El exalcalde comienza cargando contra las declaraciones previas de algunos de los procesados en el caso 'Casa del Rocío' y luego considera una "mentira grosera" que los trabajos de remodelación se cargaran con obras menores en barrios. 

A las 11 y 25 minutos Pedro Pacheco volvía a declarar ante un tribunal. La tercera vez en un año, la segunda en apenas unos meses. “Hoy os vais a divertir”, señaló a la prensa minutos antes durante un receso, afirmando incluso que se encontraba “bien” a preguntas de los periodistas. El exalcalde fue el último en declarar del total de diez procesados por el llamado caso ‘Casa del Rocío’, al que la Fiscalía Anticorrupción reclama seis años de cárcel por un presunto delito de prevaricación, varios continuados de falsedad en documento oficial y mercantil y fraude a la administración, en concurso medial con un delito de malversación en grado de tentativa.

Como se recordará, al ex “líder máximo del PSA” –como así se definió durante su declaración- se le acusa de favorecer a la Hermandad del Rocío de Jerez con unas obras de remodelación en su casa de hermandad de Almonte (Huelva), cargadas con facturas falsas que simulaban ser obras menores de unos planes especiales en barriadas de las zonas Norte y Sur de Jerez.

Pacheco comenzó con ganas, afirmando al tribunal, presidido por Lourdes Marín, que no sólo iba a contestar a las preguntas del fiscal, también a las de los abogados de las defensas, aunque en un principio no pensaba hacerlo, ya que en los nueve interrogatorios previos del resto de procesados había notado “cierta desmemoria y un poco de poca vergüenza”.

Quien en la fecha de los hechos que se juzgan fuera delegado de Urbanismo y coordinador del área de Política Territorial tras el pacto PSA-PSOE, señaló que sólo mantuvo una reunión formal con los miembros de la hermandad del Rocío de Jerez, tras recibir una carta por su parte, en la que pedían colaboración para la construcción de un monolito dedicado a la virgen (ubicado actualmente en la plaza Aladro), un azulejo y la reparación de la casa de hermandad en Almonte, todo enmarcado en la conmemoración de los 75 años de su fundación. Dicho encuentro se llevó a cabo en la sede de la extinta Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) y además del propio Pacheco estuvieron presentes, por parte del Ayuntamiento, el arquitecto municipal y subdirector del área de Arquitectura y Disciplina Urbanística, José Manuel Muñoz Alcántara y el exgerente de la GMU, Luis Cruz -ambos también procesados-, mientras que por parte de la hermandad del Rocío asistieron tres personas, con su exhermano mayor, Francisco Gómez -también encausado-, a la cabeza. Al conocer por boca de la hermandad las necesidades anteriormente citadas, el exalcalde afirma que “les dije que teníamos en el Ayuntamiento a un arquitecto que era el rociero número uno" –en referencia a Muñoz Alcántara- y que para solicitar dichos trabajos les dijo que “ya sabéis cuál es el camino para pedir las subvenciones” –de hecho, anteriormente había citado varias pequeñas “colaboraciones” del Consistorio hacia la hermandad rociera-.En ese punto, el fiscal anticorrupción, Manuel Arjona, le preguntó varias veces si se había vuelto a reunir con estos miembros de la hermandad del Rocío para tratar este asunto, a lo que Pacheco insistió que no, si bien afirmó que “Jerez es muy pequeño y seguramente me los encontraría por la calle y comentáramos esto”. También supuso que los vio “en la inauguración del monolito, pero ahí creo que ya me habían cesado”, pero insistió en que “reunión formal sólo hubo una”.

