Es una historia de impotencia, de ansiedad, de una familia viviendo un calvario por culpa de una estafa de la que fueron víctimas y, precisamente, por poco provoca que una persona inocente entre en prisión. Es la historia de Ángel Cabrera, un jerezano, y los suyos. Una estafa compleja y más habitual de lo que muchos piensan, donde se sirvieron de una rendija de seguridad para que los malos salgan indemnes y los buenos, en lugar de encontrar el amparo de la Justicia, se vea con el aparato del sistema público en su contra. A punto de entrar tres años en la cárcel.
La historia comienza cuando la cuñada de Ángel, Ana María Mejías, buscaba una casa para alquilar para unos días de vacaciones. Estamos en junio de 2022. Encontraron en Roche. Era el 21 de junio y en principio estaba libre para la semana del 25 al 30 del mismo mes. El anuncio estaba en Facebook. "Hablé con esa persona para reservar, me dijo los precios y todo muy bien". El objetivo era que la familia pudiera disfrutar de unos días.
Para hacer la reserva, pidieron varios pasos. Mandar el DNI por delante y por detrás. Hacer un pago por bizum. Y algo más: recibe un cargo de menos de un euro. Con eso, solo con eso, el mal estaba hecho. Lo peor no fue la señal de 350 euros. Lo peor fue lo que vendría después. La cuestión es que fue Ángel quien mandó el DNI y el que desde su teléfono aceptó ese cobro simbólico.

En realidad, lo que los cacos estaban haciendo era abrir una cuenta en su nombre, e incluso cumpliendo un paso adicional que teóricamente servía para cumplimentarlo definitivamente, la transferencia de apenas 40 céntimos por el que e 'verificaba la identidad0. La cuenta se abrió en una conocida banca que opera en España online, una de las varias que aparecen anunciadas por televisión.
Después de eso, Ana María, que era la que había gestionado la reserva aunque oficialmente la quería hacer Ángel, se dio cuenta de que algo no iba bien. Al otro lado del Facebook nadie respondía. Hasta que preguntó si era una estafa y le respondió con un emoji del dedo gordo levantado, que viene a significar que sí. Nada más darse cuenta, fueron a denunciar, algo que sería "clave" para lo que vendría más adelante, señala su abogado, Jacobo Nieves, de Alpha Economistas y Abogados.
Al tiempo conoció que la Guardia Civil investigaba varios cobros realizados a esa cuenta abierta de forma fraudulenta. Era lo que habían utilizado para realizar varias estafas. En alguna aplicación de compraventa entre particulares, por ejemplo, una silla de ruedas. Los cacos, en uno de los casos, decían estar interesados en un anuncio. Y con esa cuenta dijeron que iban a mandar el dinero por bizum. Pero el vendedor, que era el estafado, recibía un mensaje con la cantidad acordada pero para que fuera él quien mandara el dinero a los estafadores. Te dicen que des ok al mensaje para recibir el dinero pero en su lugar eres tú el que está mandándolo, porque en el mensaje lo que pone es que si aceptas el pago que te reclaman. Son triquiñuelas en las que alguien acaba cayendo.
Pues sobre el papel, quien se estaba beneficiando de todo esto era Ángel. Llegó a ir a declarar por una de esas estafas realizadas, digamos, en su nombre. Y dejaba constancia de que él mismo había sido víctima. Pero en una de esas estafas realizadas en apenas unos días de diferencia desde que abrieron la cuenta la investigación dejó mucho que desear. Aquí es donde la historia parece un capítulo de una serie de abogados, donde el ciudadano inocente se las ve de frente ante un sistema que está dispuesto a atropellarle.
