Los italianos Enrico y Caterina viajaban de turismo a Cádiz cuando su coche se paró a la altura de Jerez. Acabaron visitando la ciudad y se quedaron prendados. De eso hace 17 años; hoy han recuperado una casa en pleno intramuros.

Lo que son las cosas. Iban camino a Cádiz, pero una avería mecánica a la altura de Jerez provocó que los italianos Enrico Baratozzi y Caterina Stoppa acabaran visitando la ciudad y enamorándose de ella. Lo que en un principio iban a ser unas vacaciones de tres meses con la playa y el flamenco como eje de todo acabó convirtiéndose en una larga estancia que ya va para 17 años. 

Jerez, como decimos, les enganchó. Sobre todo su centro histórico, a pesar del mal estado que presenta en las collaciones de San Lucas y San Mateo. Aquí alquilaron una casa, porque reconocen que no sabrían vivir en un piso de nueva factura o en una unifamiliar. Buscaban el encanto de una vivienda antigua y con personalidad y en 2005 localizaron una que reunía todas esas características, además, en un lugar emblemático como la plaza Ponce de León, donde se ubican el majestuoso palacio del mismo nombre y el no menos histórico convento de Santa Rita. Y precisamente en una vivienda que, en parte, había pertenecido hace siglos a dicho convento, encontraron el que actualmente es su hogar.

Enrico explica que el inmueble había pertenecido a una pareja de alemanes. Al mismo se accede por lo que se presupone que era la entrada a la torre del convento, datado en 1525. De hecho, para llegar a las diferentes estancias de la vivienda hay que subir unas empinadas escaleras. Cuando la adquirieron se encontraba en bastante malas condiciones, con filtraciones de agua y vigas y balcones con riesgo de venirse abajo. Lo que hoy es el amplio salón se había dividido en su día en varias habitaciones, por lo que tocó echar tabiques abajo, recoger kilos y kilos de escayola y sanear paredes y techo. La obra fue larga y costosa. La Junta de Andalucía les aprobó una ayuda de 28.000 euros para rehabilitarla que cuando llegó la crisis se quedó en nada, con lo cual tocó ir ahorrando e ir trabajando por partes. Así durante diez años, aunque todavía tienen pendiente varias cosas, entre otras sustituir la solería.La vivienda, sin ser demasiado amplia, tiene gran encanto, sobresaliendo su salón, la estancia más grande de la casa junto a la cocina, que está en uno de sus extremos. Ambos se encuentran, diríamos, que en una segunda planta, teniendo en cuenta que el dormitorio está situado a medio camino según se suben las escaleras desde la planta baja, que también sufrió una profunda remodelación. En el hall de entrada se recuperaron las antiguas paredes de piedra, y desde aquí se accede a un pequeño patio que antes había sido un garaje. El sueño de la pareja es que las religiosas de Santa Rita vendan algún día las últimas plantas de la torre para poder ampliar su vivienda, conectando para ello su pequeño dormitorio a través de una escalera de caracol.

Enrico y Caterina actualmente regentan el restaurante Da Enrico, en calle Francos, pero ya en Italia se dedicaban a la hostelería, él en Turín y ella en Venecia, dos ciudades internacionalmente conocidas por su monumentalidad. Aun siendo arriesgado comparar el centro de ambas ciudades con el de Jerez, piensan que el casco histórico jerezano tiene muchísimo potencial. “Tenemos un negocio en el centro, vivimos aquí y sabemos de lo que hablamos. Lo que es una lástima que a diario veamos a extranjeros con el mapa en la mano mirando con estupor cómo está todo esto”, señala Enrico. De hecho, dicen que sus familiares y amigos, cuando vienen a Jerez de visita, se quedan sorprendidos de los monumentos con los que cuenta la ciudad, pero también de su mal estado en según qué zonas. “Jerez podría ser la bomba. Como Granada, como Córdoba… La administración tiene la culpa de que esté así. Cuando leí que el Ayuntamiento tenía una deuda de mil millones, ni me lo creía”, dice Enrico.¿Y el jerezano? ¿Ha dejado de lado su centro? La pareja reconoce que quizás en su día buscó la comodidad de los nuevos barrios, pero también piensa que los diferentes gobiernos municipales han “aburrido al ciudadano”. “Al jerezano le gusta el centro, pero si las calles están como están, si los alquileres son caros y si encima no hay aparcamiento…”. De hecho, señalan que es el ciudadano extranjero el que más invierte actualmente en el casco histórico, adquiriendo inmuebles para restaurarlos como su primera vivienda o para alquilarlos como apartamentos.

Y aunque Italia es conocida por su monumentalidad, piensan que en España se conservan mejor los centros históricos y se trabaja mejor el aspecto turístico. “Nuestras familias nos dicen que Sevilla, Madrid o Cádiz están mejor cuidadas que algunas ciudades italianas, y con el turismo igual, pero con Jerez no se qué pasa que es la excepción”, lamenta Caterina. De todas maneras, a cualquiera de sus familiares o amigos les recomendarían Jerez por su ubicación, “con la sierra y el mar al lado” y el precio de sus inmuebles, mucho más económicos que en otras ciudades del entorno. “Esto es un diamante en bruto”.

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Jorge Miró

Periodista

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