El pregón de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Estrella superó la definición que se da a esa pieza literaria para pasar a ser una compleja obra en la que la palabra del pregonero se fundió con versos propios y ajenos, cantes espectaculares, testimonios, imágenes adheridas al guión de la obra… y sobre todo La Estrella en todo momento.
La hermandad jugó a caballo ganador eligiendo a Ángel para este encargo. Más de dos horas intensas que no aburrió a nadie, dos horas dinámicas con espectaculares sorpresas, plenas de contrastes y arte. En definitiva una exaltación brillante de cabo a rabo con la marca propia de calidad del que ha sido uno de los mejores pregoneros de la Semana Santa jerezana.
Pocos son capaces de montar una pieza de estas hechuras, muy pocos. Uno de ellos es el protagonista de esta preciosa historia que sucedió en la noche del viernes en el Villamarta, Ángel Rodríguez Aguilocho, una de las mejores plumas que tenemos en el mundo cofrade local, al que se le une su enorme capacidad de transmitir con calma, parsimonia y compás.
Rodríguez se apoyó en la imagen y el vídeo, proyectada sobre una gran pantalla que hizo de fondo de escenario. La banda Enrique Galán de Rota, el guitarrista José Carlos García Pozo, el inconmensurable Josemari Núñez, las cantaoras Gema la Cantarota y Rocío Pozo, niños a coro, los cantantes Juan y Javi Souto, y Jesús Medrano; los pregoneros Antonio Moure y Andrés Cañadas e incluso el veterano hermano lasaliano Virgilio Rojo. Todos fueron notas que se insertaron en un pentagrama complejo que dio forma y sentido a todo. La escaleta de una obra que se sale de la ortodoxia pregonera pasional -como tiene que ser- para situar al espectador, que llenó hasta los topes el teatro, en un escenario glorioso y especial, una emotiva evocación de tiempos pretéritos y presentes.
La obra se dividió en 15 escenas, muchas de ellas terminadas con una pieza musical. Ángel comenzó con un poema en el que rememoró y adaptó el romance que dedicó a La Estrella en su pregón de la Semana Santa. El dos veces pregonero Antonio Moure se ocupó de hablar de la obra de La Salle en Jerez pero centrándose en los cofrades lasalianos que han sido pregoneros a los largo de los años, que por cierto no han sido pocos, como nos descubrió el periodista de Onda Jerez. Para este tipo de encargos, Moure se las pinta solo dada su pasión por el pregón y sus autores.
No faltaron los clásicos mini cuentos de Ángel en esta ocasión dedicados a las salidas misionales de la Virgen a los colegios lasalianos con el imaginado ‘Juanito el sorprendido’. José Carlos García Pozo, Gema ‘la cantarota’ y Rocío Soto remataron este gran momento acompañados por un coro de cinco niños que cantaron un tema titulado ‘Hay una Estrella’.
Cristo Rey estuvo presente en la obra. Otro momento de la noche porque los versos dedicados al “que se queda en casa”se remataron con la voz de Josemari Núñez que cantó la parte memorable de los campanilleros de Manuel Torre, “si supieran la entrada que tuvo el rey de los cielos en Jerusalén, que no tuvo coches ni calesas, solo un borriquillo que alquilao fue”, completado con letras del propio Nuñez y del pregonero.
Sebastián Santos, el autor de la talla de la Virgen, también formó parte de las remembranzas que ató el pregonero en su obra. Para ello echó mano de Andrés Cañadas que leyó una pieza que compuso para una ofrenda lasaliana a La Estrella en la que versificó cómo el imaginero se despedía de su obra, que en gran medida era su hija en cuyo rostro se inspiró para dar forma al de La Estrella. Su condición de costalero de la Virgen no podía faltar con un largo capítulo dedicado a contar vivencias, recuerdos y anécdotas en las trabajaderas.
En ella, el pregonero contó que allí encontró las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Cada una de estas tuvo su capítulo acompañado con la guitarra de José Carlos. La fe, inspirada en las peticiones que hacen los costaleros a la Virgen el día antes de la salida, deseos que se escriben en un papelito que se guardan en una bolsa y se coloca bajo La Estrella. La esperanza y la caridad con las ancianas acogidas por las Hermanas de la Cruz que los costaleros las llevan ante la Virgen en su besamanos… episodio intenso para Ángel que le sirvió para proclamar que La Estrella Coronada será el último paso que sacará como costalero.
Empleando un término taurino, este tercio lo cerró de forma espectacular, de oreja, rabo y pañuelos agitados, José María Núñez que cantó un tema de Estrella Morente. Jugó con la marcha Soledad de Madre, interpretada por la magnífica banda Enrique Galán de Rota, para hablar de la otra Dolorosa de la calle Porvera, la Estrella en un paseo imaginario entre La Victoria y la Escuela de San José.
Versificó el Domingo de Ramos acompañado de un vídeo proyectado en el escenario. Recurso multimedia que usó de forma constante para apoyar lo que sucedía conforme avanzaba el guión y los momentos, como hizo con la música al sonar Stella Signum Fidei, una de las marchas dedicadas a la Virgen por su coronación compuesta por Ismael Ancela.
La historia del expediente de coronación canónica, que se remató con la llegada de la pandemia, tuvo su capítulo musical con el tema ‘Nada está acabado’ en las voces de Juan y Javi Souto, hermanos de la cofradía. El veterano hermano Virgilio Rojo, con su indumentaria lasaliana, subió al escenario para narrar lo que supone la figura de La Estrella para el instituto de la Salle, intervención singular que tuvo como remate el canto de un Ave María por Jesús Medrano.
Fueron muchos más los momentos vividos en una noche y una pieza para la historia. Del mismo modo que los sentimientos que sobrevolaron el abarrotado patio de butacas y anfiteatro del teatro. Un espectáculo único, solo comparable con el esquema que tuvo otro pregón de coronación, el de La Esperanza de Cañadas.
Aquel tuvo su propia identidad del mismo modo que hizo Rodríguez Aguilocho para La Estrella, la cuarta Dolorosa jerezana que recibirá este reconocimiento canónico. Como no podía ser de otra forma, La Estrella lo cerró todo como un punto y seguido para recibir todo lo que queda hasta que el 14 de octubrecuando, posiblemente bien entrada la madrugada, vuelva el palio azul y oro al refugio e intimidad del oratorio de la Escuela de San José.



