La portuense Sara de los Ríos se fue hace un año y medio a Bristol cansada de buscar trabajo. Su experiencia es la de muchos jóvenes altamente preparados que no pueden desarrollar su talento en España.

Sara de los Ríos Rodríguez es un claro ejemplo de lo que ha hecho la crisis económica a los jóvenes de este país. Con una extensa formación y desesperada por encontrar trabajo, hace un año y medio decidió hacer las maletas e irse al extranjero a trabajar de lo que fuera. “Para tener un trabajo que no me corresponde con mi formación en España prefiero tenerlo en otro sitio, que por lo menos conozco otro idioma, otras personas y tengo más posibilidades de las que tengo aquí”.

Y así, un 8 de enero, esta portuense de 27 años, diplomada en Trabajo Social, máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos y con una amplia formación externa, sobre todo, en igualdad de género, tomó rumbo a Bristol (Inglaterra) para trabajar en un principio en algo relacionado con su profesión. “Decidí irme porque llevaba ya mucho tiempo buscando trabajo en España, desde que terminé la diplomatura en concreto, y no encontraba nada. Tenía bastante claro que tarde o temprano tendría que irme y cuando estaba ya terminando la adaptación al grado de Trabajo Social, encontré una oferta como cuidadora en Inglaterra”. No se trataba estrictamente de un empleo de trabajadora social pero “sí tenía un acompañamiento y supervisión de las personas que cuidábamos”. Se fue entonces con los ojos cerrados pero, aquello resultó al final “una estafa”: “nos tenían bastante explotados”. Además, “todos los inmigrantes éramos trabajadores sociales y, en cambio, los ingleses no tenían ningún tipo de titulación”.

Y es que Sara en todo momento tiene claro que ella es una inmigrante, ni expatriada, ni aventurera (que personalmente sí lo es), puesto que el motivo de su marcha tiene que ver con la falta de oportunidades en su país. La emigración además es un tema que le apasiona y que ha estudiado en profundidad pues, no obstante, sus trabajos de fin de carrera han versado sobre eso.  Pero “por muchos datos y números que tengas, hasta que no estás en el extranjero no eres consciente de la cantidad de españoles que hay fuera. Es impresionante. Tú vas por la calle y vas escuchando hablar español; estás en un bar y están hablando español; hay restaurantes españoles, tiendas españolas, casas donde solo viven españoles…es una exageración. En Bristol, en concreto, hay muchísimos, pero también en Londres, en otros pueblos de Inglaterra, en Alemania, en Francia…no entiendo cómo quedan españoles aún en España”.

"Allí  valoran el esfuerzo y puedes ir ascendiendo en la empresa; todo el mundo tiene posibilidades de encontrar un trabajo"

Su periplo en Bristol ha tenido muchas más cosas positivas que negativas pero, sin duda, no ha sido un camino fácil. Tras aquel primer empleo, comenzó a trabajar en MacDonald’s, donde, curiosamente, ha estado más tiempo. “Al ser una empresa grande, cuida mucho a los trabajadores…teníamos muchas facilidades en cuanto a días libres, vacaciones, horarios, permisos”. El trabajo le permitió además conocer a muchos inmigrantes y, sobre todo, mejorar su inglés al trabajar de cara al público. Pero Sara quería ganarse la vida con su verdadera pasión, así que contactó con distintas agencias con las que consiguió trabajar de ayudante de profesora de niños discapacitados. “No era exactamente lo mío pero sí estaba relacionado”. El pero es que solo la llamaban en contadas ocasiones y no era nada estable. “Tenían un método muy raro: te avisaban para trabajar el mismo día y tenías que insistir mucho para que te llamaran, así que he trabajado poco con estas agencias. La suerte es que podía compaginarlo los fines de semana con mi trabajo de MacDonald’s que es lo que me ha permitido poder vivir allí bien”.