Un día, cuenta Ángel, llevó a uno de sus hijos a salir a Cádiz por la noche. A la vuelta, le paraba un control. "No había bebido, yo estaba tranquilísimo". Al dejar su DNI, fue lógicamente identificado. Sin él saberlo, llevaba tiempo en busca y captura. La cuestión es que un juzgado en un pueblo de Salamanca había iniciado la investigación por un caso de phishing, de suplantación de la identidad de una empresa. Un agente de la Guardia Civil elaboró el informe que sustentaría la acusación, haciéndolo suyo la Fiscalía. Hasta en cuatro ocasiones, fue requerido en diferentes domicilios Ángel, incluso en la vivienda que quiso alquilar de Roche. El juzgado tenía su nombre, su DNI, pero nunca se le requirió en su domicilio, el de Jerez.

A cuenta de ello pasó la noche en el calabozo, hasta declarar por la mañana. "Tuve que pedir que alguien fuera a por mi hija", que la acompañaba en la vuelta desde Cádiz tras dejar al otro hijo de fiesta. Por la mañana tomaron declaración. Recuerda Ana María que fue "en bata, con la ropa de casa" a la Comisaría de Jerez donde ella con su cuñado había interpuesto la denuncia un año antes sobre la estafa que habían sufrido. "Allí me dijeron que no podía hacer nada".
La acusación no decayó, sino que al contrario, la instrucción derivó en un procedimiento abreviado que se celebraría este mes pasado, julio de 2025, en la citada localidad de Salamanca. "Allí fuimos en el tren los tres, una odisea, dormimos en una habitación de un motel porque Ángel es albañil" y no iban a costearse un cinco estrellas ni nada parecido, recuerda el abogado. La cuñada, el letrado y el acusado en una localidad perdida de Castilla sin más solución que cruzar los dedos.
"Iban a por mí"
Al llegar al juzgado, antes del juicio, la fiscal, la jueza y el abogado entraron en una sala. "La fiscal ofrecía un pacto pagar la responsabilidad y que aceptara un año y nueve meses de cárcel". Por procedimiento, el abogado, ante estas ofertas, está obligado a transmitírselo al cliente. Así lo hizo. Y dijeron que no, que a juicio.
"Iban a por mí", rememora Ángel. Se sintió cohibido. Y explica que a veces no se siente cómodo teniendo que explicarse mucho. No cualquiera, desde luego, está preparado para un interrogatorio. Siendo inocente, además. El abogado sentó como testigo al guardia civil que hizo el informe, también de un pueblo de Salamanca, logrando que fueran desacreditadas algunas de las conclusiones que podían sacarse del documento. Y es que aquello era la clave de toda la investigación.
"Volvimos pensando que lo condenaban", señala Jacobo Nieves. En el tren iba dándole vueltas. "Y como le conozco desde chico prácticamente, me pasé muchos días pensando qué hacer". Con la mente ya en el recurso a la Audiencia Provincial de Salamanca, recibieron la noticia: inocente. La jueza entendió que había pruebas de sobra para situar a Ángel como estafado y no como estafador.
Desde entonces, el calvario de la familia se da por acabado. Fin del suplicio. Fin del proceso. Se acabó. El Estado, con todo su aparato, con toda su fuerza, había realizado un pulso. Y el ciudadano inocente ganaba. "Solo quería que esto ya se terminase".
Por eso, da por perdidos los 350 euros, los gastos de representación, el viaje a Salamanca, que podría reclamarlos. Principalmente, a los estafadores, que según ha podido averiguar el abogado, serían de origen extranjero. "Es casi imposible", lamenta Jacobo Nieves, sobre la posibilidad de ir contra ellos. Parece que se han salido con la suya: interponer a una de sus víctimas como escudo para que recibiera los golpes. El crimen perfecto, parece.
Tres años después de ser estafado, dos años después de pasar una noche en el calabozo siendo inocente, al menos le queda un nuevo tiempo, el de tranquilidad. La cuñada, él mismo, su mujer, han necesitado medicación para las noches de ansiedad, de impotencia. Queda incluso el dolor que sufrió aquella niña que acompañó a su padre y a su hermano a un viaje de ida y vuelta a Cádiz y vio cómo la Policía se lo llevaba. Pero eso es el pasado. Esta es la historia. Final feliz. "Aún nos queda pendiente celebrarlo".



