Taconeo en el centro de Jerez: Mario baila en la calle para lograr abrir su propia academia

Jerezano de nacimiento, este joven expone su dotes para el baile y su vibrante taconeo flamenco, una vocación que tiene desde niño: "Siempre he querido dedicarme a esto"

Mario, en la calle Larga de Jerez, con un taconeo flamenco.
Mario, en la calle Larga de Jerez, con un taconeo flamenco. MANU GARCÍA
08 de agosto de 2024 a las 19:07h

El centro de Jerez, singularmente la calle Larga, como el de otras muchas ciudades, es el escenario que eligen artistas espontáneos para expresar sus talentos musicales, pictóricos y en otras artes. Un trompetista a la altura de la Alameda del Banco, un pintor de origen senegalés, algunos dúos o tríos de cuerda con clásica y, por supuesto, algo de la tierra como el taconeo de un joven al compás flamenco. Su presencia allí tiene un porqué y una historia cargada de ilusiones.

Baila sobre una tabla de un metro cuadrado aproximadamente, que cada día portea para que el sonido de los tacones de los zapatos de baile tengan mayor efecto, emulando las maderas de un tablao o un teatro. Los cantes flamencos suenan desde un pequeño altavoz enlazado con su móvil. Se planta en un lateral de la calle Larga durante hora y media sin que falte un sombrero de ala ancha, boca arriba, donde los generosos pueden depositar su óbolo.

El bailaor con la tabla que portea cada día para que resuene con fuerza el taconeo.
El bailaor con la tabla que portea cada día para que resuene con fuerza el taconeo. MANU GARCÍA

Se llama Mario Gómez, es de Jerez, tiene 20 años de edad y su sueño es ser profesor de baile. Siendo pequeño descubrió su vocación por este arte hasta que a los 12 años de edad su madre le propuso entrar en una academia de baile. “Básicamente vengo a la calle Larga a que la gente vea mi arte y bailo exclusivamente flamenco”, nos comenta mientras descansa tras una ‘sesión’.

Pero esta exposición pública también le sirve como entrenamiento y para recoger algo de dinero para pagar su próxima entrada en la Escuela de Danza de Cádiz, donde quiere llegar a alcanzar el grado de profesor “para abrir mi propia academia”, dice absolutamente convencido Mario.

Porque lo que le gusta es dar clases, más que formar parte de una compañía, “aunque si me llegara alguna propuesta no la rechazaría. Ojalá ocurriera”. Nunca se ha dedicado profesionalmente al baile. No le ha llegado su oportunidad así que, entre tanto, entrará en la escuela, lo que implica gastos, también de materiales como zapatos y vestimenta para acceder, al final del ciclo, al ámbito profesional.

Las piernas de Mario a todo ritmo.
Las piernas de Mario a todo ritmo. MANU GARCÍA

“Siempre he querido dedicarme a ser profesor de baile y abrir mi academia”, expresa convencido. Su profesora y referente es la bailaora jerezana María del Mar Moreno: “El aprendizaje es muy duro en lo físico y en lo mental”. Es el único de su familia, y entre sus ascendientes, que tiene esta pasión por el baile flamenco.

El baile y especialmente el taconeo que resuena en la calle Larga lo ha ido aprendiendo poco a poco “más quisiera haber sabido desde del principio, pero esto es muy difícil. Lleva su tiempo y sus equivocaciones”. Estar en la calle también le proporciona unas tablas necesarias como la de “superar el miedo escénico que es algo a lo que nos enfrentamos los que queremos dedicarnos a esto. Hay que aprender a perder la vergüenza ante el público”.

Una pose final del bailaor, futuro profesos de baile.
Una pose final del bailaor, futuro profesor de baile. MANU GARCÍA

La experiencia de exponerse así le da, algunas veces, satisfacciones como el reconocimiento del público que pasa, aunque también debe soportar la indiferencia. Es lo que tiene el artista callejero pese a que en este caso no es una dedicación ‘profesional’. Tiene un objetivo y un fin señalado en el tiempo: cumplir su sueño.

Reanuda su ‘espectáculo’ con unas alegrías que suenan mientras acompasa el baile con su cuerpo y, sobre todo, con los pies de donde sale un taconeo vibrante y a la vez más reposado, según vaya mandando el compás del cante. Al terminar, dos señoras que alcanzan a comprender la dificultad de lo que hace Mario y lo bien que lo ejecuta, rompen en aplausos, le lanzan piropos y aflojan la cartera.

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KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

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