Manuel Lozano: “Hay que invertir en cultura del jerez y mirar a los jóvenes”

Este enólogo jerezano ha sido galardonado por sexto año consecutivo el mejor del mundo en su categoría de vinos generosos. 

“Jerez debe venderse al precio que vale”. Lo dice Manuel Lozano, seis años consecutivos mejor enológo del mundo en vinos generosos, según el prestigioso International Wine Challenge, los Óscar del sector. Para evitar confusiones, no es una nariz talentosa lo que se premia, sino la mejor producción de vinos. El talento de Lozano está en seleccionar, desde la parra hasta el embotellado, aquello que dotará de mejor presencia, olfato y gusto al vino. Cuatro décadas al servicio de los jereces en Lustau.

“El jerez está infravalorado. Lo podemos combinar con cualquier producto pero estábamos anclados en el aperitivo”, dice. Ahora está cambiando esa tendencia, pero venimos de varias décadas oscuras. En su opinión, el jerez ha vivido de las rentas. Porque hubo un tiempo no muy lejano en que el jerez era siempre el caldo estrella. ¿Pero es sólo un problema de estatus?

“Lo que hay que hacer es invertir en cultura del jerez. Para eso tenemos que mirar a los jóvenes. Será la juventud la que, conociendo sus vinos, pida cosas distintas. Por ejemplo, de un tiempo a esta parte, el tabanco forma parte de la diversión del joven”, explica. Además, sobre las nuevas generaciones, Lozano lo tiene claro. “El vino debe ser una de las patas de la economía de la ciudad. Junto al caballo, el flamenco y, como cuarta pata, un poco del motor. Pero el vino es el que debe de significar, además de sector servicios (turismo, restauración…), un aumento del sector productivo”.

La economía de la ciudad, concluye, “empezó a ir mal desde que empezaron a cerrar bodegas, está claro”. “Antes existían muchísimas bodegas y una industria derivada del vino que daba de comer. ¿Dónde están las fábricas de botellas, tapones, corchos?, ¿dónde están los grandes litógrafos jerezanos que hacían las etiquetas a mano?”

De unas décadas hasta hoy, una de las grandes transformaciones llega a causa de las grandes regulaciones del sector. Como productor, Lozano cree que tiene una parte positiva y otra negativa. “Hoy existe una garantía sanitaria que antes podía no haber. Pero ahora hay gran regulación europea, del Gobierno central y del Gobierno autonómico. Eso repercute en costes finales”. Y volvemos al principio. El jerez no se cobra a lo que vale.

Con todo, Lozano es un absoluto optimista. Cree que vamos en una mejor dirección. Se felicita, por ejemplo, por este 2014 en que Jerez es Ciudad Europea del Vino. Todo esto ayuda a que Jerez siga presente en los grandes círculos de especialistas en vino. “Jerez no se cae de la cartelera. Hay que sembrar para recoger”. La clave, a nivel internacional, “es invertir publicitariamente” y a nivel local, “formación, de camareros, por ejemplo. Hay sitios en los que te sirven el catavino hasta arriba, a una temperatura que no es la correcta”, argumenta. Esto repercutirá en la forma de consumo. “¿Por qué no tomar un cream, fresquito, a media mañana, o un jerez muy viejo después el café?”, propone. Anclados en el pasado o no, la conclusión es que el problema de Jerez a la hora de venderse es muy antiguo. “De siempre se ha dicho: Jerez, grandes bodegueros, muy malos comerciantes“.

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Jorge Miró

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