Muere Jero, el perro "con más arte de todo Jerez"

Formaba parte a diario del entorno de la plaza del Arenal. "Era todo un personaje y muy querido", comentan quienes le veían todas las mañanas al pasar por el lugar

Jero formaba parte del entorno de la plaza del Arenal.
23 de mayo de 2025 a las 09:11h

Hay animales que forman parte de un lugar, que se quedan grabados en el corazón de mucha gente. Jero era uno de ellos, un perro que solía estar por la plaza del Arenal de Jerez y que llamaba la atención de muchas de las personas que paseaban a diario por el entorno. 

Junto a Ramón, su dueño, que siempre está con sus libros y sus cuadros en el referido enclave, Jero formaba parte del día a día de este rincón del centro de Jerez. Aunque siga habiendo gente que no lo entienda, su marcha al Puente del Arcoíris ha provocado una gran tristeza entre quienes lo conocieron. 

Un perro que deja una gran huella

Jero ha dejado huella y será recordado como "el perro con más arte de todo Jerez", como apunta Ángel Jesús en redes. "Lo siento muchísimo de corazón. Lo veía todos los días cuando pasaba junto a él. Acompaño en el sentimiento a su dueño", ha indicado Paco Tana. 

“Era todo un personaje”, “qué bueno era y cuanto lo quiere Ramón”, “era muy querido, se veía muy sabihondo y listo. Es una pena” o “me gustaba verlo siempre al pasar por ahí. Qué lástima. Duerme y juega en lo más alto”, son algunos de los comentarios tras la muerte de este querido perro. 

Un vínculo muy emocional

La muerte de un perro deja un vacío difícil de explicar con palabras. No es solo la pérdida de una mascota: es la desaparición de un compañero constante, de una rutina compartida, de una mirada que siempre espera. Su ausencia se hace visible en el silencio que deja, en los paseos que ya no se hacen, en su lealtad y fidelidad. Se va un ser que estuvo ahí en los días buenos y en los malos, que acompañó sin pedir nada a cambio, salvo cariño.

Para muchos, el vínculo con un perro se forja desde lo más emocional. Es un lazo construido en los detalles, en la lealtad sin condiciones. Por eso, cuando muere, la tristeza no es menor ni pasajera. Quienes lo conocieron y lo quisieron sienten que han perdido una parte de su vida. La pena es real, y aunque a veces no se sepa cómo expresarla, duele como duelen las pérdidas importantes. Porque un perro no es solo un animal, un perro es familia.

Sobre el autor

Rubén Guerrero

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