javierfergo_alimentos_02
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20.000 personas en Jerez se beneficiaban de la hoy extinta delegación jerezana. Ahora dependen de la central de Cádiz, que lleva cuatro meses sin repartir suministros. 

“Con lo que nos dan ahora no nos da para tirar mucho, pero al menos es un alivio”. Es miércoles y como cada 15 días Mariló, de 54 años, recarga su carrito de la compra con los alimentos que recibe de una asociación de la zona Norte de Jerez. No a mucha distancia de aquí vivía en la ficción Rocío, la protagonista de Techo y Comida, la película de Juan Miguel del Castillo que narra las penurias de una madre soltera, desempleada y sin ingresos, para poder sacar adelante a su hijo de ocho años. No hace falta ir al cine para encontrarte de morros con la triste realidad.

En el rato que estamos haciendo el reportaje, como Mariló llegan unas 15 personas más. Eso sin contar las que antes ya estuvieron recogiendo su comida y las que llegarían después. En total, esta asociación tiene 86 beneficiarios, pero hay que recordar que en Jerez hay 20.000 personas que ante la falta de recursos se beneficiaban de la hoy extinta delegación jerezana del Banco de Alimentos.

La situación es desesperada. La propia plataforma que trabaja por recuperar la sede de Jerez –o en última instancia poder crear un Banco de Alimentos propio- ya alertó hace dos semanas de que hace cuatro meses que los colectivos sociales que se encargan del reparto de alimentos no reciben suministros de la central de Cádiz. Es más. A pesar de que a finales de noviembre se llevó a cabo la gran recogida de alimentos, desde Cádiz todavía no han empezado a repartir el suministro. De esta manera, es gracias a las provisiones que aporta Cruz Roja cada cuatro meses como estas asociaciones pueden hacer medianamente frente a las necesidades de sus beneficiarios. Aún así, no les llega.Es el caso de Rosa y su hija Dori. La primera, viuda desde hace años, tiene seis hijos, solloza al reconocer que “de tenerlos a todos trabajando a tenerlos todos parados. Yo todo lo que pueda rapiñear (sic) es para ellos, porque encima ninguno cobra ya ninguna prestación".

Para las dos es la primera vez que recurren a recoger alimentos. Dori, de 24 años, casada y con un hijo de 18 meses, señala que a su marido le han quitado recientemente una prestación por invalidez y que ella sólo cuenta con una pensión de orfandad que no llega a 200 euros, así que es su madre la que tiene que echarles una mano, pero Rosa sólo cobra 400 euros… “No puedo, no llego, es imposible…”, dice la mujer, con la mirada perdida.

Catalina, de 56 años, es otra de las que acude a recoger sus alimentos. Le han dado arroz, garbanzos, leche, aceite, galletas, melocotón en almíbar, judías cocidas en lata... “Con esto tenemos que hacer malabares, porque somos cinco en casa. Nos dará para 10 días o así”. Catalina vive con su pareja y tres de sus cinco hijos. Reconoce que antes, con la delegación jerezana del Banco de Alimentos abierta no pasaban tantos apuros, ya que además recibían más variedad de alimentos. Ahora viven ahogados, porque ella sólo cobra 213 euros de una ayuda y su pareja, pensionista, tampoco gana mucho más. “Con eso nos da prácticamente para pagar facturas. Lo estamos pasando muy mal, no sé qué hacen que no abren otra vez el Banco de Alimentos”.“Ha habido personas que nunca creíamos que fueran a venir aquí pidiendo alimentos”, afirma la persona encargada del reparto, que prefiere mantener su anonimato. “Aquí han venido personas que han estado 20 años de seguido trabajando y que se quedaron parados con la crisis, otros que han vuelto a tener a sus hijos en casa, el que se ha divorciado y está pasando apuros… No hablamos de los que tradicionalmente eran pobres, sino personas de clase media”.

Ahora llegan Fran y Lourdes, 46 y 32 años respectivamente. Él, exempresario de la construcción venido a menos tras la crisis, ella antigua repartidora en una agencia de mensajería que lleva dos años parada. Fran, por su parte, trabaja en lo que le sale. Chapuzas, “pero ya salen hasta pocas”. Entre los dos tienen ocho hijos, así que “siempre hay alguno por casa”. Con lo que recogen aquí no les llega. “Antes con el Banco de Alimento abierto era otra cosa. El cierre see ha notado muchísimo. Ahora tenemos que recurrir a casa de nuestros padres”.

Ellos, que eran además colaboradores del Banco, afirma que este año ni siquiera les han llamado desde Cádiz para participar en la gran recogida. “Nos han dado de lado”.

Desgraciadamente las navidades ya se han echado encima y ni desde Cádiz ni desde la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) han confirmado si se reabrirá o no la delegación jerezana. El tiempo pasa y hay miles de personas a la espera. ¿Hasta cuándo?

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Jorge Miró

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