El gráfico Javier Fergo recorre los campamentos de refugiados en Grecia para retratar la tragedia migratoria: "Son personas amables y educadas, te invitan a compartir lo poco que tienen".
"Tras un viaje accidentado (perdieron mi maleta), hoy he llegado al campamento de refugiados de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia. Las primeras impresiones han sido fuertes. Andaba por el campamento con un nudo en la garganta y, debo admitir, he tenido que tragarme las lágrimas en alguna ocasión. Como cuando la niña que aparece en la foto me cogió de la mano: una pequeña de tan sólo un año de edad que se ve obligada a sobrevivir en un campo insalubre y sin medios. Sinceramente os digo que he sentido vergüenza de ser europeo y vivir ajeno a lo que aqui (y en otros muchos campamentos menos mediáticos) está ocurriendo".
El fotoperiodista jerezano Javier Fergo (1980), con una amplia experiencia de publicaciones a nivel nacional e internacional, y cuyo trabajo ha podido verse en lavozdelsur.es, se ha echado la mochila al hombro y ha decidido a lanzarse a retratar la realidad de la tragedia migratoria y moral que padece Europa. "Desde hace tiempo la crisis migratoria que sufre Europa ha atraído mi atención como informador gráfico. Este es el primer paso de un trabajo a largo plazo que culminará, eso espero, con un libro y exposición de este drama humano", explica Fergo a esta medio a través de facebook. 
Las redes sociales de su móvil 4G mantienen el contacto con el mundo desarrollado en medio del caos humanitario que se vive en Grecia. Está a punto de salir a otro campamento, puede que también vaya al monte Gurugu melillense a captar a quienes tratan de saltar la valla para escapar del infierno del subdesarrollo, el hambre y las guerras. "En principio voy a estar una semana en Grecia, y conforme vaya pudiendo iré visitando otros lugares en Melilla, como el monte gurugu, y otros nuevos que vayan surgiendo".
Desde Idomeni, Fergo ensalza la labor de las ONG. "La labor humanitaria que están realizando las distintas ONG presentes es encomiable". Y explica que "el campamento a día de hoy está menguando en número, la gente se está acomodando, surgen mercados como si del zoco de una Medina se tratara, hay barberos y en general es tranquilo. La desinformación es generalizada y la mayoría no quieren ayuda, sino que les dejen continuar a un lugar donde volver a construir su vida. Siguen teniendo la esperanza de una reapertura de la frontera. Permanentemente hay autobuses que ofrecen llevarlos a los campamentos oficiales donde tendrán tres comidas, cama... Pero de los cuales no pueden salir. Tienen miedo a tomar esa opción por la posible deportación a Turquía".
El fotógrafo jerezano, formado en Gran Bretaña y que ha publicado en medios de Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o Japón, pasea acongojado por el campamento de refugiados. Aún se frota los ojos tras el primer impacto. "Hoy también he concido a un exiliado sirio que iba a reunirse con su mujer e hijos en Alemania, ahora no sabe qué va a pasar. La desinformación en el campo es generalizada. Otra familia con la que he charlado viene de Aleppo: a ellos el Daesh ha destruido su casa, literalmente, y tras pagar más de mil euros para cruzar el Egeo se ven en la situación de no poder seguir con su vida. Estos últimos son profesores de Francés (ella) y de Inglés (él). En general, son personas amables, educadas, que te invitan a compartir con ellos su espacio y lo poco que tienen de comida y bebida sin esperar nada a cambio. Repito, una vergüenza para Europa".
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