Lleva en Jerez desde 2007. Su nombre es Lin Dizhou, aunque su clientela lo llama Juan, por abreviar: "Tal vez porque me han bautizado como a un hijo más", señala. Regenta un bazar en la calle Santo Domingo desde hace 13 años. Decidió independizarse con un negocio propio tras haber trabajado con su padre en otro bazar situado en la calle Arcos.
Vino de Salou (Tarragona) junto a su familia para poner en marcha el primer establecimiento, hasta que en 2010 abrió el de la calle Santo Domingo. Desde entonces se ha forjado un carácter amable y siempre atento con su clientela, principalmente en el amplio entorno donde se ubica: “Es que la gente me quiere, es súper agradable conmigo porque recibo mucho cariño de los vecinos. Me tratan como uno más de la familia”, comenta con orgullo Lin, que incluso comenta que, a causa de esa buena relación con la vecindad, “me bajan cosas de aquí, como arroz con leche que está buenísimo”.
Lin o ‘Juan’, tiene claro que a sus 29 años de edad, casado y con un hijo de año y medio que se llama Hugo, está en el tiempo de seguir emprendiendo. Abrirá un nuevo negocio muy cerca del actual. Se trata del local en el que durante muchos años estuvo la tienda de Sonitel, “a ver si me sale bien, se trata de una tienda de ropa que vamos a montar en lo que antes era un local con una negocio muy famoso aquí en Jerez y que lleva un montón años cerrado”, comenta ilusionado. No obstante, este crecimiento no le alejará del día a día de su bazar por donde pasan, nos comenta, unos cien clientes habituales en cada jornada.
Este empresario sigue manteniendo la nacionalidad china pero se siente un “chino muy jerezano” por lo a gusto que se encuentra en la ciudad y la sintonía que ha logrado alcanzar con la vecindad que le aprecia. “Me encantan las personas de aquí, también la gastronomía y el ambiente. Me encantó Jerez desde el principio. Así que sigo aquí y no salgo de aquí”, tanto que lo volver algún día a China queda por el momento descartado.
Se siente muy de esta tierra. Ha encajado tanto que dice con gracejo que “lo único que tengo de chino es la cara; por dentro soy de aquí. Ya es algo profundo, lo llevo en la sangre”. Y ojo a lo que considera más importante de estar y vivir en España, “la sanidad que tenemos nosotros aquí, es muchísimo mejor. Lo he vivido con mi hijo, que nació en el hospital de la Línea de la Concepción. Me han tratado como en un hotel de cinco estrellas ¡qué digo! yo le pondría siete estrellas”.
En su bazar hay casi de todo, es un ‘chino’ de los bien surtidos en el que siempre se encuentra lo que se busca, “desde una botellita de agua hasta un sillón para la casa” y hasta lo más raro, “un aumentador de pantalla para la gente cuando usa el móvil y quieren verla más grande, es una lupa que aumenta la visión”. En lo cotidiano, lo que sale por sus puertas son las “cosas de diario: bombillas, pilas, lejía…”
Esta es la vida de uno de los empresarios chinos establecidos en Jerez pero con la particularidad de que su personalidad rompe con el estereotipo adjudicado a estas personas de ser cerradas, que no conviven con su entorno y viven solo dentro de su cultura. Lin vive para su negocio y para su clientela pero con un temperamento, como él mismo lo define, de un chino muy jerezano.