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Decir que en Estancia Barrera hay mucho paro y pobreza no es nada nuevo. Que está dejada, a pesar de las visitas preelectorales recientes para vender mejoras de urbanización, tampoco. En el bloque 10 de la calle Obispo Cirarda viven como okupas varias familias, todas ellas jóvenes y con menores a su cargo. Las historias de María José, Mari Carmen, Tamara y María del Rosario son las de cuatro mujeres que apenas tienen ingresos y que vieron en la okupación una salida momentánea a su situación al no poder afrontar un alquiler. La crisis se las ha llevado por delante a ellas y a sus parejas, que difícilmente encuentran un trabajo en una ciudad con más de 33.000 parados.

A María José Pardo, que apenas tiene 19 años, se le intuye perfectamente que está esperando un hijo. No es para menos, está embarazada de cinco meses. En diciembre dará a luz a su primogénito y hace unos cuatro meses que se metió en una casa de Estancia Barrera, donde se realiza la entrevista. Estuvo un tiempo viviendo en casa de su suegra, pero las malas relaciones con su hijo hizo que tuvieran que buscarse una vivienda. Su novio, de 22 años, se quedó parado poco después de mudarse a este piso. Su último trabajo fue en un kebab, donde no estaba asegurado. La madre de María José no se puede hacer cargo de ella, ya que tiene otras cuatro hermanas y una paga de apenas 400 euros. "Me dijeron que esperara, que me iban a dar una solución", comenta que le dijeron en servicios sociales. "¿A qué vamos a esperar?", se pregunta.

Su vecina Mari Carmen Flores lleva un mes menos que ella como okupa. Llegó tras dejar una vivienda de alquiler en las Delicias que no podía pagar. Su novio, parado desde hace unos años, no tiene prestación alguna y ella se dedica a cuidar a su hijo pequeño de tres años. Gracias a la ayuda de su padre, prejubilado, llena la nevera. "No estamos pasando hambre, mi padre no me deja de la mano", explica. Gracias también a la ayuda del economato de San Juan Grande. El Ayuntamiento les ofrece un alquiler que ronda los 400 euros, cantidad que no puede costear. "Mi novio vende picotas de vez en cuando, y si saca 25 euros al día, buenos son". Hace poco trabajó para una ETT que le pagó 12,50 euros por unas horas de trabajo. "Fue entrar en el banco y comérselos para pagar el mantenimiento de la cuenta", dice riéndose. "Nos tendremos que reír, qué remedio", añade.

Tamara Pérez lleva el mismo tiempo que Mari Carmen. Desde principios de junio. Tiene tres niños pequeños, uno de nueve años y dos mellizas de tres, una de las cuales tiene problemas de corazón y una hernia diatal. "La niña pesa unos nueve kilos", dice. Hasta hace poco la Seguridad Social le pasaba los medicamentos para la niña, pero ya no. Tamara estuvo viviendo cuatro años de alquiler en un piso de Santo Tomás de Aquino, donde pagaba 220 euros. Cuando debía un año, la casera le cambió la cerradura y la echó. "Llevaba un año diciéndole a la asistenta que me iban a desalojar y me decía que hasta que no tuviera fecha no podía hacer nada. La noche que me echaron me vi en la calle, era un domingo y me metí en esta casa", cuenta. Al poco de estar en Estancia Barrera recibió una carta de Emuvijesa en la que le decían que tenía que desalojar la vivienda en 24 horas. "Les dije que entregaba las llaves, pero debía tener otra casa para irme, no me iba a quedar en la calle con mis tres hijos". Tamara explica: "No nos negamos a pagar, pero quiero un alquiler asequible". 

María del Rosario Marchena, a pesar de su juventud (22 años), es madre de dos niños de tres y un año. Es la que lleva más tiempo en la barriada como okupa (ocho meses) y los cuatro primeros estuvo sin luz ni agua. Se apañaban con velas y un foco de butano. Su hijo mayor cogió neumonía y la pequeña bronquiolitis. Antes de vivir en Estancia Barrera estuvo en un piso, herencia de su abuelo, en el que pagaba 250 euros de alquiler. Cuando su marido dejó de cobrar ayuda, se tuvo que ir. Ahora en verano se sacan unos euros vendiendo bebidas a pie de playa. Se dieron de alta como autónomos y por pasarse el plazo para presentar la declaración de la renta bajaron bastantes puestos en las listas de espera de Emuvijesa. "Estoy apuntada desde 2010 y estaba la 200 y algo, pero al no hacer la declaración me han bajado al puesto 4.080", cuenta María del Rosario. A pesar de su situación, tampoco recibe el cheque de comida que da los servicios sociales municipales. "Lo tengo solicitado desde abril de 2013 y me dicen que ahora se lo están dando a los de febrero del año pasado". "La asistenta me dijo que no veía que tuviera necesidad", cuenta.

Otra vecina, que no vive de okupa sino con sus padres también está presente durante la entrevista. El caso de María Josefa Gómez pone los pelos de punta. Hace dos años y medio se rompió la tibia y el peroné al bajar del coche y desde hace un año se le diagnosticó que sufre un 45% de minusvalía, por lo que cobra una paga de 428 euros. Sufre de osteopenia (la fase previa de la osteoporosis), fibromialgia, una enfermedad caracterizada por el dolor crónico y la percepción de fatiga, además de otros síntomas, y también tiene bronquitis asmática y ha pasado por periodos depresivos. María Josefa está separada desde hace 14 años, ya que sufría de malos tratos. Se vino de Barcelona, donde vivió con su marido durante 22 años, y desde entonces ha criado ella sola a su hija, que hace unos meses cumplió 18 años. No puede evitar emocionarse al contar su historia. La relación con sus padres no pasa por su mejor momento y espera poder vivir en una casa con su hija más pronto que tarde. Aunque con un alquiler asequible, que pueda permitirse. "Emuvijesa me dice que estoy en tierra de nadie, que ni soy okupa ni estoy en la calle", cuenta. Durante la charla agarra con fuerza un recorte de periódico con el siguiente titular: "Las familias con menos de 800 euros podrán pedir el pago del 75% del alquiler""¿Y con esto qué pasa?", se pregunta entre sollozos. Está desde 2003 en la lista de espera para acceder a una vivienda municipal, pero aún no lo ha conseguido. Su hija, que estudia 1º de bachiller, quiere ser profesora infantil, y ella quiere que estudie, "para que no le pase como a mí".

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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