En la barriada de La Granja hay un puente que conecta el pasado con el presente. Un lugar que trae recuerdos a aquellos enamorados que se daban sus primeros besos a escondidas en una esquina. Punto de encuentro de las generaciones del ayer que empezaban mañanas laborales o buscaban las compras del día.
Memoria y nostalgia se dan la mano en aquel paso situado entre los bloques 15 y 16 de la Plaza Ronda, una de las tres plazoletas de ladrillos vistos que hay en el populoso barrio jerezano. En los locales comerciales de tal enclave hay actualmente una frutería, una tienda de ropa y un pequeño reducto que guarda la historia del Carnaval de Jerez.
En un pequeño rinconcito de ese lugar mágico de La Granja sigue Antonio González Serrano escribiendo letras y coleccionando momentos. A sus 78 años, Antonio es uno de esos personajes populares que suele tener el corazón de cada barrio.
Poeta, autor, músico y director de seis agrupaciones de Carnaval, además de ser durante más de cuatro décadas el propietario de Papelería Mili. Antonio es pionero en La Granja y en el Carnaval. Por un lado, su papelería rosa, como era conocido popularmente su negocio por el color que tenían los barrotes de su escaparate, era a principios de los 80 el primer lugar donde se podía comprar la prensa y las revistas del corazón. Y fue el primer sitio en toda la barriada en el que se validaban aquellas primitivas y quinielas que llevaban un papel de calco detrás.
También montó el primer videoclub en el barrio que formaba un tres en uno junto con la papelería y un pequeño bazar de regalos. En cualquier estación del año se escuchaban letras de Carnaval al paso por el puente. Las primeras novedades de las agrupaciones de la época sonaban siempre se estrenaban en los altavoces del negocio de un Antonio que hacía dos únicas excepciones al año para cambiar la música en la zona: sevillanas por la Feria del Caballo y villancicos jerezanos por Navidad.
Verbenas, Reyes Magos... y Carnaval
Antonio también impulsó, junto a otros vecinos, las míticas verbenas de La Granja. Todos los vecinos de la barriada se reunían al calor de las actuaciones musicales o el concurso de belleza mientras que compartían comidas y bebidas en los bancos de las plazas. Los bloques se engalanaban en un ambiente familiar imposible en estos tiempos de hoy en día.
"Esto era un barrio de gente pobre, pero de lujo. Las fiestas de La Granja eran famosas en todo Jerez"
"Las fiestas eran famosas en todo Jerez. Junto a una serie de compañeros montábamos una verbena preciosa. Había un grupo de vecinos maravillosos. Esto era un barrio de gente pobre, pero de lujo. Todos los vecinos participaban en las cosas del barrio. Esto, como en todas partes, ha cambiado mucho", cuenta Antonio a lavozdelsur.es. La Granja, en su tiempo, tenía hasta una cabalgata propia de Reyes Magos, en la que colaboraba este granjero carnavalero.
Y además de ser pionero en su barrio, González Serrano también lo ha sido en el Carnaval de Jerez y de Cádiz. La fiesta jerezana se retomó a principios de los 80, tras años de prohibición de la dictadura franquista, gracias a su empeño. "Me preguntaba cómo en todos los pueblos había Carnaval y aquí no. En el año 80 creamos la comparsa Arrumbaores, que fue la primera comparsa de Jerez, y conseguí que Pedro Pacheco, que no era muy carnavalero, viniese a nuestra Peña Serranía".
"Conseguí que Pedro Pacheco, que no era muy carnavalero, viniese a nuestra Peña Serranía"
La primera comparsa de Jerez en participar en el Teatro Falla también llevaba su sello artístico. Nuevo Amanecer era el nombre de un grupo que hacía historia en Cádiz en 1982. Inolvidable fue igualmente el momento que protagonizó otra de sus comparsas, Criva y compás, cuando le cantaron en el Falla al busto de Paco Alba, olvidado hasta la fecha. "Era una crítica sana, pero iba con miedo por lo que nos pudiera caer allí. Le hice un pasodoble al busto, que estaba abandonado. Dos meses después me llamaron desde la Federación de Autores para comentarme que iban a restaurar el busto y trasladarlo a la entrada del Castillo de Santa Catalina. Estoy muy orgulloso de aquello". Grande fue el instante en el que el público se levantó de los asientos para aplaudir la letra de nuestro protagonista.
El símbolo, Con sal y solera y Los Desbravadores son las otras tres agrupaciones musicales que dirigió Antonio. Con la última de ellas, por cierto, ganó el segundo premio en el concurso de El Puerto de Santa María. Como curiosidad, los disfraces que llevaban costaban 360.000 pesetas de la época. Un auténtico pastizal. "Estuvimos vendiendo papeletas todo el año", recuerda este poeta de la calle que escribió en su día Libro documental de un pionero, dos tomos bastante extensos que recogen carteles, agrupaciones, disfraces y toda la historia del Carnaval de Jerez.
Una vida muy complicada
Y tras sus historias de Don Carnal y Doña Cuaresma se esconde una vida dramática en muchas escenas. A los tres años quedó huérfano y se tuvo que marchar a vivir con una tía a Vejer de la Frontera. Como la hermana de su madre no podía atender a tres de los hermanos de los que se hizo cargo, Antonio fue acogido por un matrimonio que no tenía hijos y vivía en el campo. A los 12 años decidió regresar a Jerez, donde empezó otro particular peregrinaje entre casas de sus hermanos y diferentes lugares.
"Me coloqué en El Palenque llevando carros a la Plaza. Como era analfabeto perdido, por las noches iba a la Escuela de los Hermanos, donde me acogieron muy bien. Después estuve de aprendiz en Jerez Industrial, donde me acabé llevando 18 años hasta que salió ardiendo Cartonajes Tempul", recuerda. Corría el año 1973 y con el dinero que cogió por el despido, Antonio decidió montar la papelería en aquel rincón de La Granja que guarda el tesoro de los recuerdos de un barrio obrero.
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