En febrero, 145 personas abandonan la lista de desempleados en la que se encuentran aún 33.181 jerezanos y jerezanas. Bibiana Sáez y Charo Alcón se han atrevido a crear su propio puesto de trabajo.

Había sido responsable de calidad en un centro de salud y durante siete años formó parte de las Fuerzas Armadas. Hace un año, Bibiana Sáez, de 36 años, decidió reinventarse para poder conciliar la vida familiar y laboral. Puso azúcar y colores en tonos pastel para contrarrestar el amargo negro azabache del panorama laboral. Este mes de febrero, a diferencia del anterior, el paro ha bajado, cierra con 33.181 desempleados y 54.000 afiliados a la seguridad social, 145 personas menos (un 0,44%), es decir, 1.764 parados menos que hace un año, justo cuando esta mujer se decantó por construir su propio futuro abriendo El Granero, una tienda de golosinas con la que, asegura, “invento el trabajo que no encuentro”.

Estos doce meses ha sido muy duros, a pesar de no ser una de las 18.784 mujeres que actualmente están en situación de desempleo. Le dedica horas y horas. “La gente piensa que abres y cierras cada día y ya está, que vivo de lo que vendo en la plaza (del Progreso, donde se ubica)”. Nada más lejos de la realidad. Tiendas de golosinas hay salpicadas en cada rincón de la ciudad, en los bares, en todas partes. Por eso no para de dar vueltas a su cabeza para ofrecer algo diferente como empaquetar pequeños tesoros dulces para regalar en cumpleaños, comuniones y celebraciones. “En este negocio hay que luchar porque un padre y su hijo vengan hasta aquí a adquirir estos productos”.

Aunque ella sola atiende al público reconoce que si tienes un negocio toda la familia acaba implicada porque alguien tiene que cuidar también de su hijo. Sin embargo, pese a su corto recorrido empresarial se muestra optimista: “Gano un sueldo; sí, pago todo; no le debo nada a nadie ni al banco… si eso es que me vaya bien, me va bien”, explica.

El Granero da puerta con puerta con una tienda de té, pionera en la ciudad cuando se inauguró. Su dueña, Charo Alcón puso en marcha esta empresa hace una década. Entonces no había comenzado la crisis y la abrió para crear su propio puesto de trabajo, y así no trabajar para los demás, pero hoy continúa al frente también por necesidad. Hubo quien le advirtió que estaba loca, “me decían que aquí en Jerez no iba a funcionar porque el jerezano es muy tradicional”. Luego, han abierto algunas más. “La gente se cree que es un chollazo; y tiene épocas altas como el invierno en las que tienes que guardar para el verano que bajan mucho las ventas”.

La iniciativa surge tras visitar las tiendas de té de Granada. A partir de ahí decidió montarla, pero además de la inversión y el riesgo tuvo que formarse y continúa haciéndolo porque “aquí toman té por sus propiedades terapéuticas y las personas lo preguntan por todo”. Uno de sus más fieles clientes asegura que compra allí porque Charo es muy simpática y tienen gran confianza. El secreto de su éxito, según ella, es otro: “Paciencia, buenos productos, no tienen nada que ver con las bolsitas y buena atención”.

Realizando una valoración global, Charo está satisfecha de tener su propia empresa aunque “estaría más contenta si le fuera mejor”. Algo similar opina Bibiana quien cree que los gastos menores para los autónomos. También considera que el alquiler en Jerez es muy caro, solo asequible para las franquicias y grandes marcas, desanima a la persona emprendedora que tiene una idea. Además echa en falta “una única asociación de comerciantes unida y que de verdad apoye a las personas emprendedoras”.

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María Luisa Parra

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