En Ronda (Málaga) hay un vídeo viral que se repite estos días en móviles y redes sociales. Una niña muy pequeña, con botas de pelo, clavel rojo y tacones firmes, se sube a un escenario improvisado y se arranca a bailar en mitad de una Zambomba. No hay coreografía ni ensayo previo, solo desparpajo, compás y una sonrisa que desarma. La protagonista es Alegría Gago, una rondeña de cuatro años que ha conquistado a medio país con unos cuantos giros y taconeos llenos de arte.
La escena ocurrió el pasado domingo durante una celebración navideña en el municipio. Alegría pidió a su madre subir al escenario y, una vez allí, ocupó el centro sin miedo alguno, como explica la familia de la protagonista a El Español de Málaga. En pocas horas, las imágenes sumaban miles de visualizaciones en TikTok. Para su familia no fue ninguna sorpresa: Alegría baila desde que se levanta hasta que se acuesta, y en su casa la música es una forma de vida.
Su nombre tampoco es casual. Como contó su madre, Aida Gago, al medio malagueño, eligió llamarla así porque el embarazo llegó en uno de los momentos más difíciles de su vida. "No podía llamarse de otra forma", explicó. La alegría, para ambas, siempre ha sido una manera de resistir.
Un comienzo marcado por la enfermedad
Alegría nació en marzo de 2021 y, pocas horas después, los médicos detectaron que algo no iba bien. Tras varias pruebas, llegó el diagnóstico: una estenosis supravalvular aórtica severa, una cardiopatía grave que obligó a una primera operación a corazón abierto cuando solo tenía un año. Desde entonces, su vida ha estado marcada por revisiones constantes, medicación y visitas al hospital.
El golpe más duro llegó este año. En una revisión, los médicos detectaron una obstrucción del 95% en la aorta. Según informó posteriormente Canal Sur, Alegría tuvo que ser intervenida de urgencia en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, donde le realizaron un trasplante de válvulas gracias a una donación. La operación fue un éxito, pero la recuperación estuvo llena de incertidumbre.
La pequeña pasó once días en coma, perdió masa muscular y llegó a perder la vista de manera temporal. Su madre recuerda cómo los médicos llegaron a advertirle de que su hija no saldría adelante. Poco a poco, el corazón empezó a responder, los órganos se estabilizaron y Alegría volvió a despertar.
Volver a ver, volver a andar, volver a bailar
La recuperación sorprendió incluso al equipo médico. Alegría recuperó la visión y aprendió a caminar de nuevo en tiempo récord. Contra todo pronóstico, salió del hospital andando y con ganas de bailar. Hoy continúa con revisiones periódicas, pero el último informe médico ha sido un regalo adelantado de Navidad: su corazón funciona "como si hubiera nacido así".
En casa, los villancicos y el flamenco suenan a todas horas. Alegría adora los disfraces, los tacones y el maquillaje, y sueña con subirse a escenarios siempre que puede. Aunque apenas puede acudir a su escuela de baile por las revisiones, cada oportunidad la vive con intensidad. En la Zambomba que la hizo viral, primero bailó en la plaza y luego volvió a subir al escenario vestida de paisana, decidida a no bajarse del todo.
Cuando le preguntan qué quiere ser de mayor, responde con una claridad que impresiona: "Médica, para salvar a la gente". Mientras tanto, sigue llenando plazas, teatros y pantallas con una energía que explica por qué en Ronda muchos dicen que Alegría no solo baila: recuerda que la vida, incluso después de todo, merece celebrarse.
