¿Por qué el 'pueblo pitufo' de Málaga ahora se llama Aldea Azul?

El municipio de Júzcar, con apenas 250 habitantes, cubrió sus 175 inmuebles con 9.000 kilos de pintura azul, haciendolo uno de los puntos de interés de Málaga en 2011

Vecinos de Júzcar, vestidos de pitufos.
02 de octubre de 2025 a las 13:04h

Durante más de una década, Júzcar (Málaga) fue conocido en todo el mundo como "el primer pueblo pitufo". El nombre, sin embargo, ya no puede usarse: los derechos de autor de la famosa marca han puesto fin a esa etapa y obligan a la localidad malagueña a presentarse de otra forma. Ahora se promociona como la Aldea Azul, una manera de mantener la esencia de lo que la hizo única sin enfrentarse a problemas legales.

El cambio de denominación no borra la historia que convirtió a este municipio de apenas 250 habitantes, situado en el Alto Valle del Genal, en un fenómeno turístico. Todo empezó en 2011, cuando Sony Pictures eligió Júzcar para promocionar la película Los Pitufos 3D. La acción publicitaria transformó radicalmente el paisaje: 175 inmuebles fueron cubiertos con 9.000 kilos de pintura azul, incluida la iglesia. El estreno pasó, pero el color quedó.

Un referéndum

La decisión de conservarlo se tomó en referéndum y, desde entonces, Júzcar supo explotar su diferencia. En su mejor año, 2013, llegaron casi 60.000 visitantes, atraídos por el carácter insólito del lugar. Para un pueblo de calles estrechas y un solo bar, aquello significó una revolución. Hoy tiene seis bares, casas rurales completas todo el año y hasta listas de espera para comprar vivienda.

Punto de información de Júzcar.

El turismo familiar y curioso fue clave, pero la fama se consolidó gracias a la imagen de "pueblo pitufo", un reclamo internacional que situó en el mapa a esta localidad escondida entre la Serranía de Ronda. Autocares llegaban cada fin de semana, con viajeros españoles y extranjeros, y hasta el punto de información turística se diseñó como una seta gigante, símbolo inequívoco de aquella etapa.

Júzcar, reinventada

Sin embargo, lo que comenzó como un golpe de efecto publicitario se topó con la otra cara del éxito: la denominación “pueblo pitufo” dependía de una marca registrada, y con el tiempo el uso del nombre dejó de ser posible. Por eso Júzcar ha tenido que reinventarse.

Vecinos de Júzcar, en el pueblo pitufo.

Hoy mantiene su identidad azul, pero la asocia a un nuevo relato: naturaleza, tranquilidad y actividades al aire libre en un entorno privilegiado. Senderismo, tirolinas, barranquismo o espeleología se suman a las rutas entre casas azules, donde todavía quedan murales y guiños a los personajes que un día lo hicieron famoso.

El fenómeno ya no es "pitufo" por ley, pero sí azul por voluntad popular. Y ese color, que empezó como estrategia de cine, se ha convertido en el sello permanente de un pueblo que decidió ser distinto.

Sobre el autor

Míriam Bocanegra

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