El Hilo Rojo: la academia 5.0 de la diseñadora que trabajó con Galliano y transforma la moda en San Fernando

Con un currículum potente con trabajos para la casa Dior, Cop Copine o El Corte Inglés, María González Rubio ha decidido volver a su tierra y dedicarse a lo que más le apasiona, la docencia

María González Rubio en la puerta de su taller de costura El Hilo Rojo.
12 de septiembre de 2025 a las 22:32h
Actualizado a 13 de septiembre de 2025 a las 19:41h

Decía Coco Chanel que “se triunfa con lo que se aprende” y este es el leit motiv de una academia de costura que ha venido a revolucionar el sector en San Fernando con su propuesta moderna y sostenible de la moda. Frente al antiguo corte, como se conocía ese espacio donde se reunían las mujeres que querían aprender a coser, ha aterrizado en La Isla El Hilo Rojo, un taller de costura 5.0 donde se conjugan las propuestas más arriesgadas con la costura de toda la vida y las puntadas tradicionales de las mujeres.

María González Rubio, isleña de nacimiento y diseñadora de moda, ha vuelto a su tierra después de casi treinta años desde que se fuera a estudiar moda. “A los 18 años me fui a Barcelona a estudiar en el Instituto Catalán de la Moda (ICM); allí viví siete años y presenté mi colección Casa Tomasa”. Sin conocer el idioma, se fue a París a trabajar con el diseñador gibraltareño John Galliano para la casa Dior en la colección de alta costura y las de prêt-à-porter de hombre y mujer. Allí también trabajó para la firma francesa Cop Copine, una reconocida marca gala abanderada también del prêt-à-porter y el tradicional saber hacer francés.

Sin darse mucha importancia, María responde a la lógica pregunta de cómo es trabajar en París para una casa de alta costura con una respuesta igual de lógica. “He trabajado con los mejores costureros, los mejores patronistas, las mejores telas. He aprendido todo allí, además de lengua y eso que yo el primer año era sorda. Imagínate todo lo que te nutre una experiencia como esa porque además allí la figura del diseñador está muy valorada y es muy creativa, te dan cancha libre para tú, crear”. Pero París, para ella, “siendo del sur, era una ciudad un poco hostil”.

"Lo mejor es ver cómo entran mis alumnas y cómo salen del taller"

Su madre entonces enfermó y María quería estar más cerca de España, de forma que puso rumbo a Madrid. Allí conoció a su otra mitad en El Hilo Rojo, Arabel Palencia Chaves, ecuatoriana y profesora de patronaje en una universidad alemana de moda afincada en Madrid. En la capital, María trabajó como diseñadora de moda para Blanco, Cortefiel y El Corte Inglés y su experiencia en estos últimos almacenes fue lo que provocó su giro de 180 grados. “Mi experiencia en El Corte Inglés acabó con mi deseo de ser diseñadora. Me sentía más secretaria de moda que diseñadora. Además, viniendo de donde venía, el listón estaba muy alto, por lo que decidí dedicarme a la docencia. Tenía mucho mundo recorrido, sabía muchas cosas y me pareció muy buena idea enseñar todo lo que sabía”.

Una alumna de El Hilo Rojo.  MANU GARCÍA

Arranca en 2021 en el barrio de las Delicias de Madrid

La contrataron como profesora de diseño de moda en United Pop y allí conoció a Arabel, profesora de patronaje. Se plantearon entonces abrir algo más pequeñito que no tuviera que ver con la formación reglada sino con el puro placer de enseñar a coser como hobby. En abril de 2021 arrancó El Hilo Rojo en el barrio de las Delicias en Madrid con “una acogida tremenda”. Después la pandemia, “la gente tenía muchas ganas de hacer cosas con sus manos, de valerse por sí mismos, de crear”.

Buscaron un nombre que fuera rompedor o tuviera un significado y terminaron apostando por el hijo rojo, el red trap con el que en el cine se denomina al hilo conductor de los guiones de las películas y que evoca a esa leyenda japonesa sobre que un hilo rojo invisible une a las almas predestinadas a encontrarse, independientemente del tiempo o la distancia.

Las alumnas en el taller de El Hilo Rojo.    MANU GARCÍA

Con algo más de cien alumnos, esencialmente mujeres, pero cada vez más hombres, El Hilo Rojo de Madrid iba viento en popa, pero “llevo años dando vueltas por el mundo y ya tenía ganas de recogerme, de venirme al Sur”. Y, según cuenta, “ha sido lo más complicado que he hecho en mi vida, más que irme a París sin saber francés”. También le ha costado encontrar un local acorde a las necesidades que requería para montar su propio taller de costura. Pero en plena calle Real haciendo esquina con la calle San Antonio, en el local que ocupó durante años Fotos Fabra y al lado de la mítica zapatería Carmelín, el escaparate de El Hilo Rojo invita a enredarse con ellas y anima a aprender, crear y diseñar desde cero. Y así lleva desde enero de este año cuando abrió sus puertas.

