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Mariana García Guerrero, catedrática de Lengua y Literatura y jerezana de adopción tardía, es homenajeada en la Semana del Mayor de Jerez a sus 103 años.

Un portátil. Es lo que quería Mariana a los 90 años. Pero su deseo no se cumplió. Su sobrina prefirió no satisfacer el antojo de su tía que ahora tiene 103 años, porque “temía que se volviera loca con los virus y las cosas de las nuevas tecnologías", recuerda. Mariana García Guerrero, una mujer excepcional, vive y está empadronada en Jerez donde se le ha rendido homenaje en la Semana del Mayor.

Esta jerezana de adopción tardía nació en Madrid. Hija de un fotógrafo gaditano de la alta sociedad y madre manchega, es la segunda de cinco hermanas, todas con estudios superiores. Creyente y mujer de mundo, vivió en México y La Habana. De vuelta a España la familia se asentó en Sanlúcar y más tarde la homenajeada se licenció en Filosofía y Letras en Madrid. La Guerra Civil quebró su vida como la del resto de los españoles y se vio obligada a realizar estos estudios en dos etapas. Pero el conflicto bélico no fue el único obstáculo que sortear; se encontró con muchas cortapisas y “celillos”. “Tanto los hombres como las mujeres le ponían todas las zancadillas que podían y más por ser mujer”, asegura María Luisa Ballesteros, sobrina de Mariana que en la actualidad vela por su cuidado.

“Yo no soy feminista como se entiende ahora. Mi lucha es mejorar la dignidad de la mujer hasta igualarla con la del hombre en la educación y en la cultura”, ha afirmado siempre doña Mariana, como la conocían y la siguen recordando en Sanlúcar. Es por esto que a lo largo de su extensa vida ha puesto su granito de arena para mejorar el nivel cultural de la mujer y disminuir el alto grado de analfabetismo. La longeva catedrática también promovió la concesión de becas para alumnos con pocos recursos y dio clases particulares de forma altruista. “Su vida fue una entrega total a la docencia”, asegura María Luisa. Trabajaba mañana y tarde, sin tiempo de nada. “Comía en un bar de la plaza Cabildo con media copita de Manzanilla. Allí le tenían reservada una botella con el nombre de Mariana García, todavía hoy de vez en cuando se toma un poco”, confiesa en tono pícaro. "Siempre ha sido inapetente en el comer, nunca tenía hambre, era estricta pero muy justa. Decía las cosas muy bien pero a veces de forma abrupta”, cuentan con ternura los familiares de la autora de El habla de Sanlúcar, y catedrática de Lengua y Literatura del Instituto Francisco Pacheco, “su hogar” durante más de 30 años.

Le gustaba ir arreglada por su trabajo y lo que representaba aunque no era presumida. Cuando realizas una panorámica por los retratos de esta gran mujer que salpican el salón te sorprende su soltería. Era muy bella y cultivaba un gran intelecto. Se carteaba con escritores de toda la generación de los 50 como Caballero Bonald, y otras como Pilar Paz Pasamar con los que comentaba aspectos profesionales y mantenían una gran amistad. A pesar de que le hubiese gustado, nunca se casó. Ella pensaba que nadie la podía querer de verdad, al ser menudita y tener una mancha de nacimiento en el rostro que disimulaba con un poco de maquillaje. "En su época muchas se quedaron solteras porque la mayoría de los jóvenes se marcharon a luchar a uno u otro bando", resuelve María Luisa. 

En junio de 1980 se jubiló a los 68 años. Sanlúcar le ha dedicado una calle peatonal que da paso a un colegio en cuya pared puede leerse: “Catedrática doña Mariana García Guerrero”. El ministerio de Educación y Ciencia le concedió el lazo de dama de Alfonso X ‘El Sabio’ en honor a su trayectoria docente. Ofreció conferencias y escribió artículos en publicaciones como ABC, Diario de Cádiz, o La Voz del Sur, ésta última cabecera desaparecida en Jerez a principios de los 80.

Ofreció conferencias y escribió artículos en publicaciones como ABC, Diario de Cádiz, o La Voz del Sur, esta última cabecera desaparecida en Jerez a principios de los 80

En el acto homenaje organizado por el Ayuntamiento de Jerez, no llegó a emocionarse, sin embargo a lo largo del encuentro con lavozdelsur.es, al oír hablar de la relación con su padre, no pudo contener las lágrimas. Tenían un carácter muy parecido aunque eran ideológicamente algo diferentes, mantenían charlas durante horas. Fue el hombre de su vida y el amor fue correspondido. “Siempre estuvo orgulloso de su Marianita, ¿verdad que sí?”, le pregunta María Luisa.

El secreto de su longevidad no es otro que el haber tenido el intelecto activo. Hasta los 100 años estuvo escribiendo sus memorias. A día de hoy entiende perfectamente lo que oye, sólo que la edad le hace flojear en el habla, sobre todo desde hace tres años como consecuencia de un ictus. “No habla mucho pero cuando lo hace, suelta unas parrafadas…”, comenta María Luisa. En esta cita ya se encontraba cansada y no habló con palabras; sí con una mirada cómplice, aprobatoria y apenada en ciertos momentos; habló con las pequeñas arrugas de su rostro y con los recuerdos en forma de títulos, placas conmemorativas e imágenes que adornaban su hogar; dio un “gracias” al recibir el beso de su sobrina y cerrar los ojos dejándose querer; y dijo un “adiós”, alzando muy despacito su mano al concluir la visita.

En general ha sido feliz en todas las etapas de su vida y ahora “está como una reina”. Cuenta con la ayuda de tres cuidadoras y con el apoyo incondicional de su sobrina que vive en el piso de abajo. La vejez le está compensando toda la labor que ha realizado a lo largo de su vida, recibe el cariño de la gente y está cuidada. Según María Luisa, "la vida le está devolviendo lo que ha dado, como dice un proverbio chino: Que Dios te bendiga con una larga vida”.

Sobre el autor:

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María Luisa Parra

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