Obreros 'vors' del Marco: “Si se reparten dividendos, no nos van a quitar derechos"

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Los trabajadores más veteranos de las bodegas cuentan cómo ha evolucionado el sector en los últimos años y advierten de que la patronal intenta "chantajearles" para que firmen el XXV Convenio de la Vid.

Con 14 años Paco López comenzó a trabajar de botones en una bodega de Jerez, “oficialmente, porque extraoficialmente he estado entre botas de vino desde que tengo uso de razón, empezábamos ayudando a nuestros padres a poner celofán en las botellas…”. La suya ha sido una familia de obreros de la vid. En la actualidad ocupa un puesto en la planta de clarificación y fermentación de un importante firma. La experiencia, dice, aumentaba con las telarañas, hasta la reestructuración del Marco de Jerez, el final de una etapa expansiva y de auge de los vinos medios. Una historia paralela ha vivido su tocayo Paco Arellano. Era el mayor de los hermanos y le tocó ganarse la vida para que los más pequeños estudiaran. Cuarenta años hace ya que trabaja en el sector de la vid. Inma Castro, también vio truncados sus estudios universitarios con la mayoría de edad, en el 79, cuando un familiar le aconsejó que aceptase un puesto en la administración de una empresa del sector.

Los tres han dedicado su vida al mundo del vino en condiciones cada vez mejores y los tres forman parte de la comisión negociadora del XXV Convenio de la Vid a cuyas premisas se oponen. “Hacen una especie de chantaje para que firmemos diciéndonos que a los veteranos como nosotros no nos van quitar lo que tenemos, pero le quitan todos los derechos a las nuevas personas que entran”. Uno de estos jóvenes empleados de bodega es Manuel Romero, quien desde los 18 años comenzó a compaginar el trabajo en diferentes puestos del sector del vino con los estudios de Historia. En 2006 compró una vivienda, paga 500 euros de hipoteca, tiene dos hijos y trabaja embotellando vino y se niega a perder la antigüedad.

Ha llovido mucho… Los tres poseen un hogar, han formado sus respectivas familias y aseguran que han vivido en buenas condiciones. “El espíritu de trabajo que existía en las bodegas era inigualable; el trabajo se entendía como un derecho, y debido a la escasez, era una lucha diaria”, cuenta López con cierto brillo en los ojos. El punto de inflexión tuvo lugar con la reestructuración, algo que según él restó valor a la industria del vino en Jerez. “Antes todo funcionaba en torno a las bodegas: fábrica de botellas, tapones, etiquetas, viñas... Todo fue desapareciendo desde entonces”. Antes una gran bodega podía contar con unos 1.000 trabajadores, “hoy tienen 100”, en total unos 900 trabajadores en todo el Marco. Los tres obreros ‘vors’ del sector de la vid bromean al poner ejemplos de cómo han cambiado las tornas con el tiempo. “Antes decías que te echabas un novio que trabajaba en una bodega, y te hacían una fiesta”.

Ahora compañeros de López, Arellano, Castro y Romero, comparten piso como estudiantes. “Estoy sufriendo al ver que trabajadores que hacen el mismo trabajo que yo, cobran un 30% menos”, Arellano. López que ha vivido la friolera de 19 expedientes de regulación, tiene muy claro que seguirán luchando para que no mengüen los derechos de los trabajadores de la vid. “Nos duele que después de haber conseguido el mejor convenio de la provincia de Cádiz, quieran retroceder”. “Uno de los grandes logros para mí fue acabar con la jornada partida”, señala Inma Castro, orgullosa. Los sindicatos advierten de que la patronal, Fedejerez, pretende abaratar la contratación en un 40 % del salario actual, pasar todas las licencias al Estatuto de los Trabajadores, eliminar los censos de eventuales, perpetuar la temporalidad en detrimento del empleo estable o la eliminación de la antigüedad y de los actuales niveles profesionales.

Gracias las horas dedicadas en empresas del vino, los obreros más veteranos del sector —viejos, como dice López— han logrado tener una vida digna. Conscientes de ello, en el anterior convenio aceptaron la pérdida de poder adquisitivo, la congelación de los censos eventuales y de la antigüedad, para afrontar la crisis. En el XXV Convenio de la Vid, no hay excusas. Poseen datos extraídos del Registro Mercantil que dejan constancia de los beneficio, de los resultados positivos de las empresas vitivinícolas del Marco, por esto, no van a ceder “si se reparten dividendos, no nos van a quitar derechos a los trabajadores”, sentencia Paco Arellano, miembro de la comisión negociadora.

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María Luisa Parra

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