El 'hombre de la carpeta' y el mayor juego del mundo que tiene la arena de Rota, sin relevo generacional

La villa vive el final del verano con miles de almas diferentes: la americana, la que añora la tranquilidad del invierno, la del que no es roteño pero se siente así... "No entiendo que haya gente siempre quejándose de que haya ambiente y juerga a las once de la noche, yo soy de verano"

Varias personas jugando al dominó en la playa en Rota.
24 de agosto de 2025 a las 07:49h

Rota es la villa más cosmopolita si se mira su historia reciente. Porque aquí se calzaban vaqueros americanos cuando otros de su generación aún se enroscaban las boinas. La pizza empezó a convivir con el puchero y, para hacerla más americana, le echaron ketchup por encima. Al igual que sus vecinas Chipiona o Sanlúcar, Rota siempre tuvo dos almas, la marinera y la agraria.

Siempre hasta los americanos de la Base, que parece que a nadie gusta -más aún porque por la villa se habla de que cada vez traen más armamento, cosas de la era Trump- pero casi nadie imagina fuera. Quizás porque la era preamericana suena a 'la jambre'. Pero esas son otras historias. La del pasado y la de las historietas. Los americanos no se van a ir y la base es de soberanía compartida, con presencia española y OTAN.

A pie de acera.  JUAN CARLOS TORO

Hoy Rota tiene muchas más almas que dos, las que le ha dado su histórica apertura y su rebujina con los roteños. El turismo llegaba prácticamente a la vez que los americanos. Hay familias que vienen cada verano desde prácticamente los años 50. En aquella década, las carreteras en España iban mejorando, se empezaban a construir pisitos. Quien entonces tenía dinero, familia y tiempo -de lo que va la vida, vaya, eso no ha cambiado- se iba en su cochecito -o como fuera- para el tiempo del calor. Hay gente que no es de Rota pero que cuando le dicen 'su pueblo' piensa en Rota porque es donde ha echado los veranos y conserva los recuerdos familiares más bonitos. Lo que para otros es irse a Villarganda de Abajo, hay abuelos que relacionan infancia con los veranos en la playa, cuando en las playas se instalaban casetas y no había que bajar con sombrillas.

La tertulia del dominó. JUAN CARLOS TORO

Luis recuerda cuando el paseo de la playa de la Costilla era pura arena. Su bisabuelo ya veraneaba aquí, aunque él a quien recuerda es a su abuela veranear. "Aquí venía la gente que tenía cuatro durillos". Ahora, se sienta a veces buscando la sombra en la mañana con su silla de playa sobre el acerado del paseo, viendo a gente pasar y fumando. "Tengo fotos con seis años en la calle Santa María del Mar". Hoy está jubilado. Nacido en Andújar, en realidad siempre vivió en Mairena del Aljarafe, así que pertenece al cupo de sevillanos. Los siete hermanos que son, con sus padres, acudiendo con la ranchera de la familia. Ahora sigue acudiendo, aunque se mueve "según las dolencias de mi señora". Su hijo, de 34, "ya está volando" y lo que le pide el cuerpo es echar ratos.

Lo hace con un grupo de hombres más o menos de su misma quinta, de procedencia heterogénea, que se reúnen cada día en la arena a la sombra de una torre del socorrista en la Costilla. Una mesita, un dominó y la correspondiente carga. Un jerezano, Modesto, ha presenciado lo que ha crecido Rota en estos años. Los días más masivos del pasado fin de semana por la ola de calor, y otras jornadas más tranquilas cuando no es el termómetro para tanto. 

"Mi padre estaba harto de campo, así que se colocó en la Base"

El grupo se conoce desde hace muchos años. Entre ellos está Antonio, de 78 años. Roteño, que recuerda "el cambio radical muy grande" de Rota, entre americanos y turistas. Su familia era del campo y fue una de las que sufrieron las expropiaciones. A su padre le dieron dos opciones: o un campito o entrar a trabajar en la base. "Estaba harto de campo". Aquí el que más o el que menos algo de oído le ha echado al inglés, aunque uno podía hacer su vida sin pasar del good morning. Antonio, medio en broma, sí que dice que en invierno se vive más tranquilidad, "clamando para que termine el verano". Ahora no se puede aparcar. 

