El líder de una asociación muy combativa
Víctor Carrasco, un guardia civil con 33 años de carrera a sus espaldas, es desde principios de año el secretario general de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en la provincia de Cádiz, un cargo en el que sucede a María del Carmen Villanueva.
Ha estado destinado en su Murcia natal, pero también en Castilla-La Mancha y Castilla y León. Y en la provincia de Cádiz, en dos puntos calientes, como son Barbate y Chiclana, éste último, donde viene ejerciendo desde hace más de dos décadas.
Por eso habla con conocimiento de causa, desde el terreno, desde la primera línea que le da ser agente de seguridad ciudadana. Lleva años viendo cómo el narcotráfico crece en una provincia en la que se ven escenas impensables hasta hace poco. Asesinatos por encargo, vuelcos entre bandas, petaqueo descontrolado y narcolanchas a plena luz del día, por poner algunos ejemplos.
Algo que no sorprende tanto a agentes como Carrasco, que lidian cada día con un fenómeno cada vez más violento, más desvergonzado, más presente, más difícil de detener. Sobre todo con los medios, materiales y humanos, con los que cuentan. Es una de las principales reivindicaciones de la asociación que dirige. Pero tienen muchas más, de las que habla, sin cortapisas, en la entrevista que concede a lavozdelsur.es.
Respuesta. No. Aunque no soy un guardia civil vocacional, es un trabajo que te da muy buenas sensaciones. Generalmente, consigues que lo que estás haciendo en la calle tenga una repercusión.
R. Miedo no, pero sí incertidumbre y respeto. Estamos en una sociedad en la que el nivel de violencia está subiendo mucho, no solo en torno al narcotráfico, a cualquier nivel. Solo hay que ver las intervenciones que se hacen y lo violentos que son. Estamos teniendo muchos problemas.
"Hay una sensación de impunidad muy grande que hace que la gente se enfrente a los cuerpos policiales y a la autoridad de inmediato"
R. Lo venimos detectando desde hace muchos años. La sensación de impunidad que hay es muy grande, que luego no es real, porque cuando la haces, la pagas. Pero hay una sensación de impunidad muy grande que hace que la gente se enfrente a los cuerpos policiales y a la autoridad de inmediato. No solo a los policías... al juez, al médico, al profesor, a cualquiera. Yo creo que se están perdiendo el respeto y los valores.
R. Muchísimo menos. Cualquier imagen de autoridad se respeta mucho menos. También tengo que decir que hay muy buenos ciudadanos, no diré que todo el mundo es igual, lógicamente. Pero ahora somos muy dados a entrar en discusiones. Hay riñas entre vecinos que terminan con apuñalamientos. O gente que, por una discusión de tráfico, saca una barra de hierro y le revienta el coche al otro. Eso está pasando y antes era mucho más difícil verlo.
R. En narcotráfico, sí, sale bastante barato.

R. El delincuente, el narcotraficante, siempre va a tener mejores medios que nosotros, porque los puede pagar. Pero lo que percibimos ahora mismo, en estas circunstancias, es que estamos completamente abandonados por el Ministerio del Interior, que lo único que hace es poner parches. Te venden a bombo y platillo la construcción de una nueva embarcación, pero son parches que se ponen para ir tirando.
R. Aunque siempre hemos ido muy atrás, ahora se nota más. Hay una inversión muy grande del narco en materiales. Cuando nosotros no teníamos drones, ellos tenían drones. Cuando no teníamos GPS, ellos tenían. Nada más hay que ver las narcolanchas, con cuatro o cinco motores bestiales. A ver cómo se lucha contra eso. De hecho, habréis visto en estos últimos meses las narcolanchas en Sancti Petri, y nosotros mirando desde la arena porque no hay embarcaciones que puedan venir a por ellos. O antes de verano, que estábamos funcionando en el Guadalquivir con una embarcación, que estaba de forma permanente, después de que subiera una narcolancha hasta el estadio de La Cartuja de Sevilla. Eso dolió mucho. ¿Y todo el literal qué pasa? Aquí hemos tenido hasta siete narcolanchas esperando para repostar en Sancti Petri y no hemos podido hacer absolutamente nada.
