Entre el temido cerrojazo y la diversificación del negocio. Así sobreviven cuatro de los últimos videoclubs de la ciudad, antaño próspero negocio que hoy muere por la piratería y las plataformas de vídeo bajo demanda.

En el mundo del cine, España no es solo famosa por ser escenario de películas míticas como Star Wars. También es conocido entre los productores y distribuidores por ser uno de los más piratas. Si bien las discográficas son las que más revuelo causan por las descargas ilegales a través de artistas que se sienten afectados; el cine español, aprovechando cualquier gala, hace hincapié en la tragedia que supone para nuestra cultura las descargas de Internet. En la actualidad se está llevando a cabo una evolución en los soportes audiovisuales y en las tendencias de los consumidores. Gracias a la llegada de medios como Filmim, Yomvi o Netflix, el usuario prefiere pagar una pequeña cuota a seguir bajándose las películas en baja calidad. 

Cabe pensar que las múltiples descargas no solo perjudican a la producción de películas, sino que aquellos establecimientos de toda la vida a los que todo ciudadano acudía para sacar el estreno de turno, se han visto desolados a causa del acceso gratuito de los largometrajes y a la competencia leal de nuevos soportes. ¿Quién continúa alquilando DVD o Blueray de los videoclubs? ¿Quién introduce este soporte con el vinilo impreso de El Rey León en la rendija del portátil? En Jerez, escasos son los amantes del cine que alquilan películas a 1 euro y pocos quedan de los que está detrás del mostrador, entre paquetes de patatas y gominolas. Estos se han visto de un tiempo a esta parte obligados a diversificar su negocio para no tener que echar el cierre.

Videoclub Cinema, uno de los supervivientes más antiguos

El Videoclub Cinema es uno de los más antiguos de cuantos sobreviven en Jerez. Abrió sus puertas hace más de veinte años, en 1994, y desde aquel momento se convirtió en uno de los mayores distribuidores de películas en la ciudad. A día de hoy su propietario, José Mario Nieves, afirma que tiene “rentabilidad cero”. Señala que la piratería y las descargas directas se han notado fuertemente de “dos a tres años para acá”. “Hasta un niño de cinco años puede hacerlo”, indica. José Mario cuenta que se ha visto obligado a poner rebajas en el videoclub para llamar la atención de los consumidores, pero que ni ese esfuerzo ha provocado una subida de ventas.

“No sé qué tiempo voy a durar”, confiesa resignado su propietario. Dice que tiene un gran número de socios y que si todos sacaran una película al día se haría rico. No obstante, explica que hace poco hizo un sorteo de diez películas gratuitas entre todos los socios y que la persona afortunada ni se dignó a aprovechar su premio en la fecha estipulada. Lleva detrás del mostrador él solo más de 22 años, y afirma que nunca se ha cogido unas vacaciones. Además de achacar su situación a las descargas ilegales, también declara que ha sufrido un incremento de impuestos sobre los autónomos: “Que si luz, agua, IRPF… sumado al descenso de la clientela esto es insostenible”.

Videoclub Rotonda 7, alquiler 'alternativo'

De las más jóvenes, su propietario y único empleado, José Sánchez Navarro edificó hace cuatro años un videoclub alternativo, como su propio nombre indica, en una de las rotondas de la “avenida del Colesterol”. Rotonda 7 se inauguró el 15 de septiembre de 2012; Sánchez Navarro, frustrado, menciona que montó el establecimiento “en la peor época”. Con un carril bici al lado de la entrada, una barra americana, un videojuego de los años 80 que todavía funciona y una cámara antigua de cine, este videoclub se presenta de lo más pintoresco y acogedor. Su dueño es un gran cinéfilo, confiesa ante el mapa de Los Goonies, su película favorita, enmarcado en la pared.

Comenta que tiene una clientela habitual, y que, privándose de casi todo, tira para adelante con el negocio. Explica que el videoclub no es solo un local donde se alquilan películas, cuenta que “es una zona de encuentro, es un centro de reunión para hablar de cine y tomar lo que se tercie”. Abre cada día a las 12 de la mañana, y media hora después empiezan a entrar amigos suyos para tomarse una cerveza. “En vez de ir al bar se vienen aquí y hablamos de cine. Normalmente gente soltera”, apunta. “La gente viene aquí también para que le recomiende qué película ver”, señala su propietario, quien muestra un grupo de whatsapp del que forman parte muchísimos videoclubs de España, como es el caso del videoclub Instant de Barcelona, el más grande del país.

