Siara, la perrita envenenada en un parque de Jerez

Esta 'chow-chow' era como una hija para Mika, futbolista del Xerez DFC. Si tuviera al autor de los hechos frente a frente, "mejor no digo lo que le diría"

Mika, con su perrita Siara.
Mika, con su perrita Siara.

Siara tenía cinco años, pero era toda una viajera. Conoció viviendas, calles y parques de Huesca, Zaragoza, Tudela, Segovia y Asturias. En enero aterrizó en Jerez junto a su dueño, Miguel Ángel Junco, futbolista del Xerez Deportivo FC, conocido como Mika. Poco tiempo ha tenido Siara de disfrutar de la tierra.

El pasado Domingo de Ramos, como cada mañana, el futbolista sacó a la perrita por el parque de la Igualdad, al lado de casa. Serían las 11 u 11 y media. El tiempo de que hiciera sus necesidades, las recogiera con una bolsita "y para casa". A la hora de comer, aún iba todo bien. Pero de repente, alrededor de las seis, vomitó. Se distinguía una pequeña bolita sospechosa.

Cuando Siara apenas se tenía en pie, decidieron buscar un veterinario de urgencia. "Estaba que no podía moverse". Una vez que fueron a atenderla, no la volvieron a ver. Dentro, hicieron pruebas. Primero, achacaron todo a un problema neurológico. "Nosotros dijimos que no era eso". Luego, un pinzamiento en la espalda. "Tampoco". Luego hicieron un análisis de las heces, que eran más claras de lo normal. Entonces explicaron lo de aquella bolita sospechosa. "Se la enseñamos y nos dijo que sí, que había tenido que ser envenenada".

Los químicos de desinfección usados en la calle con motivo del coronavirus no son tan nocivos, les explicó la veterinaria. Pueden causar malestar, sangrados en los excrementos, pero no como para que le cueste la muerte al animal.

Además, la madre de su pareja, a la que pilló el confinamiento en Jerez de casualidad y que reside en la casa desde hace un mes, ya escuchó desde una de las ventanas días atrás una amenaza. "A los del perro se les van a acabar los paseítos", dijeron. Poco después, la perra moría envenenada.

La perra que fue envenenada en el parque de la Igualdad.

Para Mika y su pareja, Siara era "como nuestra hija, el primer perrito que tenía. A quien lo haya hecho lo ha hecho no se le puede llamar ni persona".  De hecho, mientras ella estudiaba y él empezaba la aventura del fútbol, con Siara siendo apenas una cachorrita, ambos se la turnaban para tenerla en casa.

Desde pequeño, para Mika era la ilusión tener un perro. Se considera un amante de los animales, y cuando se hizo con su primera mascota, "prácticamente fue engañándoles a ellos". Esto "es un palo de la hostia, porque ha sido de una hora para otra".

Al menos le queda el consuelo de que en el envenenamiento no la notaron sufrir, sino más bien estaba apagada. "Era una perra superbuena, lo fue hasta el final". No cabe en la cabeza bajo ninguna circunstancia matar a una mascota, pero por no dar no daba ni problemas. "Ni un ladrido. Los vecinos no sabían que teníamos perro".

Si Miguel Ángel tuviera delante a la persona que lo hizo, ¿qué le diría? "Prefiero no decirlo". El asunto de los envenamientos delberados de mascotas va y viene. Por épocas, veterinarios alertan de repuntes. En este caso, parece que no han aumentado, pero todo se ve en el contexto del confinamiento, en el que los dueños de mascotas pueden salir a pasearlas para que hagan sus necesidades.

"Me gustaría que este mensaje se difundiese y pueda ahorrar el sufrimiento que estamos pasando a otras personas", alerta el futbolista en sus redes, en un mensaje que ha conseguido ya más de 7.000 compartidos en Facebook.

Ahora, es consciente de que un animal no cubrirá el vacío que deja Siara. "Todo va a ser diferente, ella va a ser única, pero sí que hemos mirado para tener otro chow-chow". Y el nuevo inquilino de la casa "no va a salir a la calle, por lo menos mientras dure esto. Lo hemos hablado, y tenemos una terraza". Ahí tendrá que pasar sus primeros días con su nueva familia, para no llevarse otro palo como el de perder de forma tan cruel a un animal.

Este tipo de prácticas alerta a las autoridades. Si bien la vida del animal está protegida legalmente, las consecuencias de estos hechos no tienen que ver con el riesgo para estos sino para los seres humanos. Principalmente, los menores de edad son los que pueden sufrir un envenenamiento al estar expuestos a cualquier elemento de la vía pública. Un segundo sin la mirada de un adulto puede ser fatal. Mika no ha perdido a un ser humano, pero sí a un miembro de su familia. Todo, porque alguien pensó que sacar a un perro era un privilegio en estos tiempos. Alguien que de forma deliberada se acercó a alguna esquina del parque en la que quizá no estaba justificado que estuviera. Una salida que no sólo obliga la ética a revisar, sino también la legalidad, la de protección animal y la del estado de alarma.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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