Salud González es la presidenta del Banco de Alimentos de Cádiz, que cada año da de comer a más de 55.000 personas a través de 205 entidades. Ahora, preparan la 'Gran Recogida', donde esperan reunir más de 200.000 kilos.

Dos millones de toneladas de alimentos entregadas el año pasado. Más de 55.000 personas beneficiadas. Hasta 205 entidades colaboradoras. Una ilusión infinita por ayudar al prójimo. En el Banco de Alimentos de Cádiz continúan pensando en todo aquel que no tiene recursos y se niegan a oír hablar de los famosos brotes verdes que el Gobierno ha anunciado en más de una ocasión.

Ahora la nave está vacía. Pero antes estaba repleta de comida que diferentes entidades sociales repartirán entre familias sin recursos. Fundado en 1996, el Banco de Alimentos, cuyas instalaciones se sitúan en el polígono puertorrealeño de La Cabezuela, se encuentra inmerso en los preparativos de la Gran Recogida, un evento a nivel nacional que se lleva a cabo anualmente para la campaña navideña. Salud González es su presidenta y recibe a lavozdelsur.es acompañada de la secretaria, Isabel Gomis. Ambas se muestran sonrientes y con ganas de seguir ayudando a quienes más lo necesitan. Incluso las dos tienen un gesto lleno de vitalidad. Colaborar de primera mano en proyectos de esta índole reconcilia con la vida, “te hace ver la cantidad de gente buena que hay en el mundo”, espeta Gomis.

Con alcance en toda la provincia a excepción, únicamente, del Campo de Gibraltar, debe estar perfectamente organizado para que los voluntarios se coordinen de forma correcta. Necesitan más de 2.500 para el 1 y 2 de diciembre, cuando se producirá la Gran Recogida, un acto en el que esperan obtener 200.000 kilos de alimentos. “Hay veces que la coordinación entre todos los voluntarios es especialmente difícil, porque son muchos y hay que cubrir muchas horas en más de 130 supermercados”, detalla Isabel.

Por ello, piden la colaboración ciudadana para participar como voluntario en el evento. Universitarios, scouts, hermandades, ciudadanos independientes… cualquier ayuda es válida para lograr que ninguna familia se quede sin comer en Cádiz durante la Navidad. Se puede hacer a través de internet y la presidenta explica que “no para de apuntarse gente en la web”.  “Queremos diversificar un poco la cesta para que puedan tener productos diferentes a los que ponemos habitualmente”, afirma González, que desprende una debilidad especial tanto por los niños como por la juventud. “No aguanto a quienes dicen que los jóvenes son malos, hay más gente mayor rancia que joven”, sentencia. Se basa, sobre todo, en la solidaridad de todos aquellos adolescentes que no dudan en pasarse la mañana en la puerta de un supermercado recogiendo comida para los que lo necesitan. Isabel, incluso, pone el ejemplo de una chica de 17 años que le pidió estar todo el tiempo como ayudante. “Bastante nos habéis ayudado vosotros como para no ayudar nosotros ahora”, zanjó la joven para sorpresa de la encargada de coordinar a los voluntarios.

Se interrumpe la charla para saludar a Rosa Pérez y Antonia Rendón, integrantes de Hogar Nazaret, una de las entidades chiclaneras que reparte los alimentos que aquí se reúnen. Antoñita la abuela, como la llaman los pequeños de la asociación que ella dirige, es una señora a la que le da vida ayudar al resto. Su entidad atiende a niños y jóvenes con problemas familiares y sin distinción alguna de sexo, religión, raza o nacionalidad. Rosa, además, pertenece a La Olla Solidaria, un proyecto perteneciente al Hogar y donde se cocina para que los usuarios puedan comer en sus casas.

Cuentan que el perfil del beneficiario ha cambiado. “Preguntas a la gente y dicen que no son pobres, lo ven como algo coyuntural”, explica la secretaria. “Tenemos hecha la imagen del pobre como un sintecho, pero hoy en día la pobreza ha cambiado aunque a veces no la queramos ver”, añade. Ahora, quien acude a los comedores sociales o a los centros de ayuda tienen casa y familia… pero no trabajo. “Lo que ganan es para pagarse un techo y no pueden comprar para comer”, una situación que ocurre “más de lo que creemos”.

Este caldo de cultivo provoca un incremento del número de usuarios en este tipo de asociaciones. “Son muchas cantidades de alimentos, tantas que hace falta un control bastante serio”, cuentan las directivas del Banco de Alimentos. A veces les ha llevado a problemas con determinados colectivos, aunque la mayoría entiende “que igual que nos controlan, nosotros tenemos que hacerlo también para garantizar que la comida llega a quien realmente la necesita”.

Aunque la labor de esta entidad no se detiene únicamente en repartir, sino que busca también concienciar a la población del despilfarro de alimentos. “Nos destroza ver que la comida que reunimos acaba tirada en contenedores”, lamenta Salud. Una situación que preocupa, y mucho, en la entidad gaditana. Según los últimos datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), cada año se tiran cuatro mil millones de toneladas de comida. Es decir, un tercio de los alimentos que se producen.

La vida es particularmente complicada en la segunda provincia con más paro del país, por lo que las familias sin recursos difícilmente podrían salir adelante sin la ayuda de esta clase de asociaciones, que ponen todo su empeño en la salud de los necesitados. Una cooperación esencial para que la situación no se descontrole aún más. Para que las personas, más allá de las cifras y las estadísticas, siempre tengan algo que comer. Para que no falten los valores.

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Jesús Mayone

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