La cala del Aceite de Conil alcanza su aforo máximo por segundo fin de semana consecutivo

La excelente ubicación para días de viento y la subida de la marea provocaron que no se permitiera el acceso

Conil, vacuna contra el 'ladrillazo': casi 1,5 millones de metros junto a la costa para fines turísticos estarán protegidos. La cala del Aceite, en una imagen de archivo. FOTO: Flickr Martin Haisch
Conil, vacuna contra el 'ladrillazo': casi 1,5 millones de metros junto a la costa para fines turísticos estarán protegidos. La cala del Aceite, en una imagen de archivo. FOTO: Flickr Martin Haisch

La cala del Aceite es una de las playas más señeras de la costa gaditana. Un enclave entre terrenos escarpados que conecta con la naturaleza más puro, entre urbanizaciones en varios kilómetros a la redonda, que albergan a miles de turistas cada verano. Y por eso es también una de las más visitadas y ha provocado que, por segundo fin de semana consecutivo, este fin de semana tuviera que cerrar una vez alcanzado su aforo.

Así lo hizo saber el Ayuntamiento de Conil a los bañistas que se acercaban para disfrutar de un día de arena y chapuzones. Una vez más, como ya ocurriera el pasado fin de semana, cuando aún no se había abierto la movilidad interprovincial, la playa fue una de las más demandadas. También lo había sido la playa de Santa María del Mar en Cádiz.

La razón es que el fuerte viento que por rachas enfriaba el ambiente convertía la cala del Aceite en uno de los mejores remedios para pasar un día relajado de playa. La subida de la marea provocó que el pequeño espacio quedara encajonado entre los verticales escarpados. La Policía Local y Protección Civil tuvieron que controlar el aforo de nuevo, esta vez, con presencia ya de turistas de otras provincias.

La elección de acudir hasta esta playa hace más difícil reorganizarse con las subidas de la marea, frente a otras con arenales más amplios, de mayor profundidad y más largos en la costa. La llegada del calor provocará un aumento de visitantes, sobre todo cuando a partir del lunes 22 se permita la movilidad nacional e internacional, que es además cuando llega por fin el verano y queda atrás oficialmente esta primavera del confinamiento.

Los ayuntamientos trabajan en este contexto, el de la necesidad de cuidar los aforos. Es cierto que las playas no son focos excesivamente peligrosos de contagio, según lo que se sabe hasta ahora del coronavirus, siendo más propicio para la infección cualquier otro lugar cerrado, pero las dudas que genera esto se suma a lo devastador que sería para el turismo andaluz un foco de infección, siéndolo también para la propia salud pública, en una época en la que se multiplica el número de habitantes estacionales, con municipios sin hospital duplicando, triplicando y hasta cuadriplicando su población. Por eso, y de forma preventiva, se trata de cumplir con una distancia de seguridad en playas entre no convivientes de al menos tres o cuatro metros, lo cual facilita las entradas y salidas.

Por lo demás, otras cuestiones como el baño en agua salada del mar no son contactos de riesgo. Toda precaución es poca. En muchos municipios, eso sí, se ha optado por no poner en marcha zonas comunes como duchas, vestuarios o similares, o, al menos, ponerlos en marcha con muchas restricciones.

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