Aún no lo confirma, pero está claro que está deseando hacerlo. Confirmarlo y presentarse. Porque José Antonio Barroso, más conocido como Pepe Barroso, dice que no está de vuelta, porque nunca se fue de la política. Fue alcalde de Puerto Real durante 28 años, en dos etapas prolongadas. La primera, de 16 años, entre 1979 y 1996. La segunda, de doce años, entre 1999 y 2011. Y quiere volver a serlo.
A sus 73 años, José Antonio Barroso Toledo (Puerto Real, 1952) está en forma. Lo demuestra ofreciendo una rueda de prensa que dura casi una hora. Una exposición en la que, con unas pocas preguntas, se recrea en detalles, en calificaciones, e incluso en anécdotas personales para postularse como candidato a las próximas elecciones municipales. Que no está confirmado, pero como si lo estuviera. Porque mucho tiene que cambiar para que no haya una papeleta con su nombre en mayo de 2027 en los colegios electorales de Puerto Real.
Hace meses que Barroso dejó de estar en la sombra para tener exposición pública. Concede entrevistas, da su opinión sobre temas de actualidad de Puerto Real y está presente en la vida política del municipio. Ya dice que no se va a morder más la lengua —si es que alguna vez lo hizo—, y que opinará de todo tema que la gente le reclame.

Lo último, sobre los cortes de agua sufridos por miles de vecinos del municipio esta semana. Si el gobierno local alude a la antigüedad de la red de saneamiento, él dice que es "mentira", y apunta a una manipulación del sistema, que provocó una "sobrepresión" tras los fallos detectados el pasado mes de marzo. "Soy de Puerto Real, nací aquí, crecí sin agua corriente, y sé perfectamente cuándo llegó el agua a este pueblo. Escuchar decir que hay tuberías de 1956 es sencillamente falso: en esa época no existía agua corriente en Puerto Real", dice.
Comparece Barroso en la sede de la asociación de vecinos del Barrio Jarana, rodeado de paquetes de patatas, cajas de botellines de cerveza o refrescos y una incipiente decoración navideña compuesta por un árbol de Navidad y espumillón colgando de las columnas. A un metro de un futbolín, en el que posa para el fotógrafo de lavozdelsur.es. En una metáfora visual perfecta que muestra que está preparado para salir a jugar. Protagonizando una escena costumbrista, sin pretenderlo, que no es capaz de imaginar ningún guionista de este país.
Lo hace en este lugar, explica en petit comité antes de empezar la rueda de prensa, porque está cerca de donde reside y porque ahora no tiene otro sitio donde hacerlo. También —esto no lo dice– porque simboliza el toque obrero que siempre representó durante su carrera política. Barroso vive en el Barrio Jarana, después de su autoexilio a Cuba cuando las urnas le dieron la espalda, y para 2027 quiere ocupar de nuevo el despacho de Alcaldía.

Decía la actual alcaldesa, Aurora Salvador, de la Confluencia de izquierdas de Puerto Real —ella pertenece a IU, como Barroso— que sería un "reto enorme" y "muy excitante" enfrentarse al exalcalde en las urnas. El propio Barroso responde a esta afirmación: "Para mí no es un reto. Le tengo respeto personal, sé lo que es pasar por momentos difíciles en la política, pero siendo honesto, considero que no tiene aún el nivel de conocimiento ni la experiencia necesarios para gobernar Puerto Real en una situación tan compleja".
Y se recrea aún más: "Mi reto, en todo caso, sería que no parezca excesiva la diferencia política de conocimiento y de experiencia entre ella y yo". En la última crisis, la del agua, cree que "lo más grave no es solo que falte el agua, es que haya vecinos que se planteen marcharse de Puerto Real porque sienten que aquí ya no funciona casi nada".
"Hablo ahora porque la gente me lo pide"
"Yo nunca me fui de la política, solo de las instituciones", insiste Pepe Barroso, quien tras un largo paréntesis vuelve a opinar. Lo hará, dice, cada vez que la ciudadanía se lo reclame. Y se presentará a las elecciones si, una vez más, "la ciudadanía me lo pide de forma clara y mayoritaria". "No por ambición personal, sino por compromiso con este pueblo", agrega.
"Hablo ahora porque la gente me lo pide. Porque durante años guardé silencio para no distorsionar la convivencia política, mientras veía cómo se culpaba al pasado de todos los males presentes. Abandoné la trinchera institucional en 2011, y trinchera que se abandona, la ocupa el enemigo. Durante ese tiempo he visto un deterioro continuado del municipio, y ha llegado el momento de hablar con claridad", reseña.
Hasta hace un breve autoanálisis, optimista, sobre él mismo. "Soy igual de firme en los aspectos ideológicos, y en mi compromiso con esta ciudad, pero he mejorado bastante las formas en la manera de relacionarme y en la manera de relativizar algunas cuestiones", dice. Para comprobarlo habrá que esperar todavía.




