Numerosas cabezas parecen sobrevolar la plaza Princi Jerez. No es magia, el efecto lo crea la gran cantidad de coches que se encuentran estacionados. Hay tránsito de vehículos durante toda el día. Coches en doble fila, en espacios no autorizados... incluso la entrada a la bolsa de aparcamiento, que es el principal acceso a la plaza, tiene pintadas líneas amarillas para permitir la salida de vehículos entre semáforo y semáforo. Princi Jerez se convirtió hace 25 años en un centro comercial de esos que habitan en los bajos de los pisos. Negocios, que por fortuna, han logrado sortear la crisis y que mantienen una extensa clientela.

El vecindario, que acoge a casi 1.800 habitantes de Jerez, vive de ello, del comercio. Las personas que regentan las tiendas, en su mayoría, no son vecinos, pero le otorgan vida y salud a un barrio escondido por bloques altos y turismos apelotonados. Gracias a la cercanía y a la calidad del producto de los diferentes negocios, consiguen que se formen a diario largas colas. ¿Reside en Princi Jerez? Ante la preguna, una gran mayoría de los consultados niega con la cabeza, y algunos explican que tienen por costumbre comprar en el barrio en vez de desplazarse a un supermercado. Vecinos de Las Palmeras, Pago San José, Zafer, Los Infantes, La Asunción, Ciudasol... se abastecen de los cerca de 50 negocios que recoge Acopis (Asociación de Comerciantes de Princi Jerez y Saharaui).

Mercedes Martínez, de 87 años, sube y baja la acera de la plaza de camino a una tienda de alimentación. Ella es "verdadera", del barrio de Princi Jerez. Reside en uno de los trece bloques que componen la barriada, pero dice que se crió en La Plazuela. Mercedes emigra a París para trabajar de sirvienta en los 60, "porque aquí no había trabajo". No obstante, cuenta que compra el piso en el año 74 para disfrutarlo "en la vejez". Es en ese mismo año cuando la inmobiliaria Princic (de ahí el nombre del vecindario), oferta los tres primeros pisos, que por aquel entonces, como según recuerda Mercedes, eran completamente amarillos. Al poco tiempo Princic edifica otros tres, así hasta llegar a nueve. Más tarde, a finales del siglo XX, es cuando llega la unión entre los bloques de Las Delicias con los de Princi Jerez para finalmente aglutinar los trece que son ahora. La cohesión de ambos barrios se realiza cuando estos dos dejan de ser privados. "Aquí vivía gente de todos los gremios, pero al tener el cuartel de La Asunción al lado había muchos militares", recuerda María José Vargas, vicepresidenta de Acopis y propietaria de la carnicería Las Delicias desde 1990, cuando la hereda de su padre. A día de hoy, según María José, Princi Jerez es un barrio envejecido. La inauguración del Campus de Jerez en 2004, que se encuentra ubicado justo enfrente, no rejuveneció al barrio. "Dio igual la aparición de la Universidad, la juventud alquila más pisos en Los Pinos que por esta parte", señala la dueña de la carnicería. María José, al ser la vicepresidenta de la asociación, comparte varios datos relevantes sobre la barriada, como por ejemplo, que es de las pocas de Jerez que monta un árbol de Navidad propio desde hace siete años, y al parecer, "se está convirtiendo en toda una institución". También resalta que se elaboró hace unos años el roscón más grande que se haya hecho nunca en la ciudad, que se vendió en porciones en torno al árbol y cuyos beneficios fueron a parar a Cáritas.

Mari Carmen Pérez, quien viste una sonrisa desde que abre su frutería a primera hora de la mañana, acepta encantada cualquier entrevista. "Aquí vienen muchos estudiantes de Publicidad haciendo encuestas. Por lo visto se corrió la voz de que yo hablo mucho". Lleva más de un cuarto de siglo en el barrio y dice que encontró el local por casualidad, ya que durante 12 años regentó el negocio otro frutero. No obstante, ahora está bajo el nombre de Frutería Karmela. Cuenta, orgullosa, que lo llamó así por su hija, y que cree que es la frutería más antigua del barrio. Son casi la una y media de la tarde y no paran de entrar clientas, vecinas a las que Mari Carmen saluda con su nombre de pila. "Aquí nos conocemos todos", destaca Charo Bermúdez, residente en Princi Jerez desde 1978. Según los vecinos, y todo aquel que para a diario en el barrio, la zona sigue intacta. "Está todo igual, no se ha cambiado nada", indica Antonio Delgado mientras se toma una caña en el bar El Tambor Rociero. En la frutería, en cuanto a los problemas del barrio, una vecina espeta que quizá esté algo más sucio que antes: "Los alrededores de los contenedores están asquerosos", a lo que Mari Carmen le responde: "Pero te voy a decir una cosa, la culpa es nuestra". Por su parte, María José Vargas resalta que los principales problemas de la barriada son los aparcamientos y el acerado. "Las personas mayores se caen con los boquetes que tiene la acera", indica. "El Ayuntamiento nos tiene olvidados, se excusan en que es un barrio residencial privado, pero ya no lo es", añade.

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Claudia González Romero

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