Tras señalar posteriormente que el proyecto técnico de reforma de la casa lo llevaron a cabo técnicos de la extinta Gerencia de Urbanismo –“Cómo iba a leer el proyecto técnico, si teníamos 500 obras, estábamos desbordados”-, negar que le trasladaran dicho proyecto y afirmar desconocer si la hermandad pidió o no la subvención –“del consejo de administración para abajo no me metía”-, el fiscal le preguntó si había visitado las obras de la casa en Almonte. “Yo sólo iba al Rocío en verano a recorrer el camino que hace la hermandad todos los años”. Este viaje de placer lo hizo con amigos y miembros de la hermandad del Rocío y de la Unión de Hermandades, en total unas “16 ó 17 personas” y en el mismo afirma que no se trató ‘per se’ el tema de la obra. “A lo mejor alguien preguntó, pero no se fue para eso, se fue a comer y a beber bien, a estar por el Coto y a bañarnos, porque hacía mucho calor”.

Igualmente negó que los trabajos de reforma se ejecutaran como obras menores de los planes Norte y Sur –“eso es una mentira grosera, no burda”- ni que fuera él quien decidiera a quién se le otorgaba las subvenciones. “Se hacía por riguroso orden de entrada y en función del destinatario”, explicando que tenían prioridad los colectivos culturales, sociales, hermandades y vecinales. También destacó que cuando se trataba de una obra de "cierto calibre" en este caso de 297.000 euros, "se pedía un proyecto técnico".

Ya a preguntas de las defensas, y preguntado por el constructor, José Grimaldi, (también imputado en la causa y que declaró antes que él), dio a conocer su “tésis”: “Me da la impresión de que este señor, creyendo que le trabajaba al Ayuntamiento, se tiró a la piscina sin ningún papel al ejecutar las obras pensando que cobraría”.

Por último, a preguntas de su abogado, Manuel Hortas, señaló que le sorprendió de que el partido socialista de Pilar Sánchez creara una “Gerencia de Urbanismo paralela” con la delegación de Infraestructura. “Me quedé estupefacto leer en un díptico del PSOE como mantenimiento urbano, es decir, Infraestructura, había hecho 150 intervenciones urbanísticas”, criticando que “el PSOE nunca dijo de dónde había salido ese dinero”.

“Obras capricho”

Por su parte, el constructor que ejecutó las obras de esta reforma, José Grimaldi, dijo que aunque en la "primera reunión" que mantuvo con el gerente de Urbanismo "no se habló de cómo se le iba a pagar", en un encuentro posterior de los tres que mantuvieron se le dijo que le iban a pagar los trabajos "como obras menores".

El empresario relató que las obras se iniciaron entre "febrero y marzo" de 2007 para que estuvieran acabadas en mayo, y ha explicado que cuando preguntó "quién mandaba la obra", en la GMU le dijeron que "venía de arriba", dando por hecho -en la fase de instrucción- que quién estaba detrás era la entonces alcaldesa del PSOE Pilar Sánchez.Asimismo, ha admitido que, salvando el caso concreto de una chimenea para la casa de hermandad, "no le dieron planos" ya que "era una obra capricho", lamentando que "el capricho lo pagara yo".

Una vez que terminaron los trabajos explicó que preparó sus facturas y presentó "un tocho con nombres de calles y plazoletas" al tesorero de la GMU -también juzgado por esta causa-, y ha precisado que todas ellas tenían un importe "de menos de 30.000 euros", aunque llevaba gastados 300.000 euros, llegando a "meter facturas duplicadas por si cobraba".

Ha dicho que, a partir de ahí no sabe "en qué quedaron las facturas", puesto que llamaba y le decían que "tenían que firmar y pasaron los días, llegaron las elecciones y ganó el PSOE" y la entonces alcaldesa Pilar Sánchez "ni me recibía, ni me pagaba, ni nada".

El juicio se retomará el próximo martes con la declaración de los primeros testigos, entre los que se encuentra Pilar Sánchez, que comparecerá por videoconferencia desde la prisión sevillana de Alcalá de Guadaíra, en la que ingresó el 1 de febrero para cumplir la condena de cuatro años y medio por el 'caso PTA'.

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Jorge Miró

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