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Cáritas atendió en Andalucía en 2014 a más de 6.800 personas sin hogar, de las cuales unas 750 se han reinsertado en la sociedad gracias a esta institución.

“Para nosotros, todo sería más fácil si nos consideraran personas”. Pedro Romero, de 37 años, habla en representación de las decenas de sin techo que viven en Jerez, esos a los que no se les da voz para expresar qué sienten en la calle cuando miramos hacia otro lado con tal de no querer ver un drama que no hace falta buscarlo a miles de kilómetros de aquí.

Trabajador de la construcción, la crisis le dejó en el paro y sin poder hacer frente al alquiler de su casa. Pronto se vio durmiendo en la calle, como un vagabundo más, durmiendo entre cartones en casapuertas. Pasaron dos meses hasta que conoció el albergue municipal. Afortunadamente, el caso de Pedro es esperanzador ya que demuestra que de la calle se puede salir.

“La gente no nos comprende. Tenemos la manía de etiquetar a las personas y por ser vagabundos parece que somos menos que nadie. Y eso sicológicamente a la persona la destruye. Por eso hay gente que tira de adicciones. La calle es muy dura”, admite Pedro, que ahora forma parte del programa Insertarte de Cáritas, que se encarga de rehabilitar a los sin techo mediante la formación en carpintería y ebanistería restaurando obras de arte. Pero Pedro también sigue estudiando por las tardes en la Escuela de Arte. “Y no hago más cosas porque no tengo tiempo”.

“Pedro supo aprovechar las oportunidades”, señala Paco Domouso, director de Cáritas Diocesana de Jerez, durante el balance de la campaña de personas sin hogar. Como Pedro, el año pasado más de 750 personas en Andalucía iniciaron su proceso de reinserción en la sociedad gracias a Cáritas. La ONG de la Iglesia aportó en 2014 más de cuatro millones de euros para el mantenimiento de centros y recursos específicos de atención a 6.800 personas sin hogar, con 695 voluntarios y 120 personas contratadas para atenderlos. En Jerez, las cifras son de 15 voluntarios y ocho contratados para atender las necesidades de estas personas, sin contar también con los voluntarios de cada parroquia. En cuanto al perfil de las personas atendidas, la mayoría son varones (80%), de 45 años de media y de nacionalidad española (66%), que han llegado a esta situación a través de un proceso de desestructuración gradual.

Para Domouso, “la situación sigue degradándose”, lamentando que sigue faltando “voluntad social y política” dirigida a paliar esta situación, a pesar de que recientemente se aprobó en el Consejo de Ministros la llamada Estrategia Nacional de Personas Sin Hogar. Sin embargo, desde Cáritas entienden que la misma es mejorable. Así, consideran que hubiera sido necesario la incorporación de un presupuesto específico para el desarrollo de esta estrategia, además de entender que hay determinados ámbitos que han quedado poco desarrollados, como la provisión de viviendas para disponer de alojamientos estables.

Por su parte, Marián Pozo, responsable de Acción Social de Cáritas, recordó que el “sufrimiento que supone vivir sin hogar y la pérdida de derechos son indignantes y evitables”, destacando que desde la institución entienden la participación como un elemento generador de inclusión. 

"Nos sentimos desprotegidos, desamparados, tristes y con rabia, pero tenemos ánimos y mucha vida para seguir adelante", afirma Pedro, un gran triunfador.

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Jorge Miró

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