Ámparo García tenía 24 años cuando fue fusilada en 1936. Lo mismo le ocurrió a Antonia Cabañas de 32 años y a Francisca Torres Fernández, con 20 años. Eran trabajadoras de la fábrica de tabacos de Cádiz. Las tres rosas de Tabacalera que siguen estando presentes en la memoria colectiva cada vez que un colectivo se hace notar. La Asamblea Feminista Las Tres Rosas de El Puerto debe su nombre a ellas. Mujeres que lucharon como lo hacen las 17 que forman esta organización desde agosto de 2015.
Celebran diez años de visibilidad por la igualdad y la justicia social. Una década llevando a la esfera pública denuncias y asuntos de los que antes no se hablaban.
Estas vecinas de El Puerto, de diferentes edades, siendo la más joven, de 27 y la mayor, de 77 años, son lucha, apoyo, acompañamiento y voz. Vanesa Gómez Bernal, de 38 años, es una de las que fundaron la Asamblea aquel verano “de manera espontánea”. Varias compañeras que participaban en movimientos sociales de la ciudad estaban reunidas para otros asuntos cuando surgió la idea.

“Echábamos en falta algo de corte feminista. Algunas estábamos en colectivos que estaban uniéndose para crear lo que se llamaron las candidaturas populares a nivel municipal. Participábamos en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, en Derechos Humanos, en sindicatos y así nos conocimos”, explica Vanessa a lavozdelsur.es.
Buscaron un nombre y empezaron a realizar acciones. “Alguna veníamos de la lucha sindical y nos pareció que elegir las tres rosas era una manera de empezar haciendo memoria histórica y de tener unos referentes apegados también a nuestro territorio”, sostiene la portuense.
Las vecinas recuerdan sus primeros meses de vida en una ciudad en la que nunca había existido un colectivo de esta índole. Al principio, muy pocas se sumaban a sus propuestas, que chocaban en el ámbito público. “Nuestras primeras presencias fueron molestas. Llevamos 10 años recibiendo insultos y ataques por redes sociales, estamos acostumbradas, pero el primer año notamos mucha incomodidad por determinados sectores”, comenta Vanesa, que recuerda que antes de la Asamblea, no se organizaban manifestaciones por el 25N o el 8M en la ciudad.
El primer 8M eran unas 20 personas con carteles. “La gente nos miraba, pero poco a poco se fue sumando gente”, dice. Con máscaras, pancartas y banderas, han ido haciéndose su hueco y consiguiendo respaldo y apoyo en sus distintas movilizaciones por los derechos de las mujeres.



No solo han estado implicadas en los asuntos de violencia machista, sino también en LGTBIfobia, aborto, derechos laborables o la turistificación. En 2017, crearon un grupo de apoyo a mujeres víctimas de violencia machista y, desde entonces, acompañan y apoyan a las que acuden a la Asamblea.
Según señala Vanessa, muchas de ellas contactan porque consideran que los recursos institucionales son insuficientes. Actualmente, atienden a dos mujeres. “El acompañamiento, la escucha, estar con ellas, intentar asesorarlas en lo que podamos, siendo conscientes de que no somos un servicio profesional”, comenta.
“Cubrimos esa parte emocional que las mujeres necesitan. Ellas buscan un poco de refugio en nosotras”, dice.
El esfuerzo de visibilizar
En los próximos meses, la Asamblea Feminista tiene previsto impartir talleres de concienciación sobre la violencia machista a los presos de la prisión de Puerto I, iniciativa que impulsó hace un año.
Además, Vanesa y sus compañeras están preparando una campaña de sensibilización. “En los últimos tres años hemos visto que hemos retrocedido. Tenemos que explicar otra vez ciertas cosas que creíamos haber superado. Otra vez nos encontramos con un discurso que está negando la violencia contra nosotras”, lamentan.


