Francisco Salazar del Águila, más conocido por todos como El Caco, ha fallecido. Un personaje singular, una de esas personas sencillas y entrañables que dejan una huella profunda por su bonhomía.
Era habitual verle por la calle Larga y Corredera, dos lugares que le echaran mucho de menos. Afable en el trato, vivía a su manera, siendo muy feliz con muy poco. Todo un ejemplo de que la vida a veces hay que reducirla a expresiones mínimas para saborear lo puro y verdadero.
Respetado y querido por muchos jerezanos, como indica Baldomero García en redes, "huía del mal rollo siempre y su única ambición era vestir bien y eso le bastaba para ser feliz. Era muy amante de Jerez y de sus tradiciones".
Llegó a jugar al fútbol en el Kimber Utrera y era un buen aficionado a los toros y al flamenco. Como apunta Baldomero, era sobrino "del mismísimo maestro de la guitarra, Rafael del Águila". Vivió entre Santiago y la Plazuela y en muchas reuniones "le pedían que hiciera su pataíta por bulerías".
Sobre la figura de El Caco, el mítico periodista Jerónimo Roldán ha destacado: "Histórico en los partidos de futbol del parque González Hontoria en el conocido campo de Los Pilones, cercano a las vías del tren. Personaje cordial y educado".
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