La Hermandad de la Lanzada de Jerez ha sacado a la luz una de esas historias que no suelen aparecer en los libros cofrdes, pero que resultan fascinantes para entender la Semana Santa de antaño. Se trata del paso de finales del siglo XIX con el que la cofradía jerezana realizó su primera estación de penitencia el Jueves Santo de 1949.
Ese paso no había nacido en Jerez. Fue realizado originalmente para la Hermandad de los Panaderos de Sevilla(Prendimiento), que en 1944 lo vendió a la Hermandad de la Coronación de Espinas de Jerez. Y ahí arranca una cadena de cesiones y estrenos que marcaron a varias corporaciones.
Un estreno accidentado en 1949
En aquella primera salida, los cofrades de la Lanzada contrataron a unos carpinteros para desmontar y montar a toda prisa el misterio en apenas tres días. La anécdota no acabó bien: durante la procesión se rompieron 11 tulipas, lo que obligó a la hermandad a abonar a la Coronación el coste de los desperfectos si querían volver a usar el paso en 1950.
Finalmente, la Lanzada volvió a procesionar con él al año siguiente, antes de encargar en 1951 un nuevo paso al tallista José Ovando, que dejó definitivamente aparcada la vieja estructura.
Un paso compartido por varias hermandades
Lo más llamativo es que no solo la Lanzada utilizó aquel paso. La propia Coronación también lo usó hasta 1953, cuando estrenó igualmente uno nuevo de Ovando. Y en 1951, la Hermandad de las Cinco Llagas se sirvió de él en la Madrugada, antes de recibir el suyo propio, igualmente firmado por el artista portuense y que aún conserva.
De este modo, el mismo paso llegó a procesionar durante tres años consecutivos (1949-1951) en dos días distintos de la Semana Santa, algo poco común y que demuestra la importancia de la colaboración, entonces, entre hermandades ante las escasez de recursos cuando espesaban a ser protagonistas en los días de la Semana Santa.
Los vínculos no terminaron ahí. Décadas después, la historia volvió a repetirse con otros protagonistas. En 1983, la Coronación sustituyó el paso de Ovando por uno nuevo de Guzmán Bejarano. Apenas tres años más tarde, en 1986, la Lanzada estrenaba también su propio paso, igualmente salido de las manos del mismo artista.
Lo que comenzó como una solución de urgencia en 1949 se ha convertido hoy en una curiosidad histórica que refleja cómo un mismo paso llegó a varias hermandades en Jerez y en Sevilla.