La 'Matanovios' de Jerez, la mujer que sobrevivió a la mala suerte... y a las habladurías

Josefa Pérez (1905-1988) fue una mujer que afrontó la muerte de su madre, de tres de sus hermanos, dos parejas y su hija; incluso le tocó la lotería justo antes de la Guerra Civil y no pudo cobrar el premio

Josefa Gómez Pérez, con 17 años.
Josefa Gómez Pérez, con 17 años.
03 de agosto de 2025 a las 08:40h

Es difícil no quedarse boquiabierta después de conocer la historia de la vida de Josefa Pérez Gómez. Es admirable la fortaleza de esta mujer nacida en Córdoba en 1905, pero afincada en Jerez desde muy pequeña. Parece que la guadaña de la muerte siempre rondara a su alrededor. Y, pese a todo, ella afrontó con agallas todo lo que le fue deparando la vida.

Presenció hasta ocho fallecimientos de seres queridos. Cuando tenía 15 años, su madre murió de tuberculosis, así que ella, la mayor de 10 hermanos, se hizo cargo de ellos, cuando el más pequeño apenas tenía meses. 

Al volver de la mili, uno de sus hermanos murió ahogado, y otros dos, perdieron la vida por tuberculosis. Su nieta Carmen, quien comparte estos datos con lavozdelsur.es, no puede imaginar el dolor que pasó su abuela por entonces. “Para ella eran sus hermanos eran sus hijos”, expresa.

La desdicha no había hecho más que empezar. Cuando Josefa creció, empezó a salir con un joven. Murió. Al tiempo, volvió a encontrar pareja y, de nuevo, falleció. Fue entonces cuando, en Jerez, le asignaron un mote odioso que le pasó factura y le acompañó toda la vida. De hecho, sigue resonando en la familia: la llamaban 'La Matanovios'.

Desde entonces, nadie se atrevía a acercarse a ella para mantener un noviazgo. Pero, un día, un viudo que trabajaba como maquinista de Renfe se fijó en ella. Con 25 años, la jerezana por derecho comenzó una relación con este hombre que le doblaba la edad y que tenía una hija un año menor que ella.

Ambos se casaron y vivieron un año sin contratiempos. Doce meses duró la paz para Josefa. Al poco tiempo, la hija de su marido falleció debido a una pielonefritis, una infección urinaria. Otra etapa de duelo y dolor que, de nuevo, superó. Tras el suceso, dio a luz a cinco hijos. Uno de ellos falleció en sus brazos. Concretamente, una niña de ocho meses que, de pronto, empezó a tener una fiebre muy alta.

Viudo con el que se casó Josefa.
El marido de Josefa, viudo de un anterior matrimonio.  CEDIDA

“Mi abuela no sabía qué hacer y se la llevó al médico. Pero murió en la sala de espera. Una señora que estaba allí se enteró y le dijo que no entrara porque se la iban a quitar y no le iban a dejar enterrarla”, comparte su nieta. Así que Josefa salió del antiguo hospital de Jerez, ubicado en la calle de la Merced, y anduvo hasta la calle Gaspar Fernández. “Hay que tener valor, con la niña muerta en sus brazos y lloviendo. No tenía dinero para pagar un taxi. Una catástrofe”, cuenta. Una vez en casa, llamó a los vecinos y a la funeraria.

La suerte le sonrió en julio de 1936, pero tal y como llegó, se esfumó. Su marido ganó un premio de 10.000 pesetas en la lotería nacional el día antes del estallido de la Guerra Civil. La sublevación para derrocar a la República impidió que Josefa disfrutara de su fortuna. “En aquel tiempo esa cantidad le daba para resolver su vida para siempre. Le había tocado el gordo, pero no pudieron acceder a ese dinero”, comenta la nieta.

Josefa Pérez con 22 años.
Josefa Pérez con 22 años.  CEDIDA

Otra desgracia más para una lista que por fin acabó. Cuando su marido se jubiló, Josefa no tuvo más remedio que empezar a trabajar. Podría no haberlo hecho gracias a la lotería. Pero está claro que ese no era su destino. Primero empezó limpiando casas y, después, en el Ambulatorio de San Dionisio, lavando las batas de los médicos. Desde entonces, acabaron las fatalidades. Disfrutó de 26 nietos y llegó a conocer a cuatro bisnietos antes de su propia muerte, el 27 de noviembre de 1988.

“Mi abuela se hartó de luchar, y, a pesar de todo lo que pasó, fue una persona muy alegre. Cantaba, tocaba las palmas y hacía chistes”, expresa su nieta con admiración. Josefa dejó una lección sin quererlo. Salir adelante pese a todo. Ella supo sonreír a la vida, esa que tanto sufrimiento le había dado.

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Patricia Merello

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