Un iniciativa bodeguera que rehabilita dos cascos del siglo XVIII, que se desarrolla en pleno centro histórico de Jerez, en la calle Mendoza, ha incluido la recuperación de una vieja casa de una planta con puerta a la calle y un balcón, existente entre ambas construcciones, tapando un almizcate, a la que se le han añadido almenas.
Esta reconstrucción, que no es de nueva fábrica, según informan fuentes consultadas, ha perseguido buscar una alternativa a derribarla y conservarla como un adorno, “ya que no se ha hecho nada nuevo; se ha respetado la construcción original que, tras resanar la fachada, se ha rematado con unas almenas, reparando el tejado que estaba en pésimas condiciones”. Lo cierto es que la obra ha conseguido añadir un elemento que se mimetiza en un entorno de interés histórico y artístico.
Los que pasan por el lugar, no dejan de sorprenderse al ver la pieza que al tener ahora almenas ha adquirido un porte muy superior a lo que allí había. Sin embargo han saltado algunas consideraciones tales como que “no tiene sentido racional” y cuestionando si la normativa urbanística lo permite”. En cualquier caso, para los neófitos en la materia, más allá de las consideraciones técnicas e históricas, ese espacio entre ambos cascos bodegueros ha ganado en belleza.
Fuentes de la obra han insistido en que se ha arreglado lo que había, se resanó la fachada para dejar el ladrillo original, “que hubo que reponer en algunas zonas”, y que dado el estado de la cubierta de tejas, que estaba prácticamente hundido, se decidió rematar la rehabilitación con una cubierta adornada con almenas.
Este detalle es lo que más ha llamado la atención junto al aspecto totalmente resanado de toda la pieza que por ello ha ganado una gran visualización. Fuentes de urbanismo han comentado que se han llevado a cabo varias inspecciones. “Lo que se ha hecho es continuar lo que había. Estaba la opción tirar la pequeña casa o añadirla, reparándola, al conjunto bodeguero. Dejar lo que había deslucía y no merecía la pena”
La obra en esencia es la rehabilitación de dos cascos de bodega del siglo XVIII, que fueron propiedad de Juana de Dios Lacoste y Biñalet, que en 1809 se casó con Gregorio Isasi, que se dedicó al negocio vitivínicola, y tuvo 22 hijos. Esta mujer abrió una escuela para niñas pobres en El Carmen, de ahí la dedicación de la calle que lleva su nombre. Ambas edificaciones servirán para la crianza de vinos de una firma jerezana.
Esta reforma, tras su culminación, guarda muchas similitudes con la torre defensiva levantada en el medievo en la Puerta de Rota, que pertenece a las bodegas Fundador. Esta formaba parte de una casa palacio del siglo XV que se derribó, pero conservándose la actual construcción que se ve en la parte alta de la cuesta de la Chaparra.
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