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La Liberación, nacida en los 70 del pasado siglo, ha vivido casi 30 años con temor a la lluvia y achicando agua de sus hogares.

Unos 200 jerezanos y jerezanas viven actualmente en la barriada de La Liberación y “la nueva”, - como ellos llaman a la segunda fase edificada un lustro más tarde-  situada a las espaldas de Santo Tomás de Aquino, en la Zona Sur de Jerez construida en los años 70. El vecindario ha sido torturado durante tres décadas por las lluvias, copando así las páginas de los periódicos y minutos en la televisión y la radio contando el calvario que vivían inundación tras inundación.

Al fin, tras años de reivindicaciones, los vecinos de la barriada colgaron las botas de agua. El problema fue solucionado durante el mandato de la ex alcaldesa, Pilar Sánchez, gracias a la ejecución de las obras de reordenación de los colectores en la Rotonda del Balneario. Con la mejora de la evacuación de las aguas pluviales se minimizó el riesgo de desbordamiento de la red de alcantarillado en la zona y, con ello, la pesada cruz que venían cargando el vecindario de La Liberación.

Aquí han formado su hogar y han crecido los hijos de dos mujeres que rozan los 60 años. Todos ellos en la actualidad viven fuera, “por circunstancias de la vida”, no porque la barriada no sea de su agrado. Han pasado épocas muy difíciles con las lluvias. “Todos los electrodomésticos y los muebles echados a perder una y otra vez. La última vez que se inundó mi casa me puse histérica y decidí venderla aunque fuera regalada”, recuerdan relativizando el sufrimiento y la inquietud vivida durante años con la mirada siempre puesta en el cielo.

Según estas vecinas, hay mucha juventud en el barrio, sobre todo en la segunda fase. “Nosotras apenas vamos al centro, ni nos movemos por Jerez, sólo si tengo que ir al dentista por ejemplo. Aquí estamos muy bien”, asegura. Además añade: “Hay gente que se cree que son jerezanos de primera y somos todos iguales”. A diferencia de las quejas que suelen expresar los vecinos de muchos barrios de la Zona Sur, en La Liberación se sienten bien tratados por el Ayuntamiento, “como el resto de los jerezanos, a lo mejor algún tramo de la acera que este mal, pero en general bien, no nos falta de nada”.

De Cerrofruto se mudó a La Liberación hace 9 años otro de sus vecinos, aún a sabiendas de que la casa se anegaba cuando caían dos gotas y se veían obligados a poner tablas y pequeños diques. “Nos vinimos aquí por motivos personales, porque a mi mujer le convenía por su estado vivir en una casa baja. La única pega que teníamos eran las inundaciones y ya se solucionó”. Este lugar, dice, “es un buen sitio para vivir”.

Resulta llamativo que uno de los principales problemas de los jerezanos en el centro sea la falta de aparcamiento cuando en la calle de esta barriada paralela a la avenida Puertas del Sur, tienen una bolsa de aparcamiento hoy en día, asombrosamente en desuso. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? En su momento parte de los vecinos consideraron que era un privilegio para quienes vivían más próximos a él y desembocó en una gran controversia cuyo desenlace fue la prohibición del uso del aparcamiento como tal. A esta se suman otras razones que lo justifican como la peligrosidad que conlleva para los peatones y los propios vecinos de las viviendas aledañas.

"La última vez que se inundó mi casa me puse histérica y decidí venderla aunque fuera regalada”

En cualquier caso, están satisfechos con este espacio diáfano donde los niños, especialmente, pueden dispersarse a su libre albedrío. Más aún si se tiene en cuenta que en esta zona, como en otras muchas de la ciudad, la mayor queja del vecindario es la suciedad del parque. Una vecina advierte que los barrenderos pasan muy de vez en cuando por allí y que no recogen las deposiciones de los perros. “Yo vengo con mi bolsita y mi perro, y las recojo, pero todo el mundo no lo hace. Es asqueroso, no se puede llevar a los niños al parque”, dice una señora que pasea a su nieta cerca de este espacio lúdica para los pequeños, del que, ciertamente, se desprende un desagradable hedor a excrementos y a orina.

Otra jerezana de La Liberación se apresura a puntualizar que los trabajadores de la empresa encargada de la limpieza sí las recogen, “pero los vecinos de barriadas cercanas vienen hasta aquí con sus mascotas antes de las 7 de la mañana”. Además, cuenta que ella personalmente les llama la atención “y me dicen que ellos pagan sus impuestos para que el Ayuntamiento los recoja”. La suciedad no es el único problema del parque. Desde su construcción, los vecinos demandaban que lo cubran de pavimento de caucho reciclado, porque “todo se llena de cieno cuando llueve”.

En cuanto al transporte público, los más jóvenes se muestran satisfechos con las líneas de autobuses que comunican la barriada con el centro y el resto de la ciudad. Un aspecto algo deficiente, admiten, es la escasa actividad cultural, prácticamente nula. “En el colegio – CEIP La Juventud- se monta lo poco que se hace”, explica un joven de 26 años, orgulloso de haber crecido allí. Cuentan incluso con un equipo de fútbol, el Liberación CF, del que han formado parte futbolistas como Dani Güiza, quien ha llegado a defender los colores de La Roja.

Por suerte no tienen muchas quejas, ya que actualmente no cuentan con una asociación vecinal, ni otro tipo de tejido asociativo con el que hacer fuerza. “Ahora mismo no hay ningún problema. Antes había una asociación de vecinos y dejó de funcionar prácticamente cuando se solucionó el problema de las inundaciones”.

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María Luisa Parra

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