R. Al menos, triplicar el material. Y adaptarlo a las circunstancias. Tener más embarcaciones y más vehículos para poder trabajar de paisanos, cosa que no se hace. No tenemos personal. Ahora se cogen menos alijos en tierra y se lucha más contra el petaqueo, que o lo pillas en el momento o ya no lo puedes pillar, porque no tenemos vehículos que puedan entrar en la playa.
"Hay que triplicar el material que tenemos, y adaptarlo a las circunstancias, tener más embarcaciones y más vehículos para trabajar de paisanos"
R. No vamos a negar que hay éxitos policiales, y eso es fruto del trabajo de los compañeros que dedican horas y horas a trabajar. Pero con el material que tenemos hacemos lo que podemos. El daño que nosotros estamos haciendo ahora mismo a las organizaciones, no voy a decir que es mínimo, pero es poco. Se desmantela un clan y enseguida sale otro. Y otro. Y otro. Estamos perdiendo la guerra contra el narcotráfico, que campa a sus anchas por aquí, como le da la gana.
R. Yo invitaría al ministro a que viniera y se subiera en el coche con nosotros. Que venga y lo vea. Hace años que venimos diciendo, desde AUGC y desde otras asociaciones profesionales, que el petaqueo iba a provocar que se establecieran clanes en las localidades. Y que había que tener mucho cuidado porque era muy peligroso. Pues ya tenemos los clanes establecidos en Chiclana, en Jerez... Lo venimos diciendo desde hace ya mucho tiempo. Antes trabajaban con gente que les traía las petacas. Ahora están trayendo camiones cisterna. Si eso no es sensación de impunidad...

R. Claro, al 90% del catálogo de puestos de trabajo del año 1990. Pero la realidad ahora es otra. El día que se cometió el homicidio, el asesinato por encargo del vecino de Jerez en Chiclana, solo fue una patrulla a la incidencia. Solo había una patrulla disponible en una ciudad de 90.000 habitantes, que en verano alcanza los 200.000. Pero es que de esa patrulla, una persona era alumno en prácticas. Nosotros llevamos todo el verano con una patrulla o dos, en las jornadas de tarde y noche.
R. Un número exacto no puedo dar, pero como mínimo el doble de lo que tenemos ahora. Los agentes que están a pie de calle, de seguridad ciudadana, son los primeros que llegan a los sitios, salvo que sean operaciones especiales. Estamos para todo. Lo mismo estoy sacando al perrito de una vecina que se ha quedado atrapado, que me llaman porque viene una narcolancha. Es que no damos abasto, es una vergüenza. El que sale perdiendo es el ciudadano, que no sabe lo desprotegido que está. Y nosotros (en Chiclana), en el fondo somos unos privilegiados. En la Sierra de Cádiz, hay patrullas que no tienen a nadie que pueda prestarles apoyo en un radio de 70-80 kilómetros.
R. Hace poco se vio en televisión, que estaban escoltando un envío con un arma automática. Están trayendo armas automáticas y fusiles de asalto. Estamos encontrándonos con el problema de que hay ciertos envíos de hachís que vienen con cocaína, y eso viene escoltado. No es algo que nos estemos inventando, con las redes sociales hoy en día, es fácil de comprobar. Cualquiera lo puede grabar.
"No damos abasto, y el que sale perdiendo es el ciudadano, que no sabe lo desprotegido que está"
R. Yo creo que no. Si la hubiera, se actuaría de otra manera. El narcotráfico es un problema que no causa una alarma social muy grande. Causa más alarma social que a una mujer de 80 años le peguen un tirón y le rompan la cadera, que el narcotráfico, porque la gente de la calle no detecta que le afecte. Hasta que no hay víctimas colaterales por un tiroteo entre bandas o un asesinato, por ejemplo, no se detecta que es un peligro. Pero 400 garrafas de gasolina en una casa rodeada de viviendas, sin estar habilitado para ello, y manejadas por gente que muchas veces está drogada o borracha... imagínate si explota, se lleva medio barrio por delante. Pero hasta que no se lleve medio barrio por delante, la gente no va a reaccionar. Incluso las instituciones lo minimizan. Aquí pasa todos los días. Unas veces los pillamos, otras veces no, pero petaqueo hay todos los días.