En Rotonda 7 no solo se alquilan los últimos estrenos, José Sánchez presume de tener una galería de películas de los 80. Tan apasionado de esta década, afirma que el videoclub también colabora con la fiesta ‘Nostálgicos de los 80’ que se lleva a cabo cada dos o tres meses. Entre bebidas, chucherías y películas dice que los ingresos no van mal. No obstante, hace una separación entre la competencia leal de Yomvi, Tivo y Netflix y la competencia desleal de las descargas: “Aquí han llegado socias diciéndome que la hija se ha echado novio y que ahora él les proporciona las películas desde Internet. Pero qué le vamos a hacer…”

Videoclub Video World, la suerte está echada.

“La época gloriosa de los videoclubs no va a volver nunca”, declara el dueño del videoclub Video World. Anclado en la calle de enfrente de la ristra de establecimientos de la avenida Lola Flores, entre Multiópticas y el fast food Bull Dog, lo que comenzó siendo un videoclub ha pasado a ser un local que subsiste gracias a la lotería. El videoclub nace el 9 de abril de 2003, pero dos años después Paco del Préstamo, propietario del sitio, gana el concurso que le permite poner un apartado de Loterías y Apuestas del Estado. Desde entonces, el alquiler de películas ha descendido y todo el que entra es para comprar suerte.

“Vendo más en fotocopias que en películas. El videoclub es solo ahora un complemento”

Panadería, fotocopias, confitería… “y ahora cartuchos de impresora”, apunta Paco. En la actualidad continúa comprando los estrenos de cine, pero admite que solo se abastece de una o dos copias, mientras que antes intentaba coger cerca de doce. “Vendo más en fotocopias que en películas. El videoclub es solo ahora un complemento”, confiesa el dueño. Con este ejemplo, el concepto de videoclub se pervierte y desemboca en tienda “multiusos”. Paco reconoce que podría vivir únicamente del dinero que le da la lotería, pero aun así mantiene su pequeña estantería de películas en alquiler. 

Videoclub Toma 2, apuesta por los videojuegos

“¿Ha llegado hoy algo?”, pregunta un cliente habitual nada más abrir las puertas del local. Daniel López, el encargado del primer Toma 2 que se inauguró, en plena Ronda Muleros, le da una respuesta negativa, pero le dice que si quiere le reserva para mañana “el título puntero de la semana”: Batman Vs. Superman.

Hace cerca de un mes que el local de Ronda Muleros ha sufrido una gran transformación en su mobiliario, y la nevera que estaba repleta de una gran variedad de refrescos se encuentra medio vacía. “Quitamos la parte de alimentos y revistas porque nos interesaba más invertir en otras cosas”, comenta Daniel López. Todo es más sobrio, el videoclub sigue manteniendo los típicos posters de estrenos, pero las pequeñas banderas de Estados Unidos destacan más que el cartel de ofertas diarias para socios VIP.

“Las nuevas plataformas de cine son todavía desconocidas para mucha gente. Conozco a gente que tiene acceso a ese soporte y prefieren continuar viniendo"

Si los demás videoclubs se han diversificado hacia la confitería, panadería, bar, ludoteca o lotería, ellos apuestan por los aparatos electrónicos y los videojuegos. Toma 2 lleva abierto aproximadamente 20 años, y es mítico por la cantidad de coches que se ponían en doble fila en la concurrida arteria junto al centro de la ciudad para entrar y alquilar alguna que otra película. A día de hoy ese cuadro no se contempla. Como cuentan los demás empleados que llevan un videoclub a cuestas, ellos también han sentido un profundo descenso de clientela desde hace dos años: “El alquiler no deja tanto dinero, el nivel ha bajado muchísimo”, apunta López.

Toma 2 dispone de otro establecimiento en la calle Laguna, cerca de Piscinas Jerez. Y por si fuera poco, la tienda de aparatos de electrónica y videojuegos que está en el corazón de Luz Shopping, American Game Ocio, también forma parte del grupo Toma 2 y de su propietario, Luis Miguel Rodríguez. Con tanta variedad, con 14.000 socios y con cuatro empleados a su cargo, parece que al videoclub Toma 2 la competencia desleal y lícita no le afecta: “Las nuevas plataformas de cine son todavía desconocidas para mucha gente. Conozco a gente que tiene acceso a ese soporte y prefieren continuar viniendo, para ellos sigue siendo atractivo venir aquí”.

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Claudia González Romero

Periodista.

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