de los ayuntamientos. Por eso, desde el Estado se impulsaron distintas leyes y decretos desde los años 40, con hitos como la construcción de las presas de Hurones y Bornos, el trasvase de agua desde el Guadiaro mediante el Túnel de Buitreras, o la gestión provisional por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Todo este esfuerzo culminó en 2006 con la creación del CAZG, que desde 2008 asume de forma oficial y definitiva las competencias de gestión del abastecimiento en alta.
¿Qué hace exactamente el CAZG?
El Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana tiene una misión clara: gestionar el ciclo integral del agua —es decir, abastecimiento y saneamiento— de forma conjunta, eficiente y equitativa entre los municipios que lo integran.
Entre sus funciones destacan:
- Uniformidad en tarifas y calidad del servicio.
- Coordinación con otras Administraciones y entidades públicas o privadas.
- Capacidad para desarrollar servicios públicos complementarios si los municipios así lo acuerdan.
- Gestión con criterios de cooperación y optimización.
El CAZG no sustituye a los ayuntamientos, sino que se encarga de lo que se conoce como "gestión en alta", es decir, toda la parte del proceso que va desde la captación del agua hasta que llega a los depósitos municipales. A partir de ahí, cada localidad se encarga del reparto final a los hogares.
Así es el viaje del agua: del embalse a tu vaso
El ciclo del agua que gestiona el CAZG es un ejemplo de ingeniería, ciencia y compromiso medioambiental. Todo comienza con la captación en los dos grandes embalses de referencia:
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Embalse de Los Hurones: 135 millones de metros cúbicos. También recibe agua del Guadiaro por el túnel de 12 km. Cuando se llena, se deriva al Guadalcacín, sin perder ni una sola gota.
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Embalse de Guadalcacín: 800 millones de metros cúbicos. Se usa también para riego agrícola.
En épocas críticas, como la sequía de 1995, se recurre a pozos subterráneos adicionales. Pero no toda el agua sirve: los embalses están expuestos a contaminantes urbanos, agrícolas o ganaderos, por lo que personal técnico realiza controles periódicos en diferentes profundidades para determinar cuál es el recurso de mayor calidad disponible.
Del agua bruta a la potable
Una vez seleccionada el agua más adecuada, empieza el proceso de potabilización, que se divide en distintas etapas cuidadosamente diseñadas:
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Preoxidación con permanganato potásico: elimina metales y materia orgánica como algas, plancton, etc.
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Precloración: mata bacterias y reduce la carga orgánica.
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Adsorción con carbón activo: ideal contra plaguicidas y microcontaminantes, mediante decantación.
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Ajuste del pH: clave para que todo el proceso funcione correctamente.
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Coagulación, floculación y decantación: remueve partículas en suspensión y patógenos.
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Filtración con arena silícea: retiene impurezas con un proceso a contracorriente antes del último paso.
- Desinfección final con cloro: asegura la eliminación de microorganismos.
En el futuro, se implementará en todas las plantas un doble sistema de filtración, como ya se ha hecho en la de Paterna de Rivera, que incluirá un lecho de carbón activo en grano para reforzar aún más la pureza del agua.
Distribución a presión... y con precisión
Desde las cuatro plantas de tratamiento que gestiona el CAZG, el agua ya potabilizada viaja por tuberías de gran diámetro hasta los depósitos municipales, muchos situados en puntos elevados para facilitar la presión. Allí se realiza una última cloración preventiva, ofreciendo aún más garantías, y el agua queda lista para llegar a los hogares de forma segura.
Más allá del grifo
El CAZG no es solo una gestora técnica. Es también una entidad pública con base asociativa y voluntaria, formada por los ayuntamientos consorciados. Su naturaleza jurídica le permite adaptar fórmulas de gestión y colaboración con entidades privadas o públicas para mejorar el servicio.
En definitiva, sin el CAZG, el agua en la provincia de Cádiz no sería lo que es hoy: un recurso gestionado con responsabilidad, sostenibilidad y visión de futuro. Porque detrás de cada vaso de agua, hay ciencia, planificación y un consorcio que trabaja para que no falte ni una gota.