En busca de esa estabilidad laboral, Sara se decidió finalmente por la hostelería en una cafetería pero aún no tiene claro cuál va ser su futuro, ahora que ha vuelto. “No tenía ningún planteamiento de volverme a España porque mientras que la situación política y económica fuera igual no tenía sentido volver pero me lo estoy planteado un poco porque he visto que van a salir bastantes oposiciones y me interesa intentar otra cosa”. En todo caso, Sara se muestra prudente: “primero me quiero informar bien a ver qué posibilidades hay y una vez que esté informada, daré el paso”. Eso sí, “si no me salen las oposiciones, me volvería a ir otra vez”.

Y es que el panorama laboral en España es desalentador para los más jóvenes. “Es muy triste que los jóvenes de esta generación tan preparada tengamos que irnos para trabajos que tampoco son de nuestro nivel: la mayoría estamos en la hostelería, con agencias y con los trabajos más básicos. Es muy triste que nuestro propio país no nos dé las oportunidades que debería darnos”. Una sobrecualificación que, en la mayoría de los casos, resulta perjudicial: “te desmotiva no encontrar trabajo de lo tuyo y hasta te ves que no estás preparada, que no eres capaz y eso no es justo. Una dejar de tener aspiraciones y te conformas con poder vivir bien”.

Y para eso, prefiere hacerlo en el extranjero. “Allí valoran el esfuerzo y puedes ir ascendiendo en la empresa; todo el mundo tiene posibilidades de encontrar un trabajo sin importar, por supuesto, etnia, género o religión, además de que respetan mucho más los derechos de los trabajadores. No en todas las empresas, pero en general, sí. La gente no tiene miedo de preguntar por sus vacaciones o sus días libres como en España”.

Ella se ha adaptado bien a Bristol, una ciudad que le encanta. “Es una ciudad muy joven, intercultural, activa, de artistas”. Precisamente, de Bristol es el artista grafitero más famoso del mundo, Banksy y eso se nota en la ciudad. “Cada día de la semana hay fiesta, dan clases de baile, hacen muchas actividades al aire libre”.

La experiencia es aún más gratificante por todo lo que se aprende al salir al extranjero: “Te ves sola y tienes que enfrentarte a muchas situaciones y solucionar tus problemas. El hecho de hacerlo en un país y con un idioma que no es el tuyo, te hace crecer como persona y ser más madura, más centrada, y preocuparte por cosas que de verdad importan”.

Su año y medio en Bristol le ha permitido además conocer a mucha gente, “gente maravillosa de países que nunca hubieras imaginado”, como su amiga húngara o sus amigos franceses, italianos y portugueses. Porque el sur tira. “Somos gente con carácter abierto, cercano, cariñoso y allí no es lo mismo”. También le cuesta el clima: “para mí es lo más negativo. Acostumbrada a vivir en Cádiz, allí estamos a -2 grados o con lluvia todo el tiempo. Aquí cuando llueve uno se queda en casa, pero allí tienen que salir porque si no estarían todo el tiempo encerrados”.

Y como todo emigrante, Sara repite el mismo patrón: “Echo muchísimo de menos España, el clima, mi gente, la gente, y la comida. Allí las verduras, la carne y el pescado son muy caros mientras que los chocolates son muy baratos… así venimos luego los españoles, con unos kilitos de más”.

Ahora que está aquí, Sara siente ya nostalgia de la vida en Bristol. “Puedes vestir como quieres y no van a dejar de contratarte por cómo vayas vestido o peinado. Me gusta también mucho que están más concienciados con la igualdad de género y en las discotecas, por ejemplo, pagan tanto hombres como mujeres. Me encanta que no haya esa diferencia de género. Hay además muchas mujeres en todas las profesiones”. 

Sus aspiraciones son hoy encontrar un trabajo que le dé estabilidad y poder vivir tranquila. El sitio, sigue siendo una incógnita.

Sobre el autor:

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Vanessa Perondi

Periodista.

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