La procesión de la Virgen de la Merced pone el broche final a los días de cultos y preparativos en honor a la patrona de Jerez. Como cada 24 de septiembre, la ciudad vive una jornada intensa en torno a la basílica, donde la afluencia fue continua desde primeras horas del día. Destaca la participación de centenares de jóvenes de hermandades que decoraron la calle dedicada a la Virgen con coloridas alfombras de sal.
La tarde acompañó en lo meteorológico, con temperaturas suaves y algunas nubes que no empañaron la cita. A las seis y media salió la cruz de guía, abriendo paso a decenas de estandartes de hermandades de penitencia, gloria y otras asociaciones eclesiales que conformaron el amplio cortejo que precedió al paso de la patrona.
Una calle abarrotada y un recorrido más ágil
La calle de la Merced se convirtió en el lugar más concurrido del recorrido, punto clave por la tradicional ofrenda flamenca de la peña Tío José de Paula desde su balcón. Las alfombras, los gallardetes y la multitud crearon un ambiente único en el arranque de la procesión. El itinerario repitió el del año pasado, acortado por obras en San Juan y plaza Rafael Rivero, aunque la Orden mercedaria optó por mantenerlo al comprobarse que ofrecía mayor agilidad al cortejo.
Ese recorrido más amplio y cómodo permitió a los asistentes contemplar la procesión con gran facilidad. La animación fue constante en cada tramo, confirmando que la decisión de conservar el trazado ha sido bien acogida por público y organizadores, aunque se echa de menos la fusión de tan ancestral advocación por las calles del Jerez histórico.
Vuelve la Banda Municipal, presencia institucional y un paso con siglos de historia
El cortejo estuvo acompañado por la música de la Agrupación Musical San Juan abriendo el mismo, fiel a la cita cada 24 de septiembre. También participaron órdenes religiosas, representantes eclesiales presididos por el obispo José Rico Pavés y miembros de la corporación municipal, encabezada por la alcaldesa María José García-Pelayo, junto a concejales de PP, PSOE y Vox.
El paso de la Virgen mantiene intacta su estética, con elementos de bordados y orfebrería de gran valor artístico, algunos con casi cuatro siglos de antigüedad. Como cada año, centenares de nardos perfumaron el templete y dejaron un inconfundible aroma en torno a la imagen. Uno de los momentos más emotivos se vivió al inicio, con la plegaria entonada desde un balcón por voces vinculadas a la Merced y a la Virgen de la Cabeza.
El acompañamiento musical, que el año pasado estuvo a cargo de la Banda de Santa Ana de Dos Hermanas, en sustitución de la Banda Municipal -por razones obvias-, fue otra novedad. Volvió la formación jerezana, que pese a la estabilidad alcanzada en lo administrativo, aún le queda mucho para recuperar lo que fue hace ya demasiados años. Apenas se escuchaba.
La patrona fue llevada por costaleros, tradición que se mantiene desde hace más de veinte años cuando tras retirar las ruedas cogió el llamador por primera vez Diego García De los Santos a quien relevó el actual capataz Martín Gómez. Con cinco trabajaderas e igualás de 20 hombres, dos cuadrillas se alternaron durante el itinerario. Hubo especial recuerdo para el costalero Juan de la Chica, enfermo, al que se dedicaron levantás y oraciones por su recuperación.
El paso por templos como San Juan de Letrán o la Victoria dejó instantes especiales, con ofrendas y rezos ante imágenes como el Nazareno y la Soledad. Estos momentos reforzaron la conexión entre la devoción mariana y la vida cofrade de la ciudad.
Con cada ofrenda y plegaria, los jerezanos volvieron a testimoniar una devoción de 800 años de historia. La procesión de la Virgen de la Merced no solo fue un acontecimiento religioso, sino también un reflejo del vínculo inquebrantable entre la patrona y el corazón de Jerez.
