El 28 de mayo, el satélite Copernicus Sentinel 2 detectó en el Estrecho de Gibraltar solitones u ondas de gravedad que se movían en dirección este.
Los solitones son movimientos de agua que rara vez pueden ser detectados en la superficie. Estas ondas tienen lugar dentro de un cuerpo de fluido y existen debido a las fluctuaciones de densidad causadas por cambios como la temperatura o la salinidad.
El Estrecho de Gibraltar proporciona los ingredientes perfectos para que puedan darse este tipo de olas internas. La conexión entre el Atlántico y el Mediterráneo es un punto de intercambio en el flujo entre ambos cuerpos de agua: una capa profunda salada del Mediterráneo y otra superior de agua del Atlántico que tiene menos salinidad.
Las olas internas son generadas por el flujo de la marea hacia el este, generando las olas que normalmente no son visibles.
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