Vender vino y vermut a granel en Jerez: más de medio siglo de La Bodeguita de El Pelirón

El establecimiento no tiene permitido comercializar jereces, por lo que abastece sus botas con caldos de otras denominaciones. "Aquí vienen muchos jóvenes a comprar", cuenta Manuel Domínguez, uno de sus propietarios

Vino y vermut a granel en Jerez. Manuel Dominguez posando en la entrada a La Bodeguita de El Pelirón, en Jerez.
Vino y vermut a granel en Jerez. Manuel Dominguez posando en la entrada a La Bodeguita de El Pelirón, en Jerez. MANU GARCÍA

La Bodeguita de El Pelirón, histórico barrio jerezano, no es un tabanco y no es un bar: solo venden vino a granel. La clientela lleva sus propios envases, casi todos de un litro, para rellenar. Estamos ante un negocio que se puso en marcha en 1968, hace más de medio siglo, cuando este tipo de establecimientos proliferaban por muchos rincones de Jerez. Ahora no son tantos pero se está dando la circunstancia de la apertura de nuevos establecimientos y un cierto resurgir.

Más o menos a la mitad de la Ronda del Pelirón se ubica La Bodeguita. Son unas cien las botas que almacena en su interior. Curiosamente no usa los nombres de la gama de jereces: fino, amontillado, palos cortados, oloroso… Sí se ven rotulados en las botas nombres como semidulce, blanco, cortado. El Consejo Regulador no se lo permite por una cuestión de los orígenes —las denominaciones— de los vinos porque, según cuenta a lavozdelsur.es Manuel Dominguez, uno de los propietarios, todos son hermanos, “somos libres de comprarlos donde consideremos”, algo que lo dice con cierto enfado al no compartir el criterio que aplica el organismo regulador del jerez.

Sirviendo una copa directamente de la bota.    MANU GARCÍA
Llenando una botella directamente de la bota.    MANU GARCÍA  

Todo empezó en la barriada de San Enrique. Después se trasladaron a El Pelirón, pero en otra ubicación, hasta que adquirieron el local actual donde llevan 15 años. “Compramos el vino, lo metemos en botas y los criamos como se hace en las bodegas”. De su padre, Juan Dominguez Benítez, con más de 90 años, aprendieron el oficio bodeguero, ya que fue capataz de una de las grandes bodegas del Marco de Jerez.

Evidentemente, el cambio urbanístico que ha experimentado el barrio ha ayudado a impulsar el negocio y a la propia zona; todo gracias a la desaparición del muro que protegía el trazado ferroviario y a la construcción de nuevas urbanizaciones en las zonas abandonadas, hasta no hace mucho bastante problemáticas.

Lo que más se vende es el vermut junto al blanco (fino), aunque no hay una tendencia mayor que otra, “eso lo marca las estaciones del año”. A La Bodeguita “acude gente de todos lados, incluso de fuera de Jerez”, pero las familias y las barriadas de alrededor es la procedencia de su clientela habitual. Durante la charla con Manuel, este sigue despachando en la barra metálica que se sitúa casi en la puerta junto a una mesa donde se ofrecen aceitunas e incluso algunas chacinas en longanizas. Hay restaurantes y bares que compran vinos para cocinar por arrobas (16 litros).

“Llevamos muchos años abierto por lo que nos conocen bastante”, afirma. Cuenta que, de casi ser los únicos en la venta a granel en despachos de vinos como este —recuerda los de Cala, de Espinosa de los Monteros…—, se está pasando a que proliferen en la ciudad junto a los tabancos, negocios que “se han puesto de moda”. Entiende que los gustos van por tendencias, “el Consejo Regulador se ha dado cuenta de que se debe promocionar el vino de otra manera, no como se hacía antes. En Jerez se nota que se vuelve a los vinos de aquí con los muchos tabancos que se abren, las catas que se hacen”, y subraya que a la juventud le está gustando el vino más que antes: “Aquí vienen muchos jóvenes a comprar y parejas de jóvenes”.

En primer término el propietario y detrás de él, las botas de la bodega.    MANU GARCÍA
En primer término el propietario y detrás de él, las botas de la bodega.    MANU GARCÍA

A Manuel Dominguez, que empezó en el negocio al volver a la ‘mili’ y que antes fue cerrajero, le gustan los finos en rama que no casan con los gustos de la clientela  que prefiere otros: “ahora todos buscan el palo cortado. También se busca el vermut. Recuerdo que antes nadie quería el vinagre. Eso cambió cuando entró Paez Morilla en la difusión y venta del vinagre que antes nadie lo estimaba”.    

“Hemos aguantado hasta el momento; eso sí con mucha fatiga. Esto tiene un trabajo intenso. Hacemos las mismas labores que en cualquier bodega”, desde el trabajo de los arrumbadores hasta la limpieza de las botas “dándole cadena”, una labor agotadora según no cuenta.

Afortunadamente, hoy se utilizan otros métodos y productos específicos para limpiarlas por dentro. Entramos en los meses del  mosto, de la banderita roja colgada en muchos bares y negocios similares. Dominguez recuerda haber tenido hasta 50 botas de mosto en La Bodeguita: “Ya no se demanda como antaño; ahora todos venden mosto”.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

Periodista.

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