Las bajada a La Costilla.  JUAN CARLOS TORO

En las partidas de dominó, ha habido históricamente una fuerte convivencia. Se reunían "80 parejas" de dominó. Hoy quedan cinco o seis. "Va faltando gente". Hay quien está enfermo y hay quien ya no está. En este punto de la Costilla se reunían, anexando las familias e incluso poniendo al final del verano alguna carpa para el torneo que incluso tenía entonces presencia municipal. "Hoy quieren maquinitas los niños", cuentan. "No hay relevo generacional".

Todo va cambiando. Los que eran niños hoy son grandes y el seis doble para ellos no significa nada. Y en Rota es que no te aburres. Esta semana había planes cada día. Que si el torneo de triples, el festival de foodtrucks, las noches literarias -con presencia de los almudenos, el grupo del que formaba parte la añorada Almudena Grandes y que mantienen los literatos que aquí veranean, como Joaquín Sabina, Luis García Montero o Benjamín Prado-. 

Así que el divertimento familiar viene solo y no se genera ese espacio del dominó, al que siempre acompaña la tertulia reposada y los litros de cerveza -como señalan los amigos del dominó bajo la torre del vigilante-.

Un hombre se ducha en una playa de Rota, este lunes, día final de la ola de calor. JUAN CARLOS TORO

Rota es villa histórica, y podría ser ciudad de los 15 minutos entre junio y septiembre, porque como piden las altas autoridades, hay que se tiene todo a la mano a un paso de no más de 15 minutos. Sueño bruseliano, mitad pueblo mitad de todo, para comprarse unos pantalones y cenar al lado de casa. 

Con esas conviven los roteños y hay uno ilustre en los últimos tiempos, Antoñito Molina. El cantante cogió de apellido artístico el Molina de la madre, pero a su padre, Caballero, le hizo una canción, El hombre de la carpeta. Porque "yo era comercial de Mapfre" e iba siempre con esa carpeta por la calle, cuenta Antonio Caballero. "Doy gracias a Dios porque ha llegado a tanta gente, eso era impensable".

El hombre de la carpeta, la canción que Antoñito Molina compuso para su padre.

Antonio Caballero, en otra tertulia de la Costilla, a las puertas del local de Juan El Sombrillero al que esta semana retratábamos en lavozdelsur.es, explica que a su hijo Antoñito no le vino de familia pero que siempre le vio lo de artista, y que el boom llegó después de la pandemia, de hacer conciertos en salas pequeñitas a llenar campos y hasta pregonar el carnaval de Cádiz.

El excomercial de Mapfre palpó durante años su villa y sentencia que la vida es mejor que antes. "El tema de la base es fundamental". Sinónimo de economía, también es sinónimo de riesgos: "Cualquiera con un poquito de cerebro sabe lo que ahí puede haber, pero hay que convivir con eso". 

Antonio Caballero, padre de Antoñito Molina, en el local de Juan el SombrilleroJUAN CARLOS TORO

Y el turismo. Ha rozado a muchísimo visitante, con los que lleva su vida compartiendo calles. Pasó, antes del mundo de los seguros, 17 años sirviendo helados en la avenida de Sevilla, "cogiendo vínculos impensables". Está a gusto, feliz, viene a decir, en esta ciudad itinerante, y encantado de que sea verano, nada de desear que llegue el invierno y la tranquilidad gane los rincones. "No entiendo que haya gente siempre quejándose de que haya ambiente y juerga a las once de la noche, yo soy de verano". Aunque eso del aparcamiento sí hay que resolverlo. "Yo soy crítico y es que cerca del centro no se puede circular, eso hay que solucionarlo". Si no, tocará ir andando. Como cuando iba con la carpeta.

Sobre el autor

Pablo Fdez. Quintanilla

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