R. Ha afectado muchísimo, era la barrera que estaba consiguiendo minimizar su actividad. Con el narcotráfico no se puede acabar nunca, porque siempre va a haber gente dispuesta a trabajar para conseguir dinero fácil, pero sí se puede minimizar. Eso necesita una inversión de medios y personal muy grande y además tomar decisiones que políticamente son conflictivas, porque se necesita aumentar las penas, y hay lugares donde la población se rebela. Eso tiene un desgaste político muy grande. Cuando das seis o siete golpes en operaciones, siempre te sale la típica familia que dice que se están buscando la vida.
R. Llevamos años solicitándolo y el Gobierno ni siquiera lo ha prometido. Lo que llamamos Zona de Especial Singularidad es muy parecido al derecho preferente que todavía existe, que está vigente en el País Vasco. Cuando te destinaban allí, en los años del terrorismo, tenías derecho a pedir vacantes en otras zonas, por encima de otras personas con más antigüedad. Te podías marchar. Eso lo estamos solicitando para la provincia, porque hay agentes que reciben amenazas, ellos y sus familias.
R. Eso lo venimos nosotros diciendo hace tiempo, aunque esté fuera de nuestras competencias, pero por supuesto que hay que hacer una labor de educación y concienciación, con la gente joven sobre todo. Ahora mismo, transportar combustible es una infracción administrativa. Entonces, si un chaval de 16 años cobra un buen dinero por ayudar al petaqueo, y su amigo trabaja por 500 euros, para poder estudiar... eso es goloso. Luego vendrán las penas. Cuando la organización criminal no le permita salirse, y pase de ser un simple petaquero a hacer otras cosas... pero eso no lo ve ahora, lo verá dentro de diez o 15 años, cuando no pueda salir. La gente tiene la sensación de que el delito no compensa cuando tiene 40 años y ha estado diez diez o 15 en la cárcel, sale a la calle y ve que no tiene nada. Pero con 18 años y un fajo de billetes en el bolsillo, no lo ve.
"La gente tiene la sensación de que el delito no compensa cuando tiene 40 años y ha estado en la cárcel, pero con 18 años y un fajo de billetes en el bolsillo, no lo ve"
R. Nada. Los guardias civiles somos números. Lo que estoy diciendo es muy duro, me van a dar muchos palos, pero tiene que quedar claro que desde la AUGC no vamos contra ninguna escala, ni oficiales ni suboficiales, vamos contra la utilización que se hace de esa escala. La sensación que tenemos es que les importamos un pepino. ¿Qué pasó cuando murieron los dos compañeros? Despedida institucional, medallas... ¿pero viste a algún oficial, algún jefe, decir que esto es una vergüenza y no se puede consentir? Les importa más su cargo que los que estamos en la calle.
R. Esperemos que no, pero ahora mismo estamos entre medio de clanes, no sólo nosotros sino los ciudadanos también, y los clanes tienen sus problemas entre ellos, muchos conflictos, por lo que tarde o temprano va a pasar otra desgracia.
R. Aquí lo que haría falta es que todos los escalones se pusieran de acuerdo y que se funcionara a una. Que los cuerpos policiales no fueran cada uno por su lado, que el sistema judicial funcionara en condiciones, que hubiera un criterio unánime para que se investigara todo... Llevamos muchos años diciendo que un delito de narcotráfico no lo puede llevar un Juzgado de instrucción, que tiene que llevarlo la Audiencia Nacional o como mucho la Audiencia Provincial. Tiene que haber una estructura fuerte, protegida, que luche contra eso. Y ahora mismo no la tenemos. Ni la tendremos, me atrevería a decir, ni con un cambio de Gobierno.



