Zahara de la Sierra ha vuelto a brillar con motivo de la celebración del Corpus Christi, uno de los eventos más esperados y emblemáticos de esta localidad de la sierra. Como cada año, el momento más sobresaliente fue la procesión, que recorrió las calles convertidas en un auténtico jardín.
El municipio, reconocido como uno de los pueblos blancos más espectaculares de España, se volcó en una cita que une fe, tradición y belleza. Vecinos y Ayuntamiento colaboraron para engalanar las calles, transformando el centro urbano en un paisaje efímero cargado de simbolismo, color y fragancia.
Un pueblo volcado en su tradición
Este año, el Corpus de Zahara ha celebrado su 525 aniversario, consolidando una tradición con siglos de arraigo. Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1980 y de Andalucía en 1997, la festividad se ha mantenido como una auténtica seña de identidad para la población zahareña.
Desde primeras horas del domingo 22 de junio, Zahara comenzó a despertar con los aromas de juncia y romero, que cubrieron la calzada como un tapiz vegetal. Las fachadas se vistieron con ramos, adelfas y colchas tradicionales, ofreciendo una estampa digna de postal que cada año atrae a más visitantes.
El acto central, la procesión eucarística, partió al mediodía desde la iglesia de Santa María de la Mesa, cargada de solemnidad. Este recorrido, acompañado por un fuerte componente visual y emocional, está tan arraigado en la vida del pueblo que incluso cuenta con un sello conmemorativo.
Tradición y artesanía en cada esquina
Pero la fiesta no se limita a lo religioso. Zahara ofrece un intenso programa cultural y musical que rodea la celebración del Corpus. Entre las múltiples actividades, destaca un evento muy especial: el Concurso de Cachiporras, que este año celebró su 27ª edición.
Esta peculiar competición tiene como objetivo exaltar una labor artesana única de la localidad: la fabricación de cachiporras, una especie de látigo hecho con ramos que emite un sonido particular al golpear el suelo, un arte que proviene de los antiguos cabreros de la zona.
La respuesta del pueblo fue masiva, demostrando que esta festividad sigue viva en el orgullo cultural y colectivo. Zahara de la Sierra, una vez más, ha demostrado que tradición y belleza pueden convivir en perfecta armonía bajo el marco incomparable de sus calles blancas y floridas.


