Como en medio de una tragedia de Shakespeare o de una seguiriya de Agujetas. Y en plena carrera de la ciudad para tratar de ser oficialmente candidata a Capital Europea de la Cultura en 2031. Así se levanta el telón, según cuentan voces internas del propio escenario, en la plaza Romero Martínez de Jerez. El próximo lunes está previsto que se celebre un juicio —que fue aplazado hace un mes— tras la denuncia interpuesta en Comisaría, en enero pasado, a raíz de las presuntas amenazas proferidas en un grupo de WhatsApp por un técnico del Teatro Villamarta hacia otro empleado de Fundarte, la fundación municipal que gestiona y explota el principal equipamiento cultural de Jerez.
"Es para cogerlo por los pasillos y partirle las piernas" o "a ver si le amputan la mano al nota este" son dos de los mensajes que fueron puestos en conocimiento de la Justicia y por los que un empleado de esta fundación se enfrenta a una pena por un supuesto delito de amenazas contra un compañero.
"Es una cuestión externa al teatro, en un grupo de WhatsApp privado, por lo que mientras el Juzgado no diga que es un tema estrictamente laboral Fundarte no puede meterse en una cuestión entre particulares", afirman fuentes del Ayuntamiento consultadas por lavozdelsur.es.
Este episodio surge a raíz de que la persona objeto de estos mensajes pusiera en conocimiento de la dirección-gerencia del teatro, en manos de Carlos Granados desde enero de 2024, que estaba vendiéndose de manera ilegal, y en contra de los estatutos de Fundarte y de los propios intereses de la fundación pública, material técnico del Villamarta, especialmente cableado o recursos técnicos escénicos.
Un material inventariado y que se había desechado tras acceder las instalaciones a unos fondos europeos para renovar el suministro de equipos y servicio para la modernización, optimización y gestión sostenible de las infraestructuras escénicas del Teatro Villamarta.
"Pudieron venderse al menos 5.000 o 6.000 euros en cableado; una chatarrería adquirió el cobre"
Según pudo probar el denunciante, y posterior víctima de las supuestas amenazas, "pudieron venderse al menos 5.000 o 6.000 euros en cableado; una chatarrería adquirió el cobre". La situación interna conllevó que incluso desde el Ayuntamiento de Jerez, responsable último del equipamiento, se adoptaran medidas, abriendo diversos expedientes disciplinarios que "quedaron simplemente en faltas leves", según ha podido saber lavozdelsur.es.
El artículo 25, párrafo 5, de los estatutos de Fundarte es taxativo: "La enajenación y gravamen de la dotación o patrimonio fundacional están sujetos a los requisitos y autorizaciones previstas en el artículo 30 de la Ley 10/2005, de 31 de mayo, y a la normativa contable de los bienes y derechos aportados". "Los fondos obtenidos por dicha venta, en todo caso, deberían haberse destinado a las cuentas de Fundarte, acompañado de las correspondientes facturas, documentos administrativos, autorización de baja de los inmovilizados, entre otros documentos pertinentes", asegura el denunciante. Pero nada de eso se hizo e incluso, confirman distintas voces del teatro, "se sufragó una comida de Navidad con parte de estas ventas".
La situación del teatro y de Fundarte, en un desequilibrio económico y financiero similar al que se llevó por delante la antigua Fundación Teatro Villamarta, aseveran fuentes del equipamiento de la plaza Romero Martínez, "ha ido a peor; desde la salida de Isamay Benavente y la jubilación de Javier Sabadie —antiguo director de producción y artístico—, con reparto de funciones ejecutivas y de pluses de forma arbitraria".
Por no hablar, subrayan, que la dirección actual "no da órdenes o éstas llegan tarde, y no sabemos cómo hacer nuestro trabajo. Se sigue sin hablar de nada por miedo". "Algunos trabajadores de la Fundarte —aseguran— estamos muy preocupados por esta apariencia de normalidad con la que funciona el Teatro, que parece ser lo que importa a la dirección y al Ayuntamiento, cuando por dentro las cosas van a cada vez peor".
Quejas por una situación "bajo mínimos"
Recientemente se ha presentado la programación de la próxima temporada y, sin entrar a valorar los criterios y la calidad artística de la misma, lo cierto es que a nivel interno mantienen que pintan bastos. "Se hace el doble de programación con la plantilla técnica bajo mínimos, sin pagar horas extra, e incluso se han programado ensayos para una ópera en plena Feria. Se está volviendo para atrás, si dicen que habían quitado un chiringuito ahora han puesto otro, antes al menos había un criterio y un caché", mantienen, por no hablar de la "sistematización" de "regalar el Teatro para todo tipo de eventos y actos ajenos a la programación, pese a que hay unas tarifas de cesión".
Por no hablar, denuncian públicamente, "del despilfarro de regalar cientos de entradas para el recital de José Mercé, con otros jerezanos que sí las habían pagado en taquilla; o el agujero que significa tener abierto el Museo del Belén, que también lleva Fundarte".
"Todo esto forma parte de las resistencias que aún quedan de la etapa anterior, que sí era más parecida a un chiringuito, la actual dirección está peleando como puede, dentro de la dificultad que se arrastra en todas las sociedad municipales, por cambiar las cosas en el Villamarta", mantienen las fuentes municipales consultadas.
Aprobación de las cuentas de 2024: ¿más agujero?
Precisamente el próximo lunes está prevista la reunión del Patronato de Fundarte que debe aprobar las cuentas del pasado ejercicio. En 2023, último ejercicio con las cuentas aprobadas, las pérdidas se elevaron por encima de los 600.000 euros —según denunció la oposición—, frente a los 249.842 euros de números rojos de un año antes. "En 2024 ha bajado la deuda —primer ejercicio de Granados, aunque con parte de la programación heredada de su antecesora—, pero en 2025 va a bajar considerablemente y va a quedar refejado en el próximo patronato", afirman las referidas fuentes municipales consultadas.
La situación es compleja, por tanto, tanto a nivel interno como a nivel de sostenibilidad y viabilidad de una fundación que se encuentra en una permanente situación crítica a nivel económico-financiero, con un periodo medio de pago a proveedores —principalmente, profesionales del mundo de la cultura— que llegó a estar en 276 días y que, después de una considerable rebaja, ha vuelto a aumentar en los últimos tiempos hasta los 92 días.