"Teniendo talla grande puedo hacerme mi propia ropa"

Eso es lo que ha hecho Bea, la más joven hoy en el taller. Con 23 años, está haciendo su tercera pieza: un chaleco acolchado que, de seguro, se pondrá este otoño. Acude con su madre y confiesa que ese rato con ella y el resto de compañeras es uno de los mejores de su semana. “Teniendo talla grande puedo hacerme mi propia ropa y es muy, muy gratificante ver terminada la falda que te has hecho y que te quede perfecta. En las tiendas habituales no encuentro ropa porque está hecha para cuerpos normativos, pero aquí la hago a mi gusto, a mi talla y como me apetece”.

Mencía, de 27 años, está en la primera parte del proceso de elaboración pintando en tela retor – una tela para hacer prototipos, como, por ejemplo, unas cortinas viejas- el patrón de una parte de superior que aún no ha decidido si terminará siendo un top o una chaqueta. “Vengo porque tenía muchas ganas de aprender a hacerme mi propia ropa y luego porque aquí se crea una comunidad de mujeres en la que nos sentimos cómodas y hacemos piña”. De momento sólo hay un hombre, pero “veo cada vez a más chicos mirando”, apunta María.

María González, con una de sus alumnas.   MANU GARCÍA

Claudia es otra de las jóvenes, ingeniera informática de profesión, a la que le encanta la costura como hobby. Como el resto, tampoco sabía coger una aguja, hilvanar ni coser a máquina. Hoy está terminando su propia camisa. “Me interesa mucho hacer ropa que tenga un estilo más alternativo”. Mari, sin embargo, es una de las veteranas y una de las antiguas costureras de las que “íbamos a las casas, al corte”.

Dejó la costura durante años y ahora es su hija la que la ha animado a volver. “Esto no tiene nada que ver con lo que yo hacía antes; con María hacemos un retor, cortamos el patrón, lo modificamos todo con mucha perfección. Ella nos hace trabajar”, explica mientras María le señala con guasa que uno de los centímetros no está correcto. “Para mí, esta tarde de costura es un auténtico relax, aunque me pelee con la profe”, dice entre risas.

Para María esa es una de las claves de su taller: el buen ambiente y buenos profesores. “Tenemos un ambiente muy divertido, con chicos, chicas y chiques desde los 14 hasta los 80 años. En El Hilo Rojo tenemos perfiles totalmente diferentes: desde gente mega moderna no binarios hasta la típica señora de vestidito camisero”. De ahí que, “nuestro reto es siempre aprender porque tenemos gente que nos pide un corsé y otra, una bata de guatiné”. En cuanto al profesorado, uno de los que imparte clases es el diseñador de moda e influencer Alberto Batres, muy conocido en redes por haber diseñado el segundo vestido de novia de la también influencer Eme de Amores. Y, por supuesto, Arabel su socia y profesora en Madrid.  

María, la profesora de El Hilo Rojo, da indicaciones a una de sus alumnas.  MANU GARCÍA

En su concepción más moderna de lo que es un taller de costura, María apuesta por la sostenibilidad frente a la fast fashion, o moda rápida, que impera en el mercado actual. “Una de las razones por las que El Hilo Rojo también abrió sus puertas es por el compromiso que tenemos con la sostenibilidad. Estamos consumiendo, acumulando ropa que ni nos ponemos porque nos queda fatal, porque es de mala calidad y eso genera unos residuos brutales. Toda esa ropa está hecha de poliéster, que es plástico de acrílico y eso tú lo lavas y genera unas microfibras que al final van al mar. Y toda esa ropa que supuestamente se dona, al final terminan en vertederos en África u otras zonas del mundo. A mí me indigna mucho”.

Por eso, “aquí le damos un valor al trabajo que se hace porque cuando tú llevas mes y medio haciéndote una falda y la tela te ha costado un dinero, te tienes que cuestionar por qué una prenda vale tres euros”.  En el taller se imparten incluso cursos monográficos sobre upcycling, o cómo transformar ropa que ya no usas en prendas nuevas, además de otros como taller de kimonos, corsetería o de tejidos.

María sigue con la gestión de los dos centros, el de La Isla y el de Madrid, pero su parte de docente es, sin duda, la mejor recompensa. “Lo mejor es ver a mis alumnas cómo entran y cómo salen del taller. Algunas veces vienen con su nube negra encima y se le quitan todas las penas con su faldita ya terminada. Cuando ven su propia creación, les hecho fotos porque todos son sonrisas, se ponen hasta a bailar. Es muy gratificante, tanto ellas como para mí, como docente”.

El Hilo Rojo está en la calle Real, 203 de San Fernando y en la web El hilo rojo taller y clases de costura.

Sobre el autor

Vanessa Perondi

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