La resaca se pasea por el Real

Crónica del jueves de la Feria del Caballo, otro día 'lost in translation' y (casi) descanso para los que se la llevan 'pegando' toda la semana

Un hombre acostado en una de las rotondas del Parque González Hontoria, en una pasada Feria del Caballo.
Un hombre acostado en una de las rotondas del Parque González Hontoria, en una pasada Feria del Caballo. MANU GARCÍA

Es jueves, son las dos de la tarde y el Real del González Hontoria está prácticamente vacío. Algunos enganches de caballos se pasean, como mareándose entre ellos mismos. Pero no. Para mareados, todos aquellos que hoy no repiten, porque saben que no pueden más o que tienen que reservarse para sus dos últimos días de gloria en la Feria del Caballo de Jerez. Ibuprofeno, paracetamol, nolotil... el riesgo de automedicarse para salir del lost in translation de la resaca mañanera.

Es sin duda alguna un día de descanso. O de casi descanso. Venga, sí, dilo: de resaca. Los operarios de limpieza siguen trabajando a mediodía y lo hacen con algo más de tranquilidad que de costumbre. El reloj empieza a correr y las casetas se van llenando de los que vienen a pimplarse un día más un tortillón, un plato de pimientos fritos, un vaso de salmorejo y dos o tres más de vino fino o rebujito. Pero no son tantos y según lo que hayas bebido, verás ya la Feria medio llena o medio vacía. Es una jornada de transición entre los primeros e intensos compases y el fin de fiesta. El albero está mojado, en algunas partes bien podría decirse que encharcado, y el calor ya no aprieta tanto como en días anteriores. Una leve brisa corre por las calles secundarias del recinto ferial, y en las mesas, los agonías sobreviven con una jarra de rebujito. No les duele la garganta, pese a que el hielo les ha poseído durante toda la semana.

El Real de la Feria del Caballo este jueves. FOTO: MANU GARCÍA.

Por la tarde, la cosa se empieza a animar, y algunos caseteros echan leña al fuego como si dijeran "si esto no se anima, lo animo yo". En algunas zonas a media tarde el ruido es ensordecedor, la música es muy fuerte y la gente se pone revoltosa. El público es mayoritariamente jerezano y viene de jueves tarde, "pa echar el ratito y tomarse un rebujito con los amigos". Unos guiris contradicen a este cronista, se pasean por la Feria y se hacen una foto, sombrero incluido, en una de las rotondas del parque. Son los menos, pero ahí están: sobreviviendo, como el resto. ¡Que no se diga!

El cansancio sigue presente. El runrún no cesa y la tarde va cayendo. El jueves noche, el Parque González Hontoria respira un poco, agobiado, pero preparado para lo poco (o lo mucho) que le queda. Todos saben que este viernes será uno de los días grandes, en los que jerezanos de fuera, y aquellos de fuera que se hacen por un día (o dos) jerezanos, acudirán a las jarras de rebujito como abejas a un panal de miel. Sólo quedan dos días de Feria del Caballo y en fin de semana nuestra fiesta grande se torna aún más internacional. ¿Lo comprueban?

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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