Cuando lo de las redes sociales y especialmente Youtube formaban parte de la ciencia ficción, o casi, Andrés Saldaña, más conocido por su nombre ‘artístico’ Memba Bike, ya hacia malabarismos con la bicicleta en la mítica ‘U’ de San Joaquín. Se puede afirmar que es de los pioneros de la primera generación de bikers de la ciudad.
Pero lo de Memba va mucho más allá; por ejemplo, presume de haber hecho el ‘caballito’ más largo que jamás se ha intentado con una bici, “una hora haciendo el caballito a una mano y sobre un muro alto. Para hacerlo más complicado”. No descarta que algún día intente que Guinness le reconozca el récord, eso sí, con ayuda del Ayuntamiento. Sigue con su pasión por las dos ruedas, que no deja de lado a un artista integral. Vive como un artista, no le gusta llevar teléfono y tiene ese halo especial que acompaña a los que llevan un genio en sus adentros.

“En mi casa tenía mi cuarto lleno de bicis y de tanto tratar con ellas me especialicé hasta que lo vi como una forma de ganarme la vida, primero trabajando en tiendas y más tarde por mi cuenta”, nos relata Andrés de esos primeros tiempos en los que empezó a verle salida a lo de las dos ruedas.
Así surgió el Memba artista a partir de un tatuaje “que me diseñé con piezas de bici”. "Lo tuve en mi cabeza durante años y nunca me puse a ello... pero cuando veía una bici en el taller, en mi cabeza comenzaba a formar a un animal, con todos los componentes de la bici que hacían falta para crearlo”, dice.
De formación en artes, nada: “mi padre era carpintero y yo estaba viviendo en su taller, por lo que tengo conocimiento del uso de herramientas; los juguetes que tenía eran herramientas que me regalaba, por eso soy un poco manitas”, relata como causa por la que maneja la mecánica con absoluta soltura. En la artesanía que trabaja está por la idea de ir a lo más comercial, a lo que tiene una salida en ventas, dejando de lado su estilo “a lo mejor más siniestro”.


Cuadro, flores, lámparas y todo eso hecho con componentes de bicicleta. Confiesa, abundando en su arte, que hace “todo tipo de trabajo artesanal; también mesas con piezas de bici”. Sueña con que sus esculturas llegarán a exposiciones y museos. Conoce los trabajos de otros que se dedican a esto, “pero yo tengo mi técnica propia y mi estilo propio. Son cosas que no he visto por ningún lado”, recalca, incidiendo en que no usa soldaduras para unir los componentes.
Esto no es fácil, “es bastante complicado, tiene bastante curro, bastante horas”, afirma. Memba lo resume en “probar y probar, fallar mil veces. Siempre tengo uno como de prueba, al final tienes que hacerlo como dos veces”. Sus creaciones se pueden ver y comprar en la tienda Sicodelia.Art, en la plaza de Las Angustias.
Entre sus proyectos está convertir su taller en un espacio multiusos que sirva para reunir a artistas multidisciplinares; realizar exposiciones, conciertos, eventos de todo tipo “y poner toda mi obra bien expuesta, bien limpita, que la gente exponga fotografía, pintura… cultura”.
Vamos ahora a otra faceta Memba, porque tiene muchas: fomentar el uso de la bicicleta: “Pido a la gente las bicis que tienen en las casas, que no las arreglan porque se creen que es muy caro”. Su idea es que vayan a su nave a arreglarla, “o donarla”. Las recoge, las lleva al taller “la limpiamos, la ponemos a punto y la vendemos al mínimo precio posible”.


Incluso ha llegado a pedir la voluntad, lo que se quiera pagar por ella, pero claro, “me ha llevado un montón de horas de limpieza que se evalúa en unos 30 euros”. Afirma que algunas les llega a dar salida por 10 ó 15 euros cuando el arreglo es más o menos fácil: “tengo mucho material. Aparte salgo de ellas”.
“La gente quiere moverse en una bicicleta que esté nueva, no se va a llevar una bicicleta barata. Pero hay que acostumbrar a la gente a que la utilice, aunque sea fea, que no sean de marca; es un instrumento para moverte, que no hace falta que la bici sea un pepino para poder ir al trabajo o moverte por Jerez, que está todo muy cerquita”, yendo a lo práctico.
Dejamos a Memba con sus cosas. Anda liado con una composición en la que el caballo es el elemento central. Eso sí, con componentes de las bicis. Es increíble lo que puede conseguir con cadenas –ahora relucientes– tornillos… y sobre todo con mucho ingenio.


