El CEIP Torresoto alberga un huerto ecológico y solidario de unos 500 metros cuadrados en el patio trasero del centro. Trabajo en equipo y aprovechamiento de los alimentos son los objetivos de esta iniciativa.

"Ahora saben que las verduras no nacen en los supermercados", señala Ana Ramírez, presidenta de Ampa Sur Jerez, del CEIP Torresoto, quizá el colegio con el huerto escolar más grande de Jerez. Toca el timbre y por el patio trasero desfila un grupo de 6º de Primaria. Se enfundan unos guantes de poda, recogen unas soletas del cobertizo y manos a la obra. "¡Mira qué tomate!", vocifera uno a sus compañeros. "Están como locos por que les toque bajar a la huerta", comenta una miembro de la Ampa. "¡Ay, por fin! Porque no paraban de preguntarme cuándo iban a venir aquí", saluda una profesora. El CEIP Torresoto es más lúdico que nunca desde que en 2016 la Ampa decidiera impulsar un proyecto para crear una huerta ecológica y solidaria. 

Varios naranjos, limoneros y alguna que otra mata de acelga coexistían en unos 500 metros cuadrados de la parte trasera del colegio de Torresoto. Hace al menos dos décadas que nadie perturbaba el descanso de estas especies después de que un profesor iniciase un pequeño huerto en dicha zona. No obstante, miembros de la Ampa decidieron retomar en este curso aquella idea con una metodología ecológica y cultivando al alumnado en valores sociales. En el curso 2015/2016 el colegio Torresoto comenzó un proyecto de transformación físico y social, y en él, los padres y madres impulsaron la huerta ecológica y solidaria.

"Nos hemos llevado cerca de siete meses diseñando el proyecto y sus diferentes actividades. Nos hemos empapado sobre agricultura gracias a la asesoría de Genatur y empezamos a trabajar en el huerto desde febrero de 2017", expone Pedro Saborido, uno de los principales responsables de que la tierra ya dé sus primeros frutos. "Pero sin duda el que más se ha volcado con esto ha sido Juan Cábila", un abuelo albañil ya jubilado al que la Ampa le quiere agradecer su esfuerzo bautizando el terreno con su nombre: "La huerta del abuelo Juan". A principio del curso 2016-17 los alumnos han desbrozado la zona para adecentarla. Luego han colocado los bancales para separar los diferentes vegetales y finalmente han procedido a la siembra. Fresas, maíz, pimientos, lechugas, pepinos, berenjenas, melones, calabacines, apio... Cuando las berenjenas lucen su característico color o los calabacines están bien grandes, los estudiantes los recogen, ¡y a degustar!"Algunos padres llegan y comentan que en casa los niños rechistan diciendo: Oye, esta lechuga no es la misma que la del huerto". Mientras en el colegio algunos se alimentan de verduras que jamás consienten comer en casa, otros confiesan que es la primera vez que ven un tomate y que realmente les encanta con un poco de aceite y sal. Sin embargo, esta iniciativa, financiada en buena parte por Obra Social la Caixa, no busca que los alumnos tengan una dieta equilibrada. Ampa Sur Jerez plantea transmitir los valores del cultivo ecológico, es decir, el trabajo en equipo y el respeto a la naturaleza. "Queremos que ellos tengan el gesto de devolverle a la tierra todo lo que ella nos da", incide Pedro. "Además de trabajar la solidaridad porque este es un barrio deprimido con dificultades socioeconómicas", agrega. De ahí que una parte de lo que recogen lo destinen a la cocina autogestionada de Madre de Dios. 

"Queremos que ellos tengan el gesto de devolverle a la tierra todo lo que ella nos da"

"Todos están muy implicados: padres, alumnado, docentes... Hay muchos padres que no pueden hacer más porque trabajan, pero por ejemplo, el sistema de riego por goteo lo ha colocado un padre que trabaja en La Casa de los Colores —el Centro Experimental Agrícola y Ganadero que gestiona Diputación en Jerez—. Entre todos hacemos lo que podemos", expresan desde la Ampa. En el CEIP Torresoto trabajan en sinergia por el bien de la huerta. Mientras los estudiantes de Primaria realizan labores de limpieza, Pedro Saborido desbloquea su móvil y muestra el calendario donde vienen programadas todas y cada una de las actividades relacionadas con La huerta del abuelo Juan, que llevan a cabo desde Infantil hasta tercer ciclo de Primaria. "Al caracol le gusta comerse las hojas de las plantas", reza una de las fichas que realizan los pequeños de tres años. "Primero les enseñamos esto en clase y luego vienen al exterior a coger caracoles para así cuidar el cultivo", explica Pedro. Mientras los niños de Infantil se han encargado de vestir a un puñado de espantapájaros con la ayuda de sus padres, los de Primero y Segundo de Primaria han pintado las tablillas informativas del huerto con nombres alegres y divertidos para diferenciar todos los bancales. "Semilla Feliz" y "Huerto Estrella" son alguno de ellos. "Y todos tienen un diario del huerto donde apuntan la evolución del cultivo, los conocimientos de la siembra, la recolección, el compostaje...", destaca un padre. Los responsables de poner en práctica la iniciativa resaltan que esta ha sido solo la primera parte del proyecto. Aseguran que el curso que viene construirán un laboratorio donde instalarán un invernadero de semillas, hoteles de insectos y donde podrán hacer un estudio del suelo, talleres de mermelada, de colonia y bálsamo labial. Toda una experiencia rica y didáctica que hace que los niños salgan del aula para estar en contacto con la naturaleza, algo esencial para el crecimiento físico y humano. 

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Claudia González Romero

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