El presidente del 'partido nacional hostelero' en Cádiz: 40 años sin paz

De María renueva el cargo que ejerce con creciente ruido desde 1988. Cuatro décadas al frente de unos autónomos a los que convenció de su peso económico y político a costa de distanciarles de la ciudadanía

Antonio de María, presidente del sector hostelero de Cádiz.
Antonio de María, presidente del sector hostelero de Cádiz. GERMÁN MESA

"Todos sabemos lo que hay. Si le contestas o le llevas la contraria te hará la vida imposible, te apartará de todo. A cambio, hay que ser honestos, Horeca [la patronal de hostelería de la provincia] nunca ha ayudado y protegido más a sus socios que en estos últimos 15, 20 años".

"Te asesoran con todo, llamas con una duda sobre cómo hacer un contrato y te la resuelven, te tienen al día de cualquier cambio legal, dan la cara por medio metro más de terraza. Eso hay que reconocerlo".

El que da testimonio es un ex dirigente de Horeca que dio el salto en 2023 a otro sector empresarial fuera de la provincia y puede hablar con tranquilidad. Con todo, prefiere no dar su nombre, "que tiene muy mal perder, no lleva bien la crítica ni la discrepancia, va a por ti".

Estas palabras sirven para describir, parcialmente, algunos de los rasgos de Antonio de María Ceballos (Cádiz, 1949), de las pocas personas que ocupará el mismo cargo durante 40 años en la provincia de Cádiz si todo transcurre con normalidad.

Eso sucederá en el año 2028, al término del mandato que renovó este viernes, cuando tenga 79 años.

En los méritos achacables a esta larga trayectoria de representación empresarial está un incremento desconocido en la afiliación a la asociación, con más de 800 integrantes, y el espectacular progreso de todo el sector hostelero y turístico en la provincia desde los primeros años del siglo hasta ahora.

Es cierto que esta última realidad implica directamente a un amplio conjunto de empresas, colectivos, profesionales e instituciones, más allá de Horeca.

Del peso de la asociación y de su presidente dan una medida certera las presencias políticas en el último acto de reelección. Alcaldes de la Bahía, la ex alcaldesa de Cádiz, el responsable turístico de Diputación y la de la Junta, un ex comisario de Policía Nacional...

Esa XLVII Asamblea de Hostelería y Restauración de Cádiz, Horeca, de esta semana fue la encargada de prolongar una etapa de llamativa extensión. La reelección se produjo por abrumadora mayoría, sin rivales, a la búlgara, como sucede una cita tras otra desde 1988.

En este largo tiempo, este hombre padre de dos hijas, abuelo de tres nietas y antiguo empresario jubilado se ha convertido en un fijo de la vida social de la provincia de Cádiz.

Durante la segunda parte de esas cuatro décadas, su presencia se asocia con un perfil reaccionario y conflictivo, más cercano a la discusión pública que al diálogo y el acuerdo.

"Todos en Horeca sabíamos de qué pie cojea. Es más, tienes que seguirle el paso. En un comité, recuerdo que un directivo nuevo, muy joven, le hizo una matización".

"Fue porque De María había dicho que como compensación a no se qué logro o por algún aniversario habría una cena en la que todos podrían llevar a sus esposas, a sus señoras. Ese chaval levantó la mano y dijo: bueno, Antonio, llevarán a sus señoras o a sus señores los que sean gays, o a sus novias las compañeras que sean lesbianas, cada cual a la pareja que tenga".

La respuesta de Antonio de María, según este testigo, fue que ya estábamos con las pamplinas de los modernitos. "El chaval, creo que era un hostelero de Jerez o Sanlúcar, no volvió a ser convocado nunca a una junta".

Ese presunto chascarrillo permite acercarse a la personalidad de un hombre de la vieja escuela, propia de su edad, con atuendo y libreto clásicos en extremo, orgulloso conservador que ha dado un sello ideológico a un colectivo teóricamente profesional.

Las constantes polémicas y declaraciones de Antonio de María le han colocado, especialmente entre 2014 y 2024, siempre enfrente de cualquier gobierno, debate o medida de tono progresista.

El último ejemplo es el rechazo a la tasa turística (el cobro de dos euros por pernoctación para cubrir servicios municipales o públicos) por considerarla "un impuesto puro y duro". Y los impuestos, al parecer, son algo muy malo.

La prohibición de fumar en las terrazas también encuentra su rechazo frontal: "Nos van a tener como policías controlando a los clientes".

Todo está mal siempre que atente contra la sacrosanta libertad del mercado hostelero, hotelero y turístico que crea riqueza a manos llenas para luego repartirla con equidad y generosidad conmovedoras entre miles de trabajadores.

Esta tendencia a reforzar el carácter político de la organización, a reivindicar su peso económico "como el sector que más empleo crea", ha sido una constante.

Esa barbilla tan alta, una supuesta altanería colectiva disfrazada de cierto victimismo, ese "no nos dejan crear riqueza en paz", tiene reflejo en todas las zonas de España, especialmente en grandes ciudades con patrimonio histórico y en la costa.

De María es el representante en Cádiz -quizás un avanzado, nunca un verso suelto- de ese partido nacional que los hosteleros parecen dispuestos a defender a costa de distanciarse de la previsible relación y la cordialidad con los vecinos, con la ciudadanía y los residentes, entre los que están buena parte de sus clientes.

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Raúl Cueto, vicepresidente en la última etapa, en una entrevista realizada en septiembre de 2023.  MAURI BUHIGAS

Uno de los episodios sintomáticos se dio en enero de 2022. Su arrojo público, su protagonismo mediático le llevó a convocar una rueda de prensa para pedir la destitución de un cargo político elegido, como es obvio, democráticamente.

"Creo que no debería estar en el puesto que ocupa. Cuando uno no sirve para determinadas cosas lo mejor es que no las haga. Cualquier empresario de hostelería está descontento con su gestión en Urbanismo". 

Dirigía esas declaraciones contra el concejal gaditano, entre 2015 y 2023, Martín Vila (Izquierda Unida), convertido en enemigo público por tratar de reforzar y aplicar las limitaciones de espacio para las terrazas de bares y cafeterías que ahogaban algunas calles como Virgen de la Palma (barrio de La Viña) 

Raúl Cueto, uno de los hosteleros más pujantes de la ciudad de Cádiz, mucho más joven y reciente colaborador de su directiva llegó a reivindicar "el peso político" de la hostelería en unas elecciones municipales durante una entrevista con lavozdelsur.es y ese mensaje es puro De María.

El eterno presidente ha convencido a los suyos de que son tuertos dignos de toda consideración en una tierra de gente cegada por el mar y el sol, tullidos sociales, hambrientos de alternativas industriales, laborales.

El turismo, sea o no un gran invento, empiece a molestar o no por masivo, sea pasto de pícaros o repentistas, es lo único que tenemos y merece todo cuidado, toda bula. Cualquier norma es un estorbo, casi un complot. Ese podría ser el resumen del argumentario.

Instalado ya en esa leve manía persecutoria, en el orgullo de pertenencia "a la primera industria de esta provincia", empezaron a llegar las mayores polémicas, incluso con una repercusión estatal que le incomoda poco. Especialmente con opiniones sobre el mercado laboral en la hostelería.

La mayor se produjo cuando, en un congreso turístico en Chiclana, a principios de 2023, sugirió contratar a jóvenes marroquíes, alumnos de las escuelas de hostelería, para cubrir la alarmante falta de mano de obra en el sector.

Aunque realizó mil matizaciones y correcciones, aquella propuesta le definió para sus opositores. Entre la marea de reacciones, en redes sociales o entre políticos de toda la provincia, pueden destacarse como resumen las declaraciones de José Ignacio García, portavoz de Adelante Andalucía en el Parlamento autonómico: "Son palabras propias de explotadores y de racistas".

A De María, por más que trató de ajustar esa propuesta a todo tipo de buenas intenciones, de convenios y programas administrativos, incluso a un acuerdo con ONG para contratar a jóvenes inmigrantes sin tutela familiar o estatal, le quedó el sambenito de querer obtener mano de obra barata en países con muy bajo nivel de vida, donde están obligados a aceptar sueldos que los trabajadores de Cádiz (o de Andalucía, o del resto de España y Europa) no quieren aceptar.

De hecho, esas presuntas malas condiciones económicas han formado el otro gran bloque de los exabruptos de Antonio de María en el último tercio de su mandato entre dos siglos.

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Asamblea celebrada en Puerto Real donde resultó reelegido Antonio de María.

A pesar de las constantes denuncias sindicales y de los endémicos testimonios que muchos gaditanos reciben de sus familiares y conocidos, Antonio de María ha cogido la bandera y no la suelta.

El negacionismo de la explotación o la precariedad, de los chanchullos o los impagos ha sido otro de los sellos de su presidencia al frente de Horeca. En un programa de televisión de la cadena nacional Cuatro, el pasado 23 de noviembre, repetía por enésima vez su discurso.

"Es mentira que los trabajadores de hostelería estén mal pagados". Preguntado, en directo, por el motivo que provoca la falta de mano de obra, de candidatos para tantos puestos vacantes, culpó al sistema de desempleo: "Si no les resulta satisfactorio el puesto que se les ofrece prefieren cobrar el paro".

Su, por entonces, vicepresidente Raúl Cueto, días después, repetía un mensaje que no es casual: "Decir que los sueldos bajos son sistemáticos en la hostelería es tratar a los trabajadores de tontos, de personas que se dejan pisotear en sus derechos. Tienen un convenio, lo saben y se aplica".

Normal en lo privado, deslumbrante en lo público

Como sucede con muchos entrenadores y directivos de relumbrón, De María fue un jugador normal, correcto, del montón, como tantos. El eterno presidente inició su carrera profesional en la adolescencia, siempre en la hostelería. En 1971 debutó como empresario al frente del Hostal Norte, en Cádiz. Luego llegarían sus mayores triunfos, los restaurantes China I, China II y China III, en Cádiz los dos primeros y en Algeciras, el tercero.

El de la plaza de San Antonio es recordado como uno de los primeros especializados en esa versión de cocina oriental -irreconocible para la mayoría de los oriundos de China- que luego se haría omnipresente en cada pueblo y ciudad de España. Fue muy popular el cocinero Huan, Juan, que montó una carta vigente hasta los últimos años del local, ya a principios del siglo XXI. Décadas después de ser pionero, aún se despachaban, sobre todo para llevar, rollitos de primavera, pollo al limón y arroz tres delicias cuando todas esas recetas convivían ya con un menú de cocina tradicional andaluza.

De María llegó a Horeca muy joven, en 1982. Cuatro años después fue puesto al frente de la Asociación de Cafés, Bares, Salas de Fiestas y Discotecas de Cádiz. Cuando fue elegido presidente, en 1988, aún estaban en pie la Unión Soviética y el muro de Berlín, no existían los teléfonos móviles, ni siquiera internet y el Fútbol Club Barcelona nunca había ganado una Copa de Europa, Messi no había cumplido un año.

Con el tiempo, alcanzó la directiva de Hostelería de España y, por supuesto, de la andaluza. Declarado una de las "personas más influyentes en la vida económica de Cádiz" por la revista Agenda de la Empresa Andaluza, cuenta con decenas de reconocimientos como la medalla de bronce de la Ciudad de Cádiz, la medalla de la Junta de Andalucía, el Premio Nacional al Mérito Hotelero, el Nacional de Hostelería o el Premio a la Excelencia Turística.

 

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o integrado tertulias de Canal Sur Radio, Cadena SER, Canal Sur Televisión, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción ("no sabía que existiera ese género", dice) 'Ya vendrán tiempos peores' (Editorial Cazador, 2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blog como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el 'podcast